Como el Quijote de Cervantes cuando equivocó la ruta al Palacio de su amada Dulcinea, en la PGR de Murillo Karam ayer gritaban indignados: “¡Con el Poder Judicial hemos dado, Jesús!” Y es que en apenas mes y medio, el flamante procurador General de la República ha recibido dos reveses monumentales de los jueces y magistrados federales que ponen en entredicho la solidez jurídica de la PGR y su capacidad para sustentar adecuadamente sus acusaciones y averiguaciones.
Primero la liberación del capo Rafael Caro Quintero, que pareció tomar desprevenida a la PGR que no vio venir la decisión judicial, y ahora el amparo concedido por un juez federal a Elba Esther Gordillo, la acusada de mayor rango político en este gobierno, representan dos dañinos golpes a la imagen de la dependencia que encabeza uno de los hombres de mayor confianza del presidente Enrique Peña Nieto.