El rumor, lo saben los políticos desde
la antigüedad, es un arma poderosa. Mentira, insidia, calumnia, da
igual. Echado a andar, se esparce y causa daño.
En la era digital, los profesionales del
rumor han encontrado su mina de oro en las redes sociales. Cuando se
vuelve “viral”, el cometido se cumplió. Y muchos se lo tragan completo,
otros parcialmente y en algunos cuando menos siembra una duda.