Se habla tanto de Michoacán que hemos perdido de vista que lo que allí sucede es histórico, es extraordinario y, más importante aún, es quizá la última oportunidad que tiene el Estado mexicano para vencer a los cárteles de la droga.
Es histórico porque se trata de una zona en donde el Gobierno y las fuerzas armadas ya fueron derrotadas en dos ocasiones durante el sexenio de Calderón. Es extraordinario por el fenómeno singular de las brigadas de autodefensa que constituyen prácticamente un alzamiento armado. Y es quizá la última oportunidad porque el gobierno federal ha recurrido a ingentes recursos económicos (50 mil millones de inversión social y productiva), militares, y político institucionales, pues prácticamente ha barrido con los poderes locales, gobernador incluido. En otras palabras, si no lo logra en esta ocasión que ha puesto toda la carne al asador y cuenta con la movilización de la población civil, todo estará perdido. Al menos dentro del marco institucional vigente (legalizar las drogas sería otro ).