lunes, 10 de diciembre de 2012

Leo Zuckermann - ¿Por qué PAN y PRD firmaron el Pacto por México?


¿Por qué las dirigencias de los dos principales partidos opositores (PAN y PRD) firmaron un pacto con el nuevo gobierno del PRI que, de prosperar, podría mejorar la situación del país, de tal suerte que se incrementarían las probabilidades de que el tricolor siga ganando elecciones estatales y nacionales?
La primera respuesta puede ser ideológica: las dirigencias panista y perredista tuvieron un momento de inspiración nacionalista. De repente les cayó el veinte que tenían que privilegiar los intereses nacionales sobre los partidistas. Si esto fuera cierto, estaríamos frente a políticos benevolentes, algo que no es común y corriente en la historia. Sobre todo si recordamos que, cuando los panistas gobernaron, ni los priístas ni los perredistas fueron muy generosos que digamos con aquellos gobiernos. Ahora estaríamos frente a un enorme golpe de suerte para el gobierno del PRI porque su oposición sí estaría dispuesta a apoyarlos tan sólo por "el bien de México".
Esa es una primera opción. Partamos, ahora, de una premisa diferente: que Gustavo Madero y Jesús Zambrano estamparon su firma en el Pacto no por su magnificencia con México, sino porque racionalmente les convenía; que realizaron un cálculo de costos y beneficios y, como el saldo era favorable, le entraron al acuerdo. La pregunta es, entonces, qué sacaron a cambio.


Salvador García Soto - Que no se entere Calderón


Dos meses y medio atrás, a mediados de septiembre, cuando ya el Tribunal Electoral había declarado electo a Enrique Peña Nieto, políticos de PRI y PRD entraron en comunicación para hablar de un “gran acuerdo nacional”.

El primer contacto fue una plática entre el priista José Murat, que sirvió de enlace para contactar a Jesús Ortega Martínez. “Estos quieren platicar con ustedes, Jesús, deberían aceptar una reunión”, decía el oaxaqueño en referencia al equipo de transición que tenía intenciones de acercarse a la corriente mayoritaria del PRD.

En principio Los Chuchos no aceptaron, pero después vino una contrapropuesta de Ortega: “Diles que nos interesa platicar pero sólo si es para llegar a un gran acuerdo, a uno que abarque todos los temas y reformas pendientes, no sólo lo político”. Así comenzaron los acercamientos a los que se sumaron Luis Videgaray y Miguel Osorio Chong como representantes del presidente electo.


Enrique Krauze - La politización de todas las cosas

"Politizar" es una palabra relativamente nueva en castellano. No aparece en el Diccionario de la Real Academia Española (edición de 1970). Significa al menos tres cosas: una concentración excesiva en la política a expensas de las diversas zonas de la realidad, una concentración excesiva en los aspectos más superficiales de la propia política, y la primera acepción que consigna el mismo diccionario, en su edición vigente: "Dar orientación y contenido político a acciones, pensamientos o personas que, corrientemente, no lo tienen".

El uso primero es evidente en la prensa, los medios y las redes. Después de un siglo en que la política fue el coto privado de los políticos, es natural que lleve años ocupando amplios espacios de la atención nacional. Frente a la política, se desvanecen las otras esferas de la vida: los problemas sociales, los temas de la salud y la enfermedad, la ecología y la naturaleza, las cuestiones de religión y fe, las manifestaciones del arte, las letras y el pensamiento, las finanzas y los negocios, las iniciativas ciudadanas, la ciencia y la tecnología, las migraciones, el mundo exterior... casi todo salvo el deporte y la "cultura del espectáculo". El fenómeno empobrece a quienes lo ejercen y lo consumen: día con día hay hechos ajenos a la política, más importantes, influyentes o trascendentes que los hechos políticos.


Luis Rubio - El abuso de la Moncloa

El gran ausente en la política mexicana es un acuerdo sobre el cómo. A pesar de ello, todo mundo está enfocado en el qué. El pacto firmado la semana pasada tiene un enorme simbolismo político por tantos años de polarización y no pretendo minimizar su trascendencia. Pero el desencuentro central de la política mexicana reside en el cómo, porque esta carencia impide conducir los asuntos públicos de una manera sana, sensata y para beneficio del desarrollo y de la ciudadanía. Por necesidad, un pacto sobre el qué acaba siendo vago y general, algo inevitable porque no es posible, ni lógico o deseable, pretender un acuerdo detallado sobre objetivos.


La elección presidencial de hace unos meses decidió quién gobernaría al país y con qué programa. El proyecto presentado por el candidato ganador es distinto al de los otros partidos y ese es el que presumiblemente servirá de base para el nuevo gobierno. No tiene por qué haber disputa respecto al hecho de que los objetivos que perseguirá Peña Nieto sean distintos a los que preferirían otros partidos: eso es lo que los electores decidieron. A los otros partidos o a muchos mexicanos nos podrá gustar o no lo que propone, pero la regla del juego -el voto en las elecciones- decidió el programa a seguirse. Es decir, el procedimiento para optar fue el electoral; una vez que los electores tomaron una decisión, lo que sigue es apegarse al resultado y consensuar los objetivos tanto como el entorno lo permita y las necesidades de legislación lo requieran.


Raymundo Riva Palacio - No al pasado


El fallo del Tribunal de Justicia del Distrito Federal sobre la liberación de 56 de los 69 detenidos durante los enfrentamientos del 1 de diciembre será controvertido pero, sobre todo, oculta el único hecho que reapareció en esa fecha tras lustros de estar ausente: la participación de grupos de policías vestidos de civiles que actuaron en contra de civiles, en donde estaban mezclados quienes expresaban su inconformidad contra la asunción presidencial de Enrique Peña Nieto, con grupos anarquistas que están en contra de todo poder establecido, y cuadros del EPR que siempre aprovechan estas coyunturas.

El fallo argumenta que no se aportaron pruebas suficientes para demostrar ataques a la paz social, y generará un problema en la policía, cuyos elementos serán sujetos ahora a un proceso para determinar el uso o abuso de la fuerza que emplearon, y los colocará en la disyuntiva futura de si es mejor actuar en casos similares o, como tantas veces en el pasado, dedicarse a la contemplación para evitarse problemas legales. La autoridad queda vulnerable sobre el uso legítimo de la fuerza y aun quienes resultaron beneficiados del fallo judicial, no estarán satisfechos hasta que vean castigados a quienes, afirman, los reprimieron.


Denise Dresser - Ogro reloaded


Amanecimos en el país perfecto. Un lugar de buen tono y buenas maneras. Un sitio de gobernabilidad y civilidad. Donde la política es asunto de pactos y abrazos y apretones de manos captados por las cámaras, en un recinto histórico. Donde la política — de pronto — está por encima de las pasiones partidistas y los intereses egoístas. Donde todos los líderes son honrados y transparentes, civilizados e incluyentes. El país del “Pacto por México”, que le dará certeza y rumbo al país, dicen. Que reivindicará lo público ante lo fáctico, aseguran. Que consolidará a México como una democracia eficaz, prometen quienes buscan el consenso a toda costa. He allí a todos los que se odian, sentados en la misma mesa, mirándose a los ojos.
Sonriendo mientras ofrecen acabar con la pobreza, defender a los indígenas, invertir en el campo, financiar la seguridad social universal, crear un seguro de desempleo, inaugurar un seguro de vida para jefas de familia, licitar dos cadenas de televisión abierta, modernizar a la educación. Todas ellas, medidas loables. Todas ellas, propuestas aplaudibles. 95 promesas que tienen el objetivo de pavimentar un piso común. 95 ideas cuyo objetivo declarado es pactar para avanzar, consensar para despabilar, negociar para mover a México en vez de rendirse ante su parálisis. Y de allí el entusiasmo que suscita el Pacto y los vítores que han acompañado su aprobación. En México, de cara a los problemas persistentes la respuesta suele ser la misma: negociar hasta el cansancio, civilizar a los contrincantes, anunciar grandiosos pactos, forjar acuerdos sin precedentes entre adversaries recalcitrantes. 


Ciro GómezLeyva - La guerra cumple seis años (... y seguirá)


Al releer los diarios, sorprende el, digámoslo así, entusiasmo que despertó aquella noticia que marcó un antes y un después en la historia reciente de México. El secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, anunció en Los Pinos el lunes 11 de diciembre de 2006 el inicio de la Operación Conjunta Michoacán. Hace seis años, pues, comenzó la guerra de Calderón.
Ramírez Acuña explicó que se erradicarían cultivos, habría puestos de control antidrogas, se desmantelarían puntos de venta, en fin. Para ello, se enviaría a la entidad a 4 mil 200 soldados, mil marinos, mil 400 policías federales y 50 agentes del ministerio público. Setecientos policías estatales se sumarían a las tareas.


Ricardo Alemán - Mundo de juguete

En México, el de la persecución del delito y la procuración de justicia es lo más parecido a un "mundo de juguete". ¿Por qué?

Porque es de risa loca que si millones de mexicanos vieron las imágenes de vándalos que causaron destrozos en los alrededores de San Lázaro y en el Centro de la Ciudad de México –el pasado 1 de diciembre-, días después el poder judicial salgan con el chiste de que la autoridad responsable de la procuración de justicia fue incapaz de probar los delitos y menos la responsabilidad de buena parte de los detenidos.

Y si nada tuvieron que ver con los desmanes los 55 jóvenes liberados –y que habían sido detenidos como presuntos responsables del vandalismo-, la pregunta obliga. ¿Entonces quiénes son los responsables del vandalismo que todos vimos en las imágenes de televisión? ¿En dónde están los verdaderos culpables? ¿Por qué los verdaderos responsables no han sido identificados, detenidos, presentados y consignados por las autoridades?


Lydia Cacho - Contra la represión, evidencia

Mientras veo los videos de la manifestación del 1 de diciembre, día en que el PRI volvió, me pregunto cuánta gente entenderá que este es sólo el principio de una larga carrera para normalizar el disenso y crear contrapesos sociales ante un partido que ha institucionalizado el aval de la corrupción e impunidad para sus miembros.

Generalizar sobre cómo se comportaron quienes se manifestaron el 1 de diciembre sería equivocarnos. Está claro que una gran mayoría de hombres y mujeres se manifestaron apasionadamente en paz, gritaban lemas y consignas contra el PRI y su Presidente ungido, y leyeron el comunicado de #YoSoy132.

Luego de ver 16 videos podemos asegurar que encontramos a un 6 o 7 por ciento de manifestantes, casi todos hombres jóvenes con los rostros cubiertos y portando visores para evitar el daño del gas lacrimógeno (que denota experiencia en mítines de este tipo), quienes lanzaron bombas de gasolina hechas en casa. Otros, más ingenuos cargaban palos que blandían frente a las vallas blindadas y los acorazados policías. De entre los miles de manifestantes un grupo de entre 10 a 12 personas también con los rostros cubiertos vandalizaron comercios y autos. Podríamos decir que la manifestación se divide en tres grupos.


Francisco Rodríguez - “Peter” Gamboa Patrón

Laurence Peter, autor que alcanzó los más altos puestos de las listas de ventas con un libro en el que explicaba la ineficacia de las burocracias habría encontrado en el coordinador de la bancada priísta en el Senado, Emilio Gamboa Patrón, al mejor de sus ejemplos. Y es que, como seguro usted recuerda, el famoso principio de Peter dice que "en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia". Gamboa, finalmente, ha arribado a él. 

Lleva ya más de una semana sin poder sacar adelante la aprobación de la iniciativa con la que, antes de que tomara posesión de la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto pretendía reformar la estructura de la Administración Pública para, de inmediato, empezar a gobernar bajo sus propios criterios. 

Y como están las cosas, el retraso se podría alargar. 


Alejandro Páez Varela - ¿Y los culpables del 1D?

De regreso a casa, en los últimos días de mayo de 2012, me recargué en el asiento del Metro de la Ciudad de México. Esa tarde-noche había visto nacer el Movimiento #YoSoy132. Pero no tengo 20 años: caminé con los muchachos para observar de cerca el fenómeno. Varios periodistas lo hicimos. Me agoté. 

Dentro del vagón, tumbado en el asiento, escribí en el celular: “He visto a los padres de tres chamacos y los cinco iban serios, como una familia de físicos-matemáticos que acaba de descubrir la cura para la apatía”. 

Los cinco llevaban pancartas. Iban en el Metro seguramente porque el centro de la Ciudad de México había colapsado por las movilizaciones. Era una familia de clase media alta y junto a ellos, una pareja de punks se besaba apasionadamente; traían en la cara, también, la misma causa; venían de marchar. 




Sanjuana Martínez - Presos políticos.

Asistimos al inicio de un sexenio, cuyo estreno fue el peor de los imaginados: represión, detenciones arbitrarias y presos políticos. Ese es el principio del gobierno de Enrique Peña Nieto. 

Los 69 detenidos por las protestas contra la toma de posesión el 1 de diciembre, de los cuales quedaron libres 55, son la representación del regreso del viejo régimen autoritario. Los 14 que permanecen en prisión, una mujer y trece hombres, pasan a ser automáticamente presos políticos. 

La liberación de parte de los detenidos se debió a falta de pruebas, pero no hubo un “usted disculpe” de parte del gobierno de Miguel Ángel Mancera, tampoco un comunicado ofreciendo un “mea culpa” por los errores. Pero esto no termina aquí. 

¿Cómo compensará el Estado los ocho días de arresto de estos inocentes, la tortura, la fabricación de delitos, los excesos? y lo que es peor: ¿Qué delitos nuevos imputará a los 14 para dejarlos en prisión sin el debido proceso? 




Dino Buzzati - Algo había sucedido

Dino Buzzati
1906  -  1972
Algo había sucedido

El tren había recorrido sólo pocos kilómetros (y el camino era largo, nos detendríamos recién en la lejanísima estación de llegada, después de correr durante casi diez horas) cuando vi por la ventanilla, en un paso a nivel, a una muchacha. Fue una casualidad, podía haber mirado tantas otras cosas y en cambio mi mirada cayó sobre ella, que no era hermosa ni tenía nada de extraordinario. ¡Quién sabe por qué había reparado en ella! Era evidente que estaba apoyada en la barrera para disfrutar de la vista de nuestro tren, superdirecto, expreso al norte, símbolo -para aquella gente inculta- de vida fácil, aventureros, espléndidas valijas de cuero, celebridades, estrellas cinematográficas... Una vez al día este maravilloso espectáculo y absolutamente gratuito, por añadidura.