Tepalcatepec, Michoacán.- La niña de 11 años con cuerpo de mujer lo miró fijamente.
Desconcertada le preguntó: ¿Qué es eso? Su abultado vientre de siete meses de embarazo llegó al Centro de Salud anunciando una realidad que nadie quería ver. El doctor José Manuel Mireles volvió a preguntar: ¿Cuándo fue tu última regla? Ella insistió: ¿Qué es eso de la regla?
La pequeña volvió al centro médico tres meses después con un bebé en brazos. Fue la primera. Luego siguió una romería apocalíptica de niñas preñadas, de niñas mamás: “En tres años atendí puras niñas embarazadas, la más vieja de 14 años. Supervisé el embarazo de 200 niñas. Hasta que dije: ¡Basta! ¿Qué no hay hombres en este pueblo que defiendan a sus niñas, a sus mujeres?”.
El doctor Mireles respira hondo. Cabello cano, bigote espeso, delgado, alto, manos curtidas por el sol y el trabajo. El recuerdo del pasado, todavía lo estremece de rabia. Revive la impotencia de aquel momento, cuando no sabía qué hacer, cuando estaba seguro que el pueblo, el lugar donde vivía, donde nacieron sus padres, donde crecieron sus hijos, no podía seguir así: “Teníamos dos años planeando cómo levantarnos en armas, pero nunca tuvimos el valor”, dice apretando los labios.