miércoles, 18 de enero de 2012

Editorial Foro Paralelo


Sergio Aguayo - El camino de Nava



Los partidos y los candidatos ciudadanos son prisioneros de relaciones improvisadas y desestructuradas. El caso del Partido Acción Nacional e Isabel Miranda de Wallace lo confirman y me permiten hacer algunas reflexiones sobre la manera de enfrentar ese pendiente de nuestra alicaída democracia.

Los partidos chapotean en el pantano del desprestigio causado por su ineficacia, clientelismo y corrupción. Intentan solucionarlo incorporando en cada elección grupos de ciudadanos con prestigio porque con eso ganan los votos con los cuales preservan su cuota de cargos y presupuestos. Son como aquellos "indianos" (dícese del emigrante español en América) que después de hacer fortuna regresaban a España a buscar la esposa que prestigiara el apellido. Así razona el PAN cuando nombra como candidata a jefa de Gobierno capitalino a Isabel Miranda de Wallace, una mujer reconocida por su lucha frontal contra la inseguridad.

Isabel es otra representante de los ciudadanos que empujan sus agendas en el ágora pública pensando que basta con tener razón o buenas intenciones para ser atendido por quienes usufructúan el poder. Salvo algunas excepciones, la norma es que se van frustrando por la cerrazón o la burocracia y en algún momento aceptan candidaturas o cargos, pensando que tendrán éxito si luchan "desde dentro". Ilusos. Cuando termina su periodo deben optar por el regreso a sus orígenes o por hacerse residentes en la cultura del cuate y la cuota. Se trata de un guión altamente negativo para la democracia porque la vida pública no se oxigena con cuadros formados en la sociedad.

La vida de Salvador Nava da pistas sobre cómo resolver el acertijo. Su larga carrera política inicia en 1958 y concluye con su muerte en 1992. Fue un líder ciudadano de honestidad intachable, que tenía una sólida base social y un programa claro. Fue dos veces presidente municipal de la capital de San Luis Potosí y dos veces candidato a gobernador. Fue un espléndido alcalde y en 1959 dio una lección de transparencia al pegar en los muros del palacio municipal una relación detallada de cómo se gastaba el dinero público.

Como tenía una base social logró que los partidos lo apoyaran sin encadenarlo o castrarlo. Por ejemplo, cuando ganó en 1982 por segunda vez la alcaldía de la capital potosina era candidato del PAN, del Partido Demócrata Mexicano y de los partidos Socialista Unificado de México, Revolucionario de los Trabajadores y Mexicano de los Trabajadores: de los sinarquistas a los trotskistas, pasando por los comunistas y los panistas. Pocos superan esa capacidad de convocatoria en la historia de nuestra tortuosa transición. Con su muerte languideció el navismo y los partidos impusieron en San Luis Potosí sus corruptos usos y costumbres (la debilidad de organizaciones ciudadanas merece otro texto).

Este año los partidos ya están armando otra generación de candidaturas ciudadanas. Será fructífera su llegada si mantienen su independencia, lo cual depende de la personalidad, la base social y la claridad del programa. Isabel Miranda de Wallace tiene muy pocas posibilidades de ganar la elección pero haría una enorme contribución -y hasta acrecentaría su prestigio- si, en un ejercicio de transparencia ante la ciudadanía, difunde los acuerdos con los cuales llegó con el PAN para ser candidata. Por ningún lado aparecen esos documentos y las presiones sobre la agenda de Isabel impidieron que tuviéramos una conversación que aclarara el punto.

En todo caso, los candidatos ciudadanos deberían adoptar como norma el poner por escrito y difundir los detalles de su postulación por los partidos. Reviste particular importancia saber la manera cómo se financiará la campaña y su grado de autonomía frente al partido. Sería también conveniente que, en caso de llegar al cargo, informaran mensualmente sobre la forma como evoluciona su relación con los partidos. Es una forma de mantener una correspondencia permanente con la sociedad interesada.

Es legítimo y positivo que ciudadanos independientes ocupen cargos públicos. Sin embargo, la forma como lo han estado haciendo es contraproducente. Las lecciones de Nava pueden irse enriqueciendo con la recuperación de otras experiencias. La improvisación actual debe ser sustituida por la sistematización. De lo contrario seguiremos viendo el triste espectáculo de ciudadanos excepcionales que terminan siendo troquelados en la fábrica de mezquindad y mediocridad de la política partidista mexicana.


· LA MISCELÁNEA

Dos notas sobre la Secretaría de Educación Pública. Un abrazo para Alonso Lujambio, colega y amigo que enfrenta una grave enfermedad. Rodolfo Tuirán es un sólido académico y un excelente subsecretario en la SEP. Aunque es mexicano, el haber nacido en Nicaragua le impide ser considerado para la titularidad de la SEP. En un México globalizado resulta absurdo mantener esas restricciones.

Comentarios: www.sergioaguayo.org; Twitter: @sergioaguayo; Facebook: SergioAguayoQuezada
Colaboró Rodrigo Peña González.


Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/642/1282785/default.shtm
  

Riva Palacio - El candidato del ejército. (¿Peña Nieto?)



El presidente Felipe Calderón nombró al general Salvador Cienfuegos como nuevo oficial mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional, en sustitución del general divisionario Roberto Miranda, quien pasó a retiró. Lo que parece un movimiento natural, en realidad encierra una gran incógnita sobre cuáles fueron las razones y los amarres políticos para mover de esa manera el escalafón militar, y aflora la pregunta si el Ejército, a través de estos movimiento, ya votó para el 1 de julio y cruzó la cara de Enrique Peña Nieto en la boleta electoral.

Por diferentes caminos, el general a retiro y su relevo, tienen una relación personal con el aspirante priísta a la Presidencia. Miranda, como ex jefe del Estado Mayor Presidencial del ex presidente Ernesto Zedillo, llegó con Peña Nieto de la mano de su compañero de trabajo, con quien vivió intensos años, Liébano Sáenz, quien era secretario particular con el ex mandatario, y quien desde hace más de seis años es asesor y miembro del cuarto de guerra del mexiquense.

Miranda formaba parte de la tríada de generales, junto con el subsecretario Carlos Demetrio Gaytán, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, general Luis Arturo Oliver Cen, que llegaron a enfrentarse en algunos temas de la Ley de Seguridad Nacional con el general secretario Guillermo Galván, y que como grupo aspiran quedarse con la titularidad en la Sedena en el próximo gobierno.

Cienfuegos no pertenece a ese equipo. Era el delfín del general secretario Clemente Vega, quien antes de que terminara el sexenio de Vicente Fox propuso que se creara una Secretaría de Guerra bajo el mando de su pupilo. Ese plan se frustró tanto como el que Cienfuegos asumiera la Secretaría, que generó un choque de poder interno en la Sedena que de último momento –literalmente 48 horas antes de nombrarse el gabinete de seguridad de Felipe Calderón-, fue nombrado Galván como una solución intermedia.

Galván nombró al general Tomás Ángeles, otro de los finalistas para la Secretaría, como subsecretario, pero duró poco por su osadía de tomar iniciativas sin autorización superior, y fue enviado al retiro y a la congeladora. La fuerza de la tríada, que viene del arma de Caballería –Galván proviene de Artillería-, impuso a Gaytán en el cargo. Sin embargo Cienfuegos, de la rama de Infantería, no fue soslayado.

Tiempo después lo nombraron jefe de la estratégica Primera Región Militar, que comprende al Distrito Federal y al estado de México, donde estableció una relación directa con el entonces gobernador Peña Nieto, quien arropó al Ejército en los momentos más álgidos de su relación dentro del gobierno del presidente Calderón, y llevó al secretario Galván a inaugurar de manera muy pública, una ampliación a las instalaciones de la 22ª. Zona Militar.

Visto en el papel, el general Cienfuegos sirve de contrapeso para los generales Gaytán y Cen. Reconocido comandante de tropa –ha estado en algunas de las regiones militares más difíciles del país-, se encargará ahora de manejar y administrar los recursos. El cargo de oficial mayor, que no tiene mucho relumbre externo, es clave internamente en toda institución, porque es el combustible que hace funcionar las cosas.

Lo interesante en todos los movimientos, empero, es que quien se fue, los cercanos que se quedan, y el que llegó, rondan en el entorno de Peña Nieto. El mexiquense se ha rodeado de militares y ex militares para trabajos de análisis, investigación e inteligencia, mientras algunos siguen en la nómina de gobiernos panistas.

Todo esto no significa necesariamente que hay una definición clara de los generales detrás de Peña Nieto, pero esboza lo que se ha dado en los últimos años, que es una participación política activa. El Ejército perdió hace tiempo la asepsia electoral. En 1988, los mandos medios y la tropa votaron por Cuauhtémoc Cárdenas, y en 2006, según versiones no confirmadas, se dieron órdenes de votar por Felipe Calderón. En 2012 se vuelve a plantear el dilema, pero ahora con un Ejército que ha sido golpeado y lastimado por el gobierno panista.

Gómez Leyva - ¡Por mis calzones tricolores!



Por si algo nos faltara está la historia de los calzones de Juan Manuel Márquez.

Ayer conversé con él sobre el polémico logotipo del PRI en sus calzoncillos la noche del 12 de noviembre en aquella pelea con Manny Pacquiao. Todavía el lunes, 16 de enero, Márquez tuvo que ir al IFE a explicar los ¡porqués de sus calzones!

“Tiene que haber un respeto a lo que hice, porque lo hice porque lo quise hacer y, si se vuelve a presentar la oportunidad, lo volveré a hacer”. 

Punto. No se puede alegar falta de claridad en sus palabras. “Me puse ese parche por convicción, porque tengo 38 años y nunca había visto una inseguridad así. Estoy muy tranquilo por lo que pasó”.

-¿Cuándo tomó la decisión de sus calzoncillos?-

“Quise guardar silencio. Me lo bordaron, yo mandé hacer mi calzón, porque luego los parches se caen con el sudor y los roces. Yo lo que quería era expresar que quiero un cambio para mi país”.

-Fue un día antes de la elección en Michoacán-

“Muchos no me lo van a creer, pero me lo puse sin saber que al día siguiente había elecciones en Michoacán. Eso es, eso fue y te estoy diciendo la verdad. Era lo que quería hacer políticamente, ponerme el logotipo de un partido y expresar lo que realmente quiero”. 

Y de ahí ya no se moverá. Difícil rebatir su argumento de que “la gente tiene su libertad de expresión y puede expresarse y votar por el que quiera”.

-A fin de cuentas, usted, por más famoso que sea, es un ciudadano. Común y corriente-

“Soy más corriente que común”, acota carcajeándose.

-Lo volvería a hacer, entonces-

“Sí, posiblemente en marzo, cuando posiblemente peleé en México”.

-¿Contra Pacquiao?-

“¡No! Ese no me quiere ver ni en pintura”.

Y creo que ni el IFE a él: nuestro campeón sin corona siglo 21.


Leído en http://www.vanguardia.com.mx/%C2%A1pormiscalzonestricolores!-1198041-columna.html

Arpegio - Fotos para Reflexionar