sábado, 16 de julio de 2016

Koko y Robin










María Luisa Mendoza - No era ni chango viejo

No se trata exactamente de suicidarme por la absurda, cruel y estúpida muerte de Bantú, después de todo nada más era un gorila —como si el mundo, el mío, estuviera apretujado de gorilas, lo cual desgraciadamente ha de ser cierto—. Tampoco el asunto es desgarrarse el camisón como cuadro al óleo de los revolucionarios franceses de Delacroix, con un seno de fuera y la bandera al aire a fuer de ya basta de barbaridades… nada más de echar del pecho tanta pena y desesperación como en las canciones de antes para llorar a un mugroso amor ido (la gran cosa).

Pero por respeto propio a sí misma y a la posición de defensora irredenta de los animales que al final de cuentas no tienen líderes ni gobernantes que les suelten la morralla, avisarle al respetable que soy de los cursis gimoteantes y dolidos deudos del gran chango que ni siquiera era un chango viejo, sino el cabezón picudo que al verme en Chapultepec, cuando yo hacía la escena de dirigirlo, se pegaba tamaños puñetazos en el pecho y corría como yo cuando era joven.