William Wyler
(Mulhouse, 1902 - Los Ángeles, 1981) Director de cine estadounidense de origen francés. Cultivador de variados géneros, perfeccionista y meticuloso, su filmografía lo acredita como uno de los mejores cineastas de los años 40 y 50, que supo aunar en sus películas la claridad narrativa con un sólido tratamiento de los personajes y de las relaciones humanas. Recibió estatuillas al mejor director por La señora Miniver (1942), Los mejores años de nuestra vida (1946) y Ben-Hur (1959), una fastuosa epopeya que ostenta todavía el récord absoluto de premios Oscar (once), sólo igualado en 1997 por el Titanic de James Cameron.
Hijo de un tendero suizo, y hermano menor del que sería también director y guionista Richard Wyler, William Wyler estudiaba violín en París cuando conoció a un primo lejano de su madre que resultó ser Carl Laemmle, ejecutivo de la Universal Pictures. Era el año 1922. Wyler fue invitado a viajar a América para trabajar en el departamento de publicidad del estudio. Pasó después a ser ayudante de dirección y montaje, trabajando en algunas películas de Joseph Von Stroheim para, finalmente, debutar en 1925 con un western titulado Crook Buster. Entre 1926 y 1927 realizó más de veinte títulos adheridos al género, hasta que en 1928 dirigió A la caza del hombre. El método de trabajo de la Universal se basaba en planes de producción rápidos (los títulos no tenían mucho metraje) y Wyler se prometió a sí mismo que, si alguna vez podía hacer títulos de más categoría, se tomaría su tiempo.
Así se convirtió en uno de los directores más lentos y meticulosos de Hollywood, pues no le importaba rodar una y otra vez escenas que aparentemente no tenían importancia. También pasó a ser el director favorito del productor Sam Goldwyn, con el cual formó una fructífera y larga asociación que vio su comienzo en 1936 con la película Esos tres (basada en la obra de Lillian Hellman The Children’s Hour), cuyo argumento retomaría Wyler en 1961 para dirigir y producir el remake La calumnia. De 1936 data también el inicio de su colaboración con el fotógrafo Gregg Toland, cuyo gran trabajo se vería en muchas otras películas de Wyler. La "toma de profundidad focal", perfeccionada por Toland, le permitió desarrollar su técnica favorita de rodar tomas largas en las que los personajes aparecen en el mismo marco durante escenas completas.