domingo, 1 de abril de 2012

Jorge Volpi - La abulia en campaña.



Durante el último cuarto de siglo, la disyuntiva parecía siempre clara: elegir entre visiones del mundo contrapuestas, entre la razón y la barbarie, entre el pasado y el futuro, entre el bien y el mal. Así de simple y así de drástico: optar por un candidato no sólo representaba aborrecer a otros -o lo que representaban esos otros-, sino asentar un modelo de vida, una apuesta, una posición moral. Hoy, por primera vez en un cuarto de siglo, no es así.

Regresemos a 1988. El PRI domina por completo la escena política: el partido hegemónico y el país se confunden. Sus cuadros copan todos los espacios de poder mientras que la oposición de derecha, la única real en esos tiempos, no ha ganado siquiera un gobierno estatal. Entonces, al calor de los movimientos reformistas que se suceden en medio mundo, el PRI se desgaja. La Corriente Democrática, asimilada luego con la izquierda institucional, postula a Cuauhtémoc Cárdenas como su candidato. Y la elección se convierte, por primera vez, en un juego real. Una feroz batalla entre la continuidad y la ruptura -para usar los términos del poeta-, entre el pasado y el futuro (con Clouthier como tercero en discordia). Frente al autoritarismo y la corrupción del PRI, Cárdenas encarna la posibilidad de transformar al sistema. Su derrota, a causa del fraude, no le arrebata el triunfo moral.

Seis años después, Salinas de Gortari ha conquistado cierta legitimidad gracias a un sinfín de maniobras, desde reformas estructurales hasta el uso extensivo de programas públicos. Sus ambiciones transexenales se apuntalan con la entrada del país en el NAFTA y con un hombre carismático y dócil como candidato del PRI a sucederlo. El 1o. de enero de 1994, el escenario se trastoca: los zapatistas irrumpen en Chiapas y, a las pocas semanas, Luis Donaldo Colosio cae abatido en Tijuana. La elección adquiere un sesgo ominoso. Otra vez hay que elegir entre la continuidad de Zedillo y la ruptura del atrabiliario Fernández de Cevallos (con Cárdenas como tercero). Tras un brillante inicio de campaña, el candidato del PAN se desvanece y la alternativa se resuelve entre la pax priista y la incertidumbre. Prevalece la primera.

Arrinconados los temores frente a la violencia, el 2000 vuelve a enfrentar la continuidad y la ruptura. Con una diferencia sustancial: el desgaste del aparato priista y un presidente dispuesto a respetar los resultados. La elección moral resulta, esta vez, más o menos sencilla: Vicente Fox se presenta como un candidato bronco y desafiante -aunque luego se revele como un gobernante mediocre-, y los votantes se decantan por él frente a la añeja retórica de Labastida (con Cárdenas, otra vez, como tercero).

En 2006, la batalla entre dos universos irreconciliables se recrudece: de un lado, la continuidad de Calderón frente a la ruptura -nunca más ácida- de López Obrador (con Madrazo en tercer sitio). Nunca la división fue tan tajante: para la mitad del país, López Obrador representa la barbarie; para la otra mitad, Calderón. La lucha se decide por décimas de punto, que muchos achacarán a un fraude. México se desgaja. Para colmo, López Obrador desafía a las instituciones y Calderón desata la "guerra contra el narco", sumiendo al país en la mayor ola de violencia desde el conflicto cristero.

Llegamos, así, al 2012. Y, por primera vez en un cuarto de siglo, el carácter moral en la elección se desdibuja debido a la mediocridad o el cinismo de los candidatos. Tras 12 años de gobiernos panistas, Peña promete una peligrosa nostalgia hacia la época en que el PRI resolvía todos los conflictos con maniobras al margen de la ley. Aún sin ser la favorita del Presidente, Vázquez Mota encarna la continuidad de la política de seguridad pública más perniciosa que ha experimentado el país. Y, tras sus exabruptos del 2006, el discurso de López Obrador se ha vuelto el más conservador: un regreso a los valores de familia y sociedad propios de la década de los cincuenta.

Sólo una sorpresa podría salvarnos de esta abulia. Para lograrlo, Peña debería reconocer la corrupción de los gobiernos pasados y presentes del PRI y emprender una drástica depuración de su partido. Vázquez Mota tendría que repudiar, en los términos más enfáticos, la política de seguridad de Calderón. Y López Obrador tendría que asumir que su vena amorosa no basta: su repudio a las instituciones le hizo un gran daño al país -y a la izquierda- que no puede repararse con simples llamados a la reconciliación. Ahora que se han iniciado las campañas, y que seremos bombardeados con millones de spots, hay pocas esperanzas de que su discurso se transforme. Si ninguno asume sus errores -y los de su partido- y se decide a abandonar los lugares comunes (la renovación del país, la reconciliación, la paz, bla, bla, bla) y a detallar, en primera instancia, las medidas concretas que adoptará en torno a la violencia y el narcotráfico, estaremos obligados a elegir, a regañadientes, sólo entre tres formas distintas de simulación.

Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/651/1301915/default.shtm

Alemán - Josefina y AMLO, derrotados.



Seguramente algunos vecinos del condominio de abajo, “los abajo escribientes”, echarán mano de la intolerancia propia del tiempo electoral, luego de leer la presente entrega. Y, claro, ante la contundencia de la realidad político-electoral, a nadie debiera sorprender la proliferación del insulto, como único argumento de la fanaticada de azules y amarillos.

Y es que una vez iniciado el proceso electoral, los candidatos presidenciales de la derecha y la izquierda arrancan la contienda no sólo derrotados, sino con muy escasas posibilidades de alcanzar y hasta vencer al puntero, al priista Enrique Peña Nieto, quien, según todas las encuestas, sale del arrancadero con una ventaja de entre 18 y 20 puntos arriba de Josefina Vázquez Mota, y con casi 30 puntos de ventaja sobre el candidato de las izquierdas.

¿Quién, en su sano juicio, es capaz de creer que en 87 días efectivos de campaña, la señora Vázquez Mota y el señor López Obrador, pueden remontar con facilidad tales números? Está claro que los aspirantes presidenciales de la derecha y la izquierda deberán hacer mucho más que una campaña tradicional, si es que realmente aspiran a reducir la ventaja que los mantiene lejos del puntero.

Los salvará un milagro

Por esa razón, si apelamos a la sensatez, al sentido común y al realismo de los números que arrojan las encuestas, podemos decir que a 89 días del l de julio, la señora Vázquez Mota y el señor López Obrador, inician la carrera presidencial no sólo derrotados, sino con muy pocas posibilidades de salir del bache que hoy los tiene, literalmente, fuera de la contienda.

Y es que, como están las cosas, la señora Vázquez Mota tiene la obligación de remontar —si es que quiere alcanzar al puntero— por lo menos siete puntos porcentuales por mes, para alcanzar a Peña Nieto. Claro, en la lógica de que el candidato del PRI se mantenga en los números que hoy le dan las encuestas. Es decir, que la candidata del PAN está obligada a subir de manera consistente en las encuestas, en tanto que el candidato del PRI estaría obligado a no moverse.

Pero el asunto no se queda en eso. Existen muchos más elementos de análisis. ¿Es posible que, con el tipo de campaña que realiza la señora Vázquez Mota —una campaña plana, poco atractiva, que nomás no prende— su candidatura pudiera remontar en proporción de siete puntos porcentuales al mes? El realismo político dice que ese escenario es casi imposible. Claro, salvo un milagro. Sólo que debemos recordar que en política los milagros no existen.

Y el caso de López Obrador es aún peor. Remontar los casi 30 puntos de desventaja que tiene frente a Peña Nieto es igual a recuperar diez puntos porcentuales por mes, lo que se antoja aún más difícil que el caso de la señora Vázquez Mota. ¿Por qué? Porque el tabasqueño no sólo lleva una mayor desventaja, sino porque sus spots son aun menos atractivos, y porque su campaña camina sobre una montaña de mentiras.

Sin embargo, y a despecho de los seguidores de Enrique Peña Nieto, no todo está perdido para la señora Vázquez Mota y para el señor López Obrador. ¿Por qué? Porque a pesar de todos los inconvenientes que enfrentan los candidatos azul y amarillo, la elección presidencial de 2012 será ganada por aquel candidato que menos errores cometa.

Montiel, para golpear a Peña

Es decir que la ventaja del puntero priista no es definitiva. ¿Por qué? Porque en cualquier momento se podría producir un tropezón que haría caer el señor Peña Nieto. ¿Un tropezón como cuál? El pretexto es lo de menos. Lo importante sería el efecto que causaría una estrategia de golpeteo y persecución.

Hoy se sabe, por ejemplo, que tanto grupos vinculados al gobierno federal, como estrategas de AMLO, buscan desesperadamente un vínculo entre el escándalo que tiene abierto el ex gobernador, Arturo Montiel y su ex esposa de origen francés. ¿De qué estamos hablando? Elemental, que manos malévolas hacen todo lo posible por conseguir que la ex esposa de Montiel declare en contra de Peña Nieto en Francia, lo que podría ser un golpe demoledor contra el candidato presidencial del PRI.

Y claro, esa posibilidad cuenta, incluso, con una moneda de cambio para el gobierno francés —moneda nada descabellada— y que se llama Florence Cassez. ¿Qué tal el tamaño de las perversidades políticas y de las guerras de las que son capaces —por llegar al poder— los partidos en su ambición presidencial? Pero el recurso de la perversidad política tampoco es todo.

La otra alternativa que tienen los candidatos de la derecha y la izquierda es una alianza de facto —no una alianza formal y menos legal— que se podría pactar entre la señora Vázquez Mota y el señor López Obrador. ¿De qué estamos hablando? En realidad, de un recurso que no es nuevo y que ya le dio buenos resultados al PAN y a las izquierdas en estados como Sinaloa, Oaxaca y Puebla. Es decir, al recurso de las alianzas.

Resulta que entre los estrategas de azules y amarillos no se descarta la posibilidad de que Josefina y AMLO hagan causa común contra Peña Nieto, sea mediante guerra sucia, sea a través de un gobierno de coalición de facto, sea mediante un proyecto de gobierno compartido. ¿Sería posible y pensable esa alianza? Lo cierto es que en una situación extrema, no sería descartable.

Es decir, que ante la hipótesis de que a finales del mes de mayo, ni la señora Josefina, y menos AMLO, hayan logrado repuntar y reducir la distancia que los separa de Peña Nieto, no sólo estarán muertos electoralmente, sino que no les quedará mucho margen de movilidad. En otras palabras, que tendrían que recurrir al extremo de la alianza de facto entre la derecha y la izquierda, contra Peña Nieto.

PRI Y PAN, más de lo mismo

El problema de ese escenario, sin embargo, es que AMLO ya se embarcó en la chabacanería de que el PRI y PAN son lo mismo. Más aún, hoy las huestes de AMLO se han embarcado en la torpeza de estorbar la candidatura de la señora Vázquez Mota, con la intención de bajarla de las encuestas. Sin embargo, no

entienden que la convertirán en víctima. Por lo pronto, si el PAN y el PRI son los mismos, pues serán los mismos que derroten a AMLO.

Pero hay más. Si al final de cuentas la izquierda y la derecha son incapaces de detener el potencial regreso del PRI, estaremos asistiendo al fracaso cultural de las dos corrientes ideológicas que nacieron para echar al PRI del poder, en el último medio siglo. ¿Y qué nos van a decir ante ese fracaso cultural..?. ¡Que los ciudadanos, en tanto potenciales electores, son idiotas..!.

EN EL CAMINO

Sin duda que se fue un grande. ¡Querido Jorge, donde estés, no dejarás de iluminar con tu sabiduría

Riva Palacio - Anagrama de López Obrador



PRIMER TIEMPO: Los lastres de cada día. Cada vez que Andrés Manuel López Obrador se expone al público le preguntan sobre su relación con René Bejarano. Harto de ello, ya sabe que le tiene que dedicar los primeros minutos de a contestar lo mismo, que hace años que no lo ve y que no está cerca de él. López Obrador no ha podido salir del hoyo en que lo tiene Bejarano, quien se inmortalizó en la vida pública mexicana por aparecer en un video llenándose las bolsas con dinero del mecenas del PRD, Carlos Ahumada, cuando era secretario particular del entonces jefe de gobierno del Distrito Federal. Al candidato presidencial no le creen que no sabía para dónde iba ese dinero. La incredulidad de la gente tiene fundamento, aunque no necesariamente López Obrador dice mentiras. El dinero, como en su momento sugirió Bejarano, no era para su bolsa, sino para el apoyo de políticos perredistas que, dicho sea de paso, solían hacer antesala en las oficinas de Ahumada, para recibir sus bolsitas de billetes. El dinero iba a las arcas del PRD, a la sazón encabezado por Rosario Robles, hoy reconvertida en tamborilera de Enrique Peña Nieto, para pagar publicidad en televisión. López Obrador realmente no conocía el detalle de esas operaciones irregulares que se tejían en su entorno, que iniciaron en su campaña para jefe de gobierno en 2000, cuando Robles le dijo que conocía a un empresario (Ahumada) que les ayudaría a financiar la contienda. López Obrador le respondió que él no quería saber de dónde venía el dinero, pero que resolviera el financiamiento. Así se hizo. El dinero de Ahumada se inyectó a su campaña y en la de muchos otros, y contribuyó a que ganaran. López Obrador se lo agradeció a Ahumada con una persecución judicial por corrupción. Cuando Ahumada se ahogaba difundió los videos de Bejarano y otros perredistas recibiendo dinero. Ahumada se fue a la cárcel; Bejarano a la ignominia. Otros que recibieron dinero son ahora candidatos o fueron perdonados. López Obrador, como juarista que es, aplicó su ley, gracia para los amigos, y aplicación llana para los demás. No supo los recorridos del dinero, pero se benefició de él. Fue discrecional en los castigos y en la impunidad. Culpa de ello, sí tiene.

SEGUNDO TIEMPO: El costo de una metáfora de protesta. Otro lastre de 2006 que arrastra Andrés Manuel López Obrador es el plantón sobre Paseo de la Reforma que violó la constitución en lo que a libertad de tránsito de millones de mexicanos, con el aval del jefe de gobierno interino, Alejandro Encinas. López Obrador siempre ha dicho que fue necesario para evitar la violencia ante el robo que le hicieron en las urnas, pero quien recorría en aquellos tiempos los kilómetros de campamentos instalados sobre la gran avenida de la capital, los recuerda prácticamente vacíos a toda hora. Fue un símbolo de protesta, no una canalización real de grupos violentos. Más de 50 mil personas que trabajaban en esa zona de la ciudad de México perdieron sus empleos, y hubo decenas de establecimientos comerciales que quebraron. El daño político fue letal para López Obrador, que en su campaña postelectoral perdió a las clases medias y a las altas que habían apostado por él. Le faltó altitud de miras estratégicas y ahora revisa cómo darle la vuelta. Ya le propusieron que pida perdón por el plantón, pero soberbio como es, la palabra le produce escozor. ¿Y por qué no decir simplemente que se equivocó? Cuando menos, un primer rasgo de humildad no le caería mal a quien vuelve a aspirar por la Presidencia como un remedo de candidato del que hace seis años fue.

TERCER TIEMPO: Es el momento para recordar a los chinos. El abanderado de todas las izquierdas para la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador, sigue revolviéndose en sus confusiones y contradicciones, con la retórica de la República Amorosa que lo sigue metiendo en problemas. La última fue esta semana, cuando su principal aliado, que se lanzó literalmente de panza a las calles para obstaculizar el arranque presidencial de Felipe Calderón, se sintió traicionado y casi rompe con él. Gerardo Fernández Noroña, su diputado francotirador, dijo no perdonarle a su jefe político que éste sí perdonara a Calderón, ahora que está de amoroso. Dijo que López Obrador está rompiendo la línea política que ha sostenido todos estos años por lo que ahora lo repudia. Tiene razón Fernández Noroña, pues López Obrador pudo sobrevivir todo el sexenio gracias al núcleo duro de la izquierda social que compró ese boleto político. Pero el candidato sabe que ese segmento del electorado no le da para ganar la elección, y necesita a los no militantes que perdió en 2006. ¿Tendrá el análisis costo-beneficio si se vacía de beligerancia? ¿Tendrá la valoración del impacto que costará esta estrategia con el voto duro que parecía tener amarrado pese a cualquier tormenta? Como todo en este momento para él, como dice el anagrama chino donde crisis también significa oportunidad, y la decisión tiene que ser estratégica para lograr el resultado que se busca. El problema es que López Obrador ha probado ser un mal estratega electoral y no ha dado prueba aún que, como en las otras facetas de su vida política, haya madurado.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

Riva Palacio - Portarretrato: Calderón




En el mismo escenario donde hace casi seis años celebró su llegada a la Presidencia, a ocho meses de dejarla Felipe Calderón se despidió de México. No fue una claudicación de su mandato, sino una puesta en escena de su último momento de pleno poder. Una ley electoral que le prohíbe hablar hasta después de la elección presidencial lo transporta al momento en que cuando recupere el habla pública ya se sabrá quien lo releva en el cargo, y el poder se habrá transferido a quien represente el futuro, no el pasado. Esta semana que era su última oportunidad, la aprovechó.


De ahí viene quizás uno de los discursos más emotivos de su sexenio, más intimista, más vulnerable en términos anímicos. De ahí quizás el señalar, de quien se siente poseedor de lo que los más no tienen, del privilegio y el honor de haber servido a su país. De ahí también que haya hecho un recuento pormenorizado de lo que considera sus logros y su legado. Calderón fue criticado por sus adversarios y en los medios, donde sugirieron que fue un acto anticipado de campaña. Dada su historia, seguramente tienen razón.


Desde el primer momento de su administración, Calderón se dedicó a preparar su sucesión. Todas las semanas –generalmente los miércoles- se reunía con sus asesores y estrategas electorales para analizar el desarrollo político del país y preparar cada una de las elecciones. En términos cuantitativos el balance no ha sido lo positivo que esperaban, pero en términos cualitativos, ha sido mayor de lo que se ve en fuera de Los Pinos.


En las elecciones para gobernador en 2009, en medio de crisis económicas y críticas crecientes por la guerra contra el narcotráfico, con los pronósticos de que el PRI arrasaría en las 10 gubernaturas en juego, en un tejido de alianzas con la oposición le arrancó tres que pensaban en la bolsa, Oaxaca, Puebla y Sinaloa, que eran reductos históricos priistas. No ganó el PAN en Veracruz, pero su candidato, Miguel Ángel Yunes, alcanzó la votación más alta en la historia del partido en el estado, y el año pasado en Michoacán, donde contendió por la gubernatura su hermana Luisa María Calderón, fracasó en el intento pero los números de votos superaron el tope histórico del partido en la entidad.


Calderón no es un improvisado, como sugieren muchos de sus críticos, pero sí un político que aprovecha las oportunidades en función de las encuestas de opinión. Un ejemplo fue en vísperas del debate en la Suprema Corte de Justicia sobre la liberación de Florence Cassez, cuando después de una semana de dejar abandonado a su suerte política y mediática al secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, y tras ver los estudios que mostraban a casi el 90% de los mexicanos pedía se quedara en la cárcel, se subió al tema con la improvisación del final de un discurso en Veracruz para presionar públicamente a los ministros para que se la negaran.


El evento del miércoles pasado en el Auditorio Nacional, que llamó “Democracia y Rendición de Cuentas”, es otro ejemplo mal calibrado en la opinión pública. Es cierto que hizo el más amplio recuento de su administración, pero ante todo inyectó un antídoto a lo que consideran sus colaboradores podría ser una campaña en su contra durante estos tres meses que la ley lo obliga a callar. En su equipo consideran que las críticas a Calderón se centrarán en la falta de democracia –sus escaramuzas públicas con los poderes Legislativo y Judicial-, y la rendición de cuentas –enfocado a los miles de muertos sin nombre en la lucha contra la delincuencia organizada-, por lo que se veía obligado a plantear preventivamente sus respuestas.


Calderón no es un hombre derrotado por las circunstancias. Al contrario. A decir por la línea discursiva sobre la guerra contra el narcotráfico, lineal y consistente a lo largo del sexenio –ni había otro camino, ni rectificaría la estrategia, ni daría un paso atrás-, se percibe como un Presidente de sacrificio que hizo lo que ningún otro se había atrevido a hacer, enfrentar frontalmente al crimen organizado, y por lo cual, en las paradojas de la cultura mexicana, es ampliamente reconocido en el extranjero por los méritos que aquí se leen como actos de gobierno irracionales, brutales y, en varios sentidos, hasta ilegales. El choque con grupos de interés en México, que quieren pasarle la factura a él y a su gabinete, ha propiciado financiamientos ocultos para que se inicien juicios en cortes internacionales donde lo quieren acusar de genocidio, pero no se arredra.


Como Presidente, ya se está preparando para enfrentar su séptimo año de gobierno, aquél donde todo mandatario –casi sin excepción- regresa a la realidad de lo ordinario, generalmente en un entorno de soledad política. Pero para su último semestre de gobierno, Calderón estableció los términos del choque este miércoles, al dejar un arsenal con suficiente munición para que haga uso de ella Josefina Vázquez Mota, la candidata presidencial de su partido, y tengan con qué respaldarla los panistas y con qué defenderlo sus leales.


Calderón cerró la boca gritando, enfundado en la casaca de guerrero que ha vestido todo el sexenio y listo para el último tramo de su pelea, que a diferencia de su mandato presidencial que se extiende hasta el último día de noviembre, concluye el 1 de julio, cuando emerge la nueva cabeza del Ejecutivo y empieza el ocaso del Presidente de la República que nunca, efectivamente nunca en su caso, dejó de ser jefe político, estratega electoral, y un hombre ideológicamente motivado para que el poder conquistado por la derecha, se quede en el sitio que ocupa desde hace 12 años.


Leído en http://www.ejecentral.com.mx/portarretrato-calderon/

Datos de Sin Embargo ¿cuánto nos cuesta cada voto?

A partir de este viernes 30 de marzo y hasta el próximo miércoles 27 de junio, los cuatro candidatos oficialmente registrados tratarán de “vender” su oferta política a los 79 millones 289 mil 123 ciudadanos que el Instituto Federal Electoral (IFE) tiene inscritos en su lista nominal y conseguir la victoria en los comicios federales que se realizarán el próximo domingo 1 de julio.

Aunque esa venta, veremos aquí, no es gratuita. Cada voto de la próxima elección costará a los mexicanos 17.3 dólares. De acuerdo con un informe publicado en diciembre de 2011 por la Organización de Estados Americanos (OEA), Estados Unidos es el país de América que más dinero emplea por votante (27.8 dólares), seguido de Brasil (19.9), México (17.3), Uruguay (16.2) y Honduras (10.2). Sin embargo, claro, eso no justifica que nuestro país, dadas las condiciones económicas, políticas y sociales que prevalecen, derroche ese dinero en campañas que, al final, tienen como los mayores beneficiarios a las cadenas de televisión y radio.

Vea usted porque lo decimos: En total, el IFE recibió alrededor de 14 mil 953.9 millones de pesos para organizar las elecciones federales de este año. Este monto representa unos 1,189.1 millones de pesos más caros que los comicios de 2006. Y es que Josefina Vázquez Mota (PAN), Enrique Peña Nieto (PRI-PVEM), Andrés Manuel López Obrador (PT-PRD-MC) y Gabriel Quadri de la Torre (Panal) no son los únicos que compiten en este proceso electoral.

El 1 de julio se elegirán también 500 diputados, 300 por mayoría relativa (voto directo) y 200 de representación proporcional, equivalentes a las diputaciones que logren los partidos en los 300 distritos electorales. En el Senado se votarán 128 legisladores, 64 por el principio de mayoría relativa en cada uno de los 31 estados y el Distrito Federal, 32 senadores elegidos por el principio de primera minoría y 32 senadores por el principio de representación proporcional. Además se votará por gobernadores en Yucatán, Jalisco, Guanajuato, Morelos, Chiapas y Tabasco, mientras que la Ciudad de México elegirá a su Jefe de Gobierno.

En este sentido, se renovarán congresos locales en 14 estados, la Asamblea Legislativa y los jefes delegacionales en el Distrito Federal. Para realizar este proceso, el IFE, que lidera el consejero presidente Leonardo Valdés Zurita, aprobó que el tope de gastos de campaña –sólo para los candidatos presidenciales– no podrá ir más allá de los 328 millones 608 mil 267 pesos.

La mayor parte del dinero que usarán los candidatos se canalizará a la difusión de spots en radios y televisión. En estos 90 días se transmitirán cerca de 20 millones de anuncios, a través de 2 mil 300 cadenas de comunicación a lo largo y ancho del país. De éstos, 3 millones los usará el IFE en información de servicio a la ciudadanía y 17 millones se destinarán a los partidos.

En los próximos tres meses, cada cadena transmitirá unos 96 spots al día, entre las 6:00 y las 24:00 horas; es decir, si usted tiene una estación o canal de televisión favorito prepárese para escuchar y ver 18 horas diarias de proselitismo.


Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/30-03-2012/5978. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX

UN POEMA DE:

OLIVERIO GIRONDO.
(1891-1967)



!TODO ERA AMOR!

¡Todo era amor... amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche...
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M, con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor... ¡y nada más que amor!






Mario Benedetti - El hombre que aprendió a ladrar.

Mario Benedetti
(1920-2009)

Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desalineamiento en los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar. ¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se autoflagelaba con humor: "La verdad es que ladro por no llorar". Sin embargo, la razón más valedera era su amor casi franciscano hacia sus hermanos perros. Amor es comunicación.

¿Cómo amar entonces sin comunicarse?

Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta y dialogaban sobre temas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo.

Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: "Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinás de mi forma de ladrar?". La respuesta de Leo fue bastante escueta y sincera: "Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano."

Leído en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/benedett/el_hombre_que_aprendio_a_ladrar.htm

¿Y QUIÉN TE ATA?




Angustiado, el discípulo acudió a su instructor espiritual y le preguntó:

 - ¿Cómo puedo liberarme, maestro?

 El instructor contestó:

 - Amigo mío, ¿y quién te ata?

 * El Maestro dice: La mente es amiga o enemiga. Aprende a subyugarla?

 Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle.

Leído en: http://es.scribd.com/doc/64467643/101-cuentos-clasicos-de-la-India