30 Nov. 13
Un año después, la osadía y la determinación mostradas al inicio del sexenio se ven tentadas por la desesperación y el desconcierto en el ejercicio de gobierno.
La reforma de la educación no aterriza. La reforma de las telecomunicaciones no se reglamenta. La reforma hacendaria afronta la adversidad económica. Y el haber aceptado atar la reforma político-electoral a la energética amenaza con producir una legislación hecha sobre las rodillas y otra sin asegurar lo que pretende. Ambas sin destino cierto.
A esa circunstancia se suman otras cuestiones: la acción de gobierno no se manifiesta y sí, en cambio, la corrupción política y la actividad delincuencial -crímenes ambos contra la sociedad- atentan contra la esperanza, mientras la economía frena el crecimiento.