Energía... y reformas
Álvaro Delgado
Menudo lío. Abordar o eludir la reforma energética en el 75 aniversario de la expropiación petrolera es un problema. En mal momento la efeméride porque si algo urge es, precisamente, no perder energía en las otras reformas emprendidas -principal pero no solamente la educativa y la de telecomunicaciones-, al menos hasta afinar y detallar su marco jurídico y asegurar su viabilidad.
En la estufa de la cocina política hay varias hornillas encendidas, activar ahora una tan polémica como la petrolera puede inflamar la polarización y la confrontación entre las fuerzas políticas y asfixiar las posibilidades del Pacto por México.
El tema de la reforma petrolera quema la lengua de tan sólo mencionarlo, pero es ineludible. ¿Qué hacer, entonces?
* * *
De paradojas a veces está hecha la política. La decisión de convertir el Movimiento de Regeneración Nacional en partido y, por lo mismo, dejar las filas del perredismo facilitó, en cierta medida, la negociación y la suscripción del Pacto por México. Con ello, la Presidencia de la República y el movimiento lopezobradorista giraron sobre el pivote del posicionamiento que guardaron durante el sexenio pasado.
El giro fue doble. De un lado, el presidente Enrique Peña Nieto hizo suya la iniciativa política y el dirigente Andrés Manuel López Obrador el ejercicio opositor, compartiendo una limitante: cualquier exceso, desbocamiento o desmesura puede vulnerar su situación. Del otro lado, el giro invirtió los roles. Ya no es el dirigente opositor quien fija la agenda a la Presidencia de la República, ahora la establece la Presidencia de la República y, al haber incorporado temas del interés nacional y del propio lopezobradorismo en el Pacto, colocó al opositor en una situación incómoda y comprometida: no puede resistir aquello que él mismo postula, pero tampoco apoyar las iniciativas de su adversario. No está en su naturaleza.
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RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN
lunes, 18 de marzo de 2013
Denisse Dresser- Más que ver, más que oír
Por fin, siete años después de que la Suprema Corte declarara inconstitucional la "Ley Televisa", la clase política del país propone una reforma a las telecomunicaciones para contener al poder fáctico que la diseñó.
· Por fin, Enrique Peña Nieto busca demostrar que está dispuesto a distanciarse de la empresa que ayudó a construir su candidatura y lo propulsó a la Presidencia.
· Por fin, desde la privatización de Telmex el gobierno osa enfrentar a Carlos Slim en lugar de rendirse ante él.
· Por fin se ataca el problema de la escandalosa concentración de tanto poder económico -y por ende político- en un solo hombre.
· Por fin, la competencia se impone ante los favores y el derecho a la información queda por encima de la capacidad de manipulación.
· Por fin, Enrique Peña Nieto busca demostrar que está dispuesto a distanciarse de la empresa que ayudó a construir su candidatura y lo propulsó a la Presidencia.
· Por fin, desde la privatización de Telmex el gobierno osa enfrentar a Carlos Slim en lugar de rendirse ante él.
· Por fin se ataca el problema de la escandalosa concentración de tanto poder económico -y por ende político- en un solo hombre.
· Por fin, la competencia se impone ante los favores y el derecho a la información queda por encima de la capacidad de manipulación.
La oposición ¿contrapeso o colaboración o confrontación?
La oposición por Ezra Shabot
La oposición en un régimen democrático tiene la función principal de servir de contrapeso a las acciones del gobierno en turno, al mismo tiempo que intenta obtener ganancias significativas de los errores cometidos por éste. La oposición institucional es aquella capaz de colaborar con las autoridades elegidas, bajo el principio de poder obtener una ganancia política compartida sobre las acciones que se ejecuten en conjunto. Lo deseable en términos de expectativa opositora, es tener a un gobierno inepto que vaya acumulando puntos negativos para ser utilizado en los comicios siguientes, eso si todavía queda país que pueda tener arreglo.
Colaborar u bloquear, esa es la disyuntiva de toda oposición cuya máxima aspiración es convertirse en gobierno en la siguiente oportunidad. En esta lógica, el PRI jugó sus cartas durante la administración Calderón de manera tal que le permitiese a éste funcionar como gobierno dominado por la inercia, pero imposibilitado para realizar los cambios de fondo que el país requería. Según esta forma de pensar del PRI, haberle permitido a los panistas llevar a cabo transformaciones importantes les hubiese garantizado a los blanquiazules el triunfo en la elección del 2012.
Para la izquierda en el PRD, la línea de confrontación permanente impuesta por López Obrador los convirtió en la oposición a todo, sin interlocución con los factores reales de poder. Al final del camino esta estrategia los condujo al ostracismo del cual decidieron salir únicamente a partir de la ruptura con AMLO al inicio de este sexenio. Así, mientras el PRD de Nueva Izquierda decidió reintegrarse a la vida política de la negociación, convirtiéndose en oposición conciliadora e incluyente para diferenciarse de “Morena”, los panistas de Gustavo Madero llegaron a la misma conclusión pero por otras razones.
La oposición en un régimen democrático tiene la función principal de servir de contrapeso a las acciones del gobierno en turno, al mismo tiempo que intenta obtener ganancias significativas de los errores cometidos por éste. La oposición institucional es aquella capaz de colaborar con las autoridades elegidas, bajo el principio de poder obtener una ganancia política compartida sobre las acciones que se ejecuten en conjunto. Lo deseable en términos de expectativa opositora, es tener a un gobierno inepto que vaya acumulando puntos negativos para ser utilizado en los comicios siguientes, eso si todavía queda país que pueda tener arreglo.
Colaborar u bloquear, esa es la disyuntiva de toda oposición cuya máxima aspiración es convertirse en gobierno en la siguiente oportunidad. En esta lógica, el PRI jugó sus cartas durante la administración Calderón de manera tal que le permitiese a éste funcionar como gobierno dominado por la inercia, pero imposibilitado para realizar los cambios de fondo que el país requería. Según esta forma de pensar del PRI, haberle permitido a los panistas llevar a cabo transformaciones importantes les hubiese garantizado a los blanquiazules el triunfo en la elección del 2012.
Para la izquierda en el PRD, la línea de confrontación permanente impuesta por López Obrador los convirtió en la oposición a todo, sin interlocución con los factores reales de poder. Al final del camino esta estrategia los condujo al ostracismo del cual decidieron salir únicamente a partir de la ruptura con AMLO al inicio de este sexenio. Así, mientras el PRD de Nueva Izquierda decidió reintegrarse a la vida política de la negociación, convirtiéndose en oposición conciliadora e incluyente para diferenciarse de “Morena”, los panistas de Gustavo Madero llegaron a la misma conclusión pero por otras razones.
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