martes, 5 de junio de 2012

Invitacion : Las Grandes Divas del Rock !!!

Propuestas Juan José.

Sin importar quien gane las elecciones esto es lo que me gustaria:

1) Que se descentralicen los programas de gobierno. ejemplo: SEDESOL en vez de tener una delegación en N.L, que mejor le inyecte el 100% de sus recursos a su equivalente estatal. Así el país ahorra gasto corriente y el Estado cuenta con mas recursos para gestión. SEDESOL actuaria como administrador. 



 2) Homologar secretarias y programas. ejemplo SEDESOL se puede homologar con la CDI COMISION
NACIONAL PARA EL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS INDIGENAS. Estas secretarias tienen funciones en común como el combate a la pobreza extrema. Considero que se deben homologar por que la razón de apoyar indígenas es por cuestiones de pobreza no de raza. Y si de protección a su cultura se trata CONACULTA puede hacerse cargo. Asi volvemos a ahorrar gasto corriente. 



 3) Mas plataformas petroleras en aguas profundas. EUA tiene muchas mientras México tiene entre 1 - 5 (no encontré el dato). Asi aumentaría la producción de PEMEX. 



 4) (no tienes que estar de acuerdo) Para eliminar el subsidio de CFE y bajar un poco el precio de la luz: contruccion de reactores nucleares en ciudades de mas de un millón de habitantes. De esta forma CFE puede volverse competitiva, generar ingresos, y nosotros ahorrar dinero en luz para incentivar el consumo. 



 5) NO AL IVA UNIVERSAL (alimentos y medicinas) (con todo lo anterior lo mas probable es que sea innecesario) En caso de ser necesario que el iva solo sea del 10%, no del 16%. 



 6) Fiscalizar los sindicatos. 



 7) Exigir a SEP que el examen de plaza de los maestros la calificacion aprobatoria sea 60 no 30!!!.

Sheridan - La democracia en quebrados


Se comienza a discutir la necesidad de educar a los votantes sobre la
manera de lograr que su voto cuente y no sea anulado por la comisión de
un error. Y hay que hacerlo porque la metodología tiene un grado de
complejidad que, me temo, rebasa la capacidad intelectual de no pocos
votantes y, en consecuencia, propiciará descalabros de toda índole. Ya
se habla de “educar para evitar la confusión”. Pues decir eso ya
equivale, en México, a aceptar que la confusión será inevitable.

En estas elecciones se podrá votar de muchas formas. Mala idea. Gracias
a las coaliciones entre los partidos, va a existir una buena cantidad de
combinaciones. Por ejemplo, hay sólo cuatro candidatos a la presidencia,
pero habrá doce formas de votar por ellos. AMLO puede ser votado de
siete maneras, válidas todas ellas, y Peña Nieto de tres (y Josefina
sólo de una). Por ejemplo: AMLO figurará en las boletas como candidato
del PRD, el PT y el MC. Si usted tacha esos tres partidos -o sólo dos, o
sólo uno- contará como un solo voto para AMLO. (Lo mismo con EPN y sus
partidos: PRI y PVEM.)

El asunto es que si tacha usted dos o tres partidos, además del voto por
su candidato, dará un voto a cada partido. (Si los partidos que tache
están coaligados, su voto vale, si no están coaligados, se anula.) Los
escrutadores darán así un voto al candidato y un cacho de voto a cada
partido tachado, porque si usted tacha los tres partidos de AMLO -por
ejemplo- le da 1/3 de voto a cada uno. Los escrutadores, de este modo,
llevarán dos cuentas: la de los votos que obtuvo el candidato, y la de
las fracciones de voto que se corresponderán a cada partido. El otro lío
es que hay lugares en los que están coaligados para presidente y
senadores, pero no para diputados y presidente, etcétera…

¿No entendió? No se preocupe: faltan 25 días y el código electoral,
COFIPE, sólo tiene 404 artículos
(http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/tcfed/4.htm).

Por lo pronto, imaginarse a los ciudadanos escrutadores haciendo
quebrados creo que descarta, de entrada, cualquier posibilidad de que el
famoso “conteo rápido” llegue a suceder. Es más, apuesto a que va a
pasar un promedio de tres semanas y un tercio para que cada casilla
logre hacer los quebrados y complete las actas a satisfacción de las
partes-partidos. Previsiblemente, serán semanas llenas de
manifestaciones gritando “fracción de voto por fracción de voto” y
corretizas de algoritmos.

Durante décadas votar fue fácil. Las instrucciones se reducían al
tajante imperativo VOTA ASI: PRI. Era imposible equivocarse (incluso si
se votaba por otro partido). Los elementos no podían ser más simples: un
círculo con el escudo del PRI adentro y la orden de tacharlo con una
crayola. Punto. Las únicas competencias requeridas eran conocer los
colores del lábaro patrio y la destreza suficiente para atinarle con un
tache.

La culpa del relajo que se va a armar (porque se va a armar) se debe
sobre todo a esta ocurrencia de que un candidato represente al mismo
tiempo a un partido y a uno o más partiduchos. Si durante cien años se
repitió que tachar más de un partido mataba al voto, ahora hay que
aprender que tachar más de un partido engorda el voto. Según la ley
electoral en vigor, ningún ciudadano puede estar afiliado a más de un
partido, pero los candidatos no sólo pueden, sino hasta se hacen
postular por más de un partido que es, a la vez, idéntico pero diferente.

No sé si esto obedece a la versatilidad de los candidatos o a la
esquizofrenia de los partidos, o viceversa, o ambas cosas a la vez, pero
así es. Tampoco entiendo por qué si los partidos son diferentes, y
reciben dinero público para ser diferentes, a la hora de postular
candidato se hacen idénticos.

Y, para terminar, tampoco entiendo por qué si el COFIPE dice con toda
claridad (en su artículo 4.2) que “el voto es universal, libre, secreto,
directo, personal e intransferible”, hay un ciudadano como Manuel Espino
que dice tener un millón de votos y una ciudadana Elba Esther que tiene
tres.

Supongo que es un problema de quebrados.

Leído en http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2012/06/58831.php

Federico Reyes Heroles - Dilema

La tendencia no está del todo confirmada. El anuncio de que AMLO empataba y después desplazaba lentamente a JVM viene de semanas atrás y proviene de varias casas encuestadoras. Sin embargo ninguna de ellas lo situaba cerca de EPN. El estudio más reciente de “Reforma” presenta un panorama muy diferente en el cual el candidato de las izquierdas podría estar ya en empate técnico con el puntero. Insisto, las cifras son todavía una excepción entre los ejercicios, incluido el cotidiano de “Milenio”. De confirmarse el giro radical, la que parecía ser una aburrida elección con un puntero muy lejano podría plantear a muchos mexicanos un dilema.

De seguir la mecánica de otras elecciones tanto locales como internacionales, las competencias de tres terminan decantándose en carreras de dos. Se trata de una segunda vuelta virtual en la cual el elector de la opción que se desploma a un lejano tercer lugar tiene que optar ya no por su predilección, sino por la opción que considere menos mala. Recordemos la reelección de Chirac frente al amenazante Le Pen. Vázquez Mota no se ha desplomado, en la propia encuesta de “Reforma” conserva un 23% que no es sinónimo de desplome, aunque en total habría perdido alrededor de 10 puntos. Pero insisto, suponiendo que en los próximos días se confirmara este cambio radical de las tendencias, estaríamos ante el encadenamiento de actos insólitos. El primero es la muy fuerte reducción de los negativos de AMLO, que se conservó durante años como campeón en la materia. El segundo es una caída en las opiniones favorables de EPN, a pesar de un arranque estelar. El haber permanecido como puntero durante meses lo expuso a concentrar los ataques. Tercero y también por confirmar, un fuerte rechazo de los jóvenes a EPN, que no hace mucho se inclinaban por el PRI como mejor opción.

En ese escenario, dos opciones con posibilidades reales, EPN y AMLO, el mayor dilema recaerá en los electores panistas que quieran utilizar su voto para impedir: a) que llegue EPN, b) que llegue AMLO. Según los datos publicados ayer por “Reforma” los independientes y los simpatizantes panistas tenderían a inclinarse por AMLO. Mientras casi la mitad de los seguidores de Quadri lo harían por EPN. Aquí una suma aritmética simple no basta, pues desconocemos en qué proporción los simpatizantes del PAN y de JVM se irían por el voto útil. Pero algo indican las cifras. Como en 2006, sería el voto anti EPN y PRI o anti AMLO lo que podría determinar al vencedor. Conociendo el posicionamiento del ex presidente Fox y las duras respuestas de sus correligionarios, es claro que el panismo está dividido.

Los cálculos en esta hipótesis de trabajo hoy todavía tienen un enorme contenido especulativo. Falta por confirmarse lo que hoy muchos miran como una anomalía en el estudio de “Reforma” –el empate técnico de EPN y AMLO–, dato central de todo el escenario, que contradice a un buen grupo de casas encuestadoras que dan un amplio margen al priísta. Pero quizá lo más interesante es la radiografía del discurso político imperante. El antipriísmo viene de lejos, pero fue en la campaña de Fox donde logró su mayor triunfo. La versión de los 70 años de oscuridad y el amanecer panista caló en muchas conciencias.

Para este grupo el regreso del PRI supone la reinstalación de los peores lastres nacionales. (Sugiero los materiales de Marco Provencio en Milenio: “El regreso ¿de qué?, ¿de quién?” I y II, mayo 25, junio 1o.). En esa lectura que llevó a Fox al poder, el retorno del PRI de los últimos años en municipios, ciudades y entidades muy importantes resulta imposible de explicar. O los mexicanos son suicidas o la tesis de la oscuridad no está en la memoria profunda de muchos ciudadanos. Una nueva Presidencia priísta simplemente escapa a su lógica. La alternancia servía para sacar al PRI como objetivo principal. Pero resulta que 12 años después algo han hecho bien en ese partido –postulación de candidatos, campañas, etcétera–, pues en pocos años han logrado invertir su mala imagen. Por otro lado, los gobiernos panistas y perredistas también han estado manchados de problemas, de falta de profesionalismo y de corrupción. Para un ciudadano común el triste espectáculo está en todas partes. Nadie puede clamar pureza.

En la evidente polarización del elector también ronda la idea de “es un peligro para México” atribuido hace seis años a AMLO por los panistas que ahora podrían enfrentarse a un dilema terrible: quién es más peligroso. Si de verdad AMLO lo fuera, cómo ha logrado engañar a tantos. Esos postulados de campaña envenenaron mucho a México. Decir que las televisoras controlan al electorado es una gran ofensa a los electores. En 88 Cárdenas, sin televisión, escaló asombrosamente. En 2003, a pesar del bombardeo de spots de la presidencia azul, el PAN retrocedió. El odio juvenil a las televisoras merece menos pasión y más información. Con sus cifras “Reforma” introdujo algo de suspenso, que es de lo que vivimos los de este oficio.


Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/dilema

Mario Vargas Llosa - ¿Por qué Grecia?

Mario Vargas Llosa
En aquella cena, hace ya varios años, me sentaron junto a una señora de edad que cubría sus ojos con unos grandes anteojos oscuros. Era amable, elegante, hablaba un francés exquisito y, pese a que hacía grandes esfuerzos por disimularlo, en todo lo que decía y opinaba se traslucía una enorme cultura. Sólo a media cena advertí, por las grandes precauciones con que manejaba los cubiertos, que era ciega o, cuando menos, que su visión era mínima. Sólo después de despedirnos, averigüé que Jacqueline de Romilly era una gran helenista, catedrática de griego clásico en la École Normale y en la Sorbona, la primera mujer en ser elegida miembro del Colegio de Francia y una de las pocas representantes del género femenino en la Academia Francesa.

El primer libro suyo que leí, Pourquoi la Grèce?, me deslumbró tanto como su persona. Aunque lo que dice y cuenta en él ocurrió hace veinticinco siglos, es de una extraordinaria actualidad y su lectura debería ser obligatoria en estos días para aquellos europeos que, espantados con lo que está ocurriendo en Grecia, su deuda vertiginosa, su anarquía política, su empobrecimiento pavoroso y la ascensión de los extremismos fascista y comunista en sus últimas elecciones, creen que la salida de ese país de la moneda única, e incluso de la Unión Europea, es inevitable y hasta necesaria.

El libro cuenta cómo la joven Jacqueline leyó en sus años escolares a Tucídides y cómo la impresión que hizo en ella uno de los dos fundadores de la disciplina histórica (con Heródoto) orientó su vocación a los estudios de la Grecia clásica, a la que dedicaría su vida. El ensayo pasa revista, de manera clara, entretenida y profunda –rara alianza para una especialista– a ese milagroso siglo V antes de nuestra era en el que la historia, la filosofía, la tragedia, la política, la retórica, la medicina, la escultura alcanzan en Grecia su apogeo y sientan las bases de lo que con el tiempo se llamaría la cultura occidental. Homero y Hesíodo son bastante anteriores al siglo V, desde luego, y hay artistas, pensadores y comediógrafos posteriores a ese marco temporal. El ensayo no vacila en retroceder o avanzar para incluirlos en el legado griego, aunque el grueso de lo que llama "una visita guiada a través de los textos" se concentra en ese pequeño período de cien años en que en el reducido espacio del mundo heleno hay como una eclosión frenética, enloquecida, de creatividad en todos los dominios del espíritu, con ideas, modelos estéticos, patrones intelectuales, inventos y descubrimientos, gracias a los cuales la civilización del logos tomaría una distancia decisiva respecto a todas las otras culturas del pasado y de su tiempo y, sin pretenderlo ni saberlo, cambiaría para siempre la historia del mundo.

Jacqueline de Romilly muestra que en Grecia nacieron, o cobraron una realidad y dinamismo que nunca tuvieron antes en la vida social de pueblo alguno, los factores determinantes del progreso humano, como la democracia, la libertad, el derecho, la razón y el arte emancipados de la religión, las nociones de igualdad, de soberanía individual, de ciudadanía, y una manera absolutamente nueva de relacionarse el hombre con el más allá y con los dioses, además, por supuesto, de una idea de la belleza y de la fealdad, de la bondad y la maldad, de la felicidad y la desdicha, que, aunque con los inevitables matices y adaptaciones que ha ido imponiéndoles la historia, siguen vigentes.

Maravilla que un pueblo tan pequeño y tan poco cohesionado políticamente, hecho de unas cuantas ciudades y colonias repartidas por Europa y el Asia menor, que conservaban un enorme margen de autonomía entre ellas, un pueblo tan instintivamente reticente a conformar un imperio, a practicar el imperialismo y a someterse a la prepotencia de un tirano (como hicieron todos los otros) haya sido capaz de dejar en la historia de la humanidad una huella tan honda, tan presente todavía tantos siglos después, en tanto que casi todos los otros grandes imperios o civilizaciones –los persas y los egipcios, por ejemplo– sean ahora sobre todo, sin olvidar ninguna de sus maravillas, piezas de museo.

No fue un accidente, ni obra del azar, hubo razones para ello y el libro de Jacqueline de Romilly las hace desfilar ante nuestros ojos con la misma desenvoltura, belleza y elegancia con que su conversación me hechizó a mí aquella noche. Los diálogos socráticos y platónicos, además de una manera de filosofar, nos explica, enseñaron a los seres humanos que conversar, hablar en grupo, es una manera más civilizada y ética de convivir que dando órdenes u obedeciéndolas, una forma de la comunicación que reconoce o establece de entrada una igualdad de base, una reciprocidad de derechos, entre los interlocutores. Así fue surgiendo la libertad, desanimalizándose el hombre, naciendo de verdad la humanidad del ser humano. 

Esta demostración en Pourquoi la Grèce? no aparece como un discurso abstracto, sino a través de comentarios y de citas literarias, porque, como su autora no se cansa de repetirlo, todo aquello que constituye una cultura está esencialmente representado en sus obras literarias, y la verdadera crítica es aquella que escudriña la poesía, la narrativa, el drama, los ensayos que una sociedad produce en busca de esas verdades recónditas que alimentan su imaginación e impregnan las aventuras y los personajes a que sus artistas dieron vida para aplacar la sed de absoluto, de vivir otras vidas, de sus gentes.

"Sin saberlo, respiramos el aire de Grecia a cada instante", dice en una de sus páginas. No es la menor de las paradojas que los griegos, que nunca conquistaron a pueblo alguno y sólo combatieron en defensa de su libertad, hayan dominado luego discretamente al mundo entero, empezando por Roma, cuyas legiones creyeron apoderarse de Grecia sin esfuerzo, cuando, en verdad, sería el pueblo vencido el que terminaría por infiltrarse en la mente, el espíritu y hasta la lengua del conquistador (El ensayo revela que, durante buen tiempo, fue de buen gusto entre las familias romanas contemporáneas de Cicerón y de Virgilio hablar en lengua griega).

Es verdad que la Grecia de nuestros días es muy distinta de aquella donde se construyó el Partenón, en la que peroraba Solón y esculpía Fidias sus estatuas. En los veinticinco siglos intermedios su pueblo ha experimentado acaso más infortunios y catástrofes que la mayoría de los otros: guerras externas e internas, ocupaciones que por siglos acabaron con su libertad, tiranías y segregaciones que varias veces amenazaron con desintegrarla. Esta mañana leo en el International Herald Tribune una espeluznante descripción del estado de su economía, los grotescos privilegios de que han gozado en todos estos años sus armadores, banqueros y empresarios más prósperos, exonerados de pagar impuestos, y las fortunas que han fugado y siguen fugando del país hacia Suiza y los paraísos fiscales más seguros del planeta, en tanto que el pueblo griego se sigue empobreciendo, viendo encogerse sus salarios o pasando al paro, a la mendicidad y al hambre.

Ante este panorama, lo que debería sorprender no es que muchos griegos hayan votado en las últimas elecciones por nazis y extremistas de izquierda; sino, más bien, que haya todavía tantos griegos que sigan creyendo en la democracia, y que las encuestas para la próxima elección señalen que los partidos de centro izquierda, centro y centro derecha, que defienden la opción europea y aceptan las condiciones que ha impuesto Bruselas para el rescate griego, podrían obtener la mayoría y formar gobierno.

Mi esperanza es que así sea porque, simplemente, Grecia no puede dejar de formar parte integral de Europa sin que ésta se vuelva una caricatura grotesca de sí misma, condenada al más estrepitoso fracaso. Europa nació allá, al pie de la Acrópolis, hace 25 siglos, y todo lo mejor que hay en ella, lo que más aprecia y admira de sí misma, incluyendo la religión de Cristo –una de las páginas más hermosas del ensayo de Jacqueline de Romilly explica por qué buena parte de los Evangelios se escribieron en lengua griega–, así como las instituciones democráticas, la libertad y los derechos humanos tienen su lejana raíz en ese pequeño rincón del viejo continente, a orillas del Egeo, donde la luz del sol es más potente y el mar es más azul. Grecia es el símbolo de Europa y los símbolos no pueden desaparecer sin que lo que ellos encarnan se desmorone y deshaga en esa confusión bárbara de irracionalidad y violencia de la que la civilización griega nos sacó.

debate@debate.com.mx

Leído en: http://www.debate.com.mx/eldebate/Articulos/ArticuloOpinion.asp?IdArt=12130535&IdCat=6115










Andrés lajous - Andrés Manuel López Obrador: Y la máquina seguía...


FORO PARALELO COMPARTE LA SERIE ¿QUIÉNES SON? BIOGRAFÍAS DE LOS CANDIDATOS PRESIDENCIALES  HOY PUBLICAMOS LA DE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR. 

MAÑANA LA DE JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA Y PASADO MAÑANA LA DE ENRIQUE PEÑA NIETO.

Andrés Manuel López Obrador: Y la máquina seguía...

El candidato critica, propone, se compromete. Se le oye firme, asertivo. Enfatiza tres temas: la honestidad, el presupuesto, la movilización electoral. Funge como correa de transmisión entre el público y sus compañeros de templete: dirigentes y candidatos de la coalición Movimiento Progresista, su propia elite política. Le pide al público “no echar en saco roto el llamado a la unidad de las izquierdas”. Les pregunta: “¿Nos vamos a unir?”. Al ver las manos alzadas, él mismo se ríe, y dice: “La verdad es que está mal planteada mi pregunta, no le debo pedir a ustedes la unidad, es acá, estos son los del problema”; entre risas se voltea y repite la pregunta a los dirigentes del PRD, PT y Movimiento Ciudadano (antes Convergencia).
López
El mitin es en Ciudad Nezahualcóyotl, en el Estado de México. Se lleva a cabo en un cruce de calles, sobre la obra detenida de la segunda línea del Mexibús —que el gobierno del Estado de México se comprometió a construir y a la que no se le ve final—. Las épocas no son de jauja para las izquierdas, y aunque está lleno de banderas amarillas, rojas y naranjas, se alcanza a ver a un par de cuadras la plaza municipal ocupada por un evento institucional. En Twitter el rumor es que el municipio ocupó la plaza para no prestarla al adversario del ex gobernador Peña Nieto. Una narrativa que tiene perfecto sentido para miles los seguidores de López Obrador, y provoca rechazo entre sus detractores. Los obstáculos los ponen sus adversarios, suele argumentar.


De Pellicer al Frente Democrático Nacional
Primeras experiencias decisivas para López Obrador, fueron su relación con el poeta Carlos Pellicer, su trabajo con los indígenas chontales y su colaboración con el académico y gobernador de Tabasco, Enrique González Pedrero.

Pellicer le dio entrada a la vida política por primera vez en 1976, cuando al poeta le ofrecieron la candidatura del PRI al Senado. Era uno de tantos intentos vacuos de legitimar una campaña presidencial que sólo tenía un candidato. Pellicer aceptó, diciendo que sería “el senador de los chontales”. Invitó a su campaña al joven López Obrador, quien era parte de un grupo de estudiantes tabasqueños que asistían a tertulias en su casa en el DF.

Pellicer era un personaje respetado no sólo por su obra poética, también por ser un hombre de letras comprometido, a la vez católico y anticlerical, religioso y socialista. Su fe y su ideología eran una mezcla extraña. En 1937 escribió sobre la guerra civil española: “No sería raro que las ideas comunistas se transformen bajo la influencia del cristianismo.
Los comunistas empiezan a darse cuenta de la poca solidez espiritual del comunismo y por eso buscan acercarse a la Iglesia”.1 En 1973 escribió un poema sobre la revolución como transformación moral y exaltación de valores cristianos: ¿La Revolución?/ No se detiene nunca, siempre tiene qué hacer./ Es la lucha de todos los días contra nosotros mismos./ Contra el egoísmo, contra las ambiciones desmedidas,/ contra la indiferencia, contra la hipocresía./ La verdadera alegría es dar,/ pelear por los que tienen hambre...2

Este Pellicer que daba un sentido político a los valores cristianos es el que marcó a López Obrador, al punto de hacerlo definirse con el tiempo como “de izquierda y pelliceriano”.

Lo que parece el giro más reciente en su discurso, en el que usa alusiones a la moral para definir la “república amorosa”, no es del todo novedoso. Tampoco su cristianismo. Uno de los capítulos de Tabasco, víctima del fraude electoral (1990), empieza diciendo: “Cristo fue un luchador social, un hombre que defendió a los pobres de los poderosos de su tiempo... Concibo al cristianismo como una doctrina de liberación”.

Sus referencias cristianas han generado la creencia de que López Obrador es miembro de una iglesia protestante, pero no hay evidencia de ello. Según Héctor Zagal y Alejandro Trelles este rumor se dio por hecho en la revista Quién, la cual afirmó que López Obrador asistía a un templo evangélico.4 Hay en cambio mucha evidencia de que es católico. Hay evidencia, también, de que bajo la influencia de Pellicer la palabra cristianismo adquirió el sentido político que López Obrador le da en su discurso.5 Pese a las referencias de valores cristianos, AMLO mantiene cierta distancia con los temas religiosos. Insiste en la separación Iglesia-Estado, y al hacerlo contribuye a la especulación sobre su filiación religiosa. Según una de sus hermanas, “él no dice cuál es su religión, tal vez para que no le cause problemas con otras religiones”.6 En la mayor parte del país esa indefinición no tiene mucho sentido. En Tabasco, sin embargo, adquiere un carácter estratégico por su larga historia de diversidad religiosa: la adscripción a alguna religión puede tener consecuencias electorales. Incluso en el libro sobre la elección en Tabasco de 1988, López Obrador sostiene que la jerarquía católica se mostró tolerante al defender la libertad del voto, mientras que la jerarquía de las iglesias protestantes se sumó a la campaña en su contra. De aquella experiencia habrá tomado como lección mantenerse alejado de “las creencias de las personas”. Así, el laicismo es parte de una estrategia electoral con la que justifica someter a consulta la despenalización del aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo.

Pellicer murió poco tiempo después de su elección como senador, y Andrés Manuel empezó a trabajar como delegado del Instituto Nacional Indigenista (INI) en la zona Chontal, gracias a las gestiones del poeta. Su trabajo, durante cinco años, consistió en organizar a las comunidades indígenas para construir vivienda e incrementar la producción agrícola. Vivía entre los chontales, en una casa igual a la de los beneficiarios del programa del INI, con su primera esposa, Rocío Beltrán (†), y su primer hijo, José Ramón. Muchos amigos y colaboradores atribuyen su énfasis en la austeridad, y lo que según él son las consecuencias de un buen ejercicio del presupuesto público a esos años. El presupuesto estatal en Tabasco crecía de manera importante gracias al incremento en la producción petrolera y a los acuerdos políticos en los que el estado resultaba beneficiado como productor petrolero.

El académico Mauricio Merino llegó a Tabasco a principios de los ochenta como parte del equipo del entonces candidato del PRI, Enrique González Pedrero. Merino recuerda que el trabajo de López Obrador lo había convertido en una suerte de mentor para varias comunidades indígenas. El éxito organizacional de López Obrador sucedía en el contexto de programas sociales parcialmente focalizados como Coplamar,7 una política pública que se hacía con dinero en efectivo. Esos programas no estaban pensados como “una redistribución metódica, sino una redistribución selectiva”, dice Merino; una redistribución que daba flexibilidad a quien la operaba para reconocer las redes locales de organización y usar ciertos criterios políticos. Los éxitos del programa en la zona fueron la construcción de los “camellones chontales” (parecidos a chinampas gigantes construidos sobre el pantano) que incrementaron la producción agrícola de subsistencia, así como la creación de Radio Chontal, una pequeña radiodifusora. El mismo Merino recuerda caminar por la zona con Andrés Manuel, y sorprenderse: “cada vez que pasaba alguien, Andrés lo saludaba, lo conocía por su nombre y con detalles familiares”.

Fue gracias a esa labor que después trabajaría con González Pedrero, quien ya siendo gobernador lo nombró presidente del PRI estatal, cargo al que renunció ocho meses después.8López Obrador, recuerda Merino, se sumó al equipo de campaña de González Pedrero, “era la persona que siempre daba el toque social de con qué grupos había que reunirse”. Probablemente por esta razón González Pedrero le asignó como trabajo participar en la campaña para gobernador, en donde pondría en marcha su propio estilo de gobernar con una definición participativa de la democracia a nivel local. Esa experiencia dejó una huella profunda en López Obrador, “era un gobierno que tenía una mística”, dice Merino.

Por instrucciones del gobernador, desde la presidencia estatal del PRI, López Obrador inició una campaña de revitalización de las bases del partido. Los participantes formulaban, en asambleas, las prioridades del municipio y fungían como auditores del trabajo del ayuntamiento: “...se ordenaron con criterio de prioridad las eventuales respuestas a los planteamientos formulados por el pueblo y se hizo el cálculo de los recursos financieros susceptibles de ser canalizados durante el año siguiente... quedó claro que las necesidades esenciales de la población... deberían de ser atendidas como compromisos políticos...”.

La idea era que con la publicación de las prioridades y de los recursos asignados sería la población quien presionaría a los ayuntamientos para ejercer el presupuesto de manera efectiva. Sin embargo, la presión que la movilización de los comités de base del PRI, reorganizados en estos términos, ejercieron sobre los gobiernos municipales fue tal que varios alcaldes exigieron la renuncia del presidente estatal del partido, hasta que el gobernador cedió.

La influencia de su corta participación en la campaña y en el gobierno de González Pedrero fue más evidente años después. Como jefe de gobierno del DF, AMLO intentaría reproducir aquella experiencia, sin mucha evidencia de que se haya llevado a cabo, a través de la división de la ciudad en Unidades Territoriales y el plan para hacer asambleas en cada una, en donde se definirían prioridades y se asignaría un presupuesto.10 El argumento que ofrece González Pedrero en su libro Una democracia de carne y hueso (1987), en el que narra su experiencia como gobernador, de por qué distribuir parte del presupuesto estatal vía asambleas locales es: “...cuando las cuentas son claras el pueblo sabe muy bien hasta dónde puede llegarse, sobre todo si participa realmente en la asignación de los recursos que le pertenecen”. Una frase que fácilmente se puede identificar con la manera como López Obrador habla del presupuesto y la administración pública.

Cuando González Perdero le pidió su renuncia al PRI tabasqueño, lo nombró oficial mayor del estado. Andrés Manuel se sintió traicionado por el gobernador quien le había confiado la estrategia de movilización de las bases del partido, pero luego cedió frente a los grupos tradicionales del PRI. Por esa razón, y porque no estaba interesado en un trabajo burocrático que lo separara “del proyecto político”, renunció a unas horas del nombramiento. La relación con González Pedrero ha durado hasta la fecha, con altibajos, siempre marcada por la deferencia pública a quien también fuera su profesor en la UNAM. Unos meses después se instalaría con su familia en el DF, en el Instituto del Consumidor que entonces dirigía Clara Jusidman, donde trabajaría tres años.
López2
Después de la elección presidencial de 1988, integrantes del Frente Democrático Nacional buscaron a López Obrador para ofrecerle la candidatura al gobierno de Tabasco. La elección sería en noviembre de ese año. En un principio Andrés Manuel rechazó la oferta. Tenía un buen trabajo, su familia crecía, y acababa de escribir dos libros de historia sobre el periodo liberal en Tabasco. Sus amigos lo recuerdan como una persona que devoraba libros, que leía y escribía con entusiasmo y admiración sobre los héroes liberales. La decisión de aceptar la oferta de Cuauhtémoc Cardenas y Porfirio Muñoz Ledo le costó trabajo. Carlos Ruiz Abreu, hoy director del Archivo Histórico del Distrito Federal, recuerda que López Obrador se fue a la playa con su esposa antes de tomar la decisión. “No es una persona que toma decisiones a la ligera”, dice Ruiz Abreu.


De la elección de 1988
a la dirigencia del PRD

Según los resultados oficiales, López Obrador fue derrotado en aquella elección. Entonces organizó su primera movilización en protesta contra lo que él sostenía, había sido un fraude, y llamó a construir el PRD tabasqueño, advirtiendo: “...un partido registrado no basta para llegar al poder. La conquista del poder por el pueblo sólo es posible cuando existe una auténtica organización política...”.11 Durante la campaña electoral y la movilización posterior, por primera vez actuó ya no como integrante del gobierno o del PRI, sino como opositor. En las condiciones de la época esto implicaba, sin duda, enfrentarse a situaciones de riesgo, amenazas, persecución, acoso y hasta violencia en un contexto poco tolerante al reclamo democrático.

Para las elecciones intermedias de 1991, el trabajo de organización política había tenido algunos resultados, lo que le permitió iniciar una fuerte movilización en el estado, y después encabezar una primera marcha al Distrito Federal, a la cual se sumó una parte importante de lo que en ese entonces era el Movimiento Democrático. AMLO escribió después “Sin movilización no existe el mismo respeto a la hora de hablar con el gobierno”.

“El Éxodo por la Democracia” llegó y ocupó el Zócalo de la ciudad de México. El gobierno lidió con el plantón de forma negociada. López Obrador justificó la marcha en retrospectiva, como un acto de contención de la violencia, “...la intención era sacar el conflicto del estado, de no optar por la toma de palacios o de carreteras, que tarde o temprano nos llevaría al enfrentamiento. Había que... apostar por la movilización pacífica”.12 La consecuencia de la movilización fue una negociación con el secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, que resultó en la anulación de las elecciones en algunos municipios. Poco después, tras otra movilización, entabló una segunda negociación, con Manuel Camacho, entonces regente del DF, Francisco Rojas, director de Pemex, y Arsenio Farell, secretario del Trabajo. Gracias a ella obtuvo el pago de las indemnizaciones de trabajadores despedidos por Pemex y por daños ambientales causados por la empresa.

Tanto Manuel Camacho como Mauricio Merino recuerdan esa segunda negociación. Camacho lo describe en esa época como “un político muy talentoso, sumamente duro, y honesto... yo había tratado con muchos líderes en el país, sabes de qué pie cojean, y él me sorprendió”. Merino en ese momento fue también parte de la negociación como asesor. La invitación fue a instancias del gobierno y de AMLO, porque dentro del gobierno de González Pedrero había trabajado en el programa de indemnizaciones a los damnificados por la explotación petrolera. La impresión de Merino es que había un reclamo justo por parte de los damnificados, y el gobierno interino de Manuel Gurría no tenía información del programa que, además, había suspendido.

La movilización que realmente convertiría a López Obrador en un actor político nacional fue la que inició después de su candidatura al gobierno de Tabasco en 1994. A lo largo del proceso electoral que culminó en noviembre, AMLO había denunciado la operación del gobierno estatal en su contra y el rebase de los topes de campaña. Al igual que en las elecciones anteriores denunció el fraude electoral, para después iniciar movilizaciones. Se sabe que éstas, y la investigación de la elección que hicieron los entonces consejeros ciudadanos del IFE Santiago Creel y José Agustín Ortiz Pinchetti, influyeron en la voluntad del presidente Zedillo. Éste había roto con el grupo de Carlos Salinas de Gortari, quien apoyaba al contrincante priista de López Obrador, Roberto Madrazo, a través de Carlos Hank González. Zedillo le pidió la renuncia a Madrazo, pero la facción del PRI que lo apoyaba, y Madrazo mismo, resistieron la decisión del presidente. El país estaba cambiando.

La diferencia clave de la elección de 1994 es que lo que parecía una denuncia genérica sobre el financiamiento ilegal de la campaña del PRI sin muchas pruebas, a mediados de 1995 resultó en la presentación de todos los documentos de finanzas de la campaña de Madrazo. Esto vigorizó la retórica contra la corrupción que AMLO había utilizado en su campaña: “...habían quienes se preguntaban de dónde conseguiríamos recursos para cumplir con estos compromisos. Aseguré que ése no era el problema; que el gobierno de Tabasco tenía presupuesto suficiente; que sólo era cuestión de repartirlo bien, de que nadie se lo robara...”.13 Con los documentos obtenidos no sólo se demostraba que Madrazo había rebasado el tope de campaña sino que había recibido el apoyo de fuentes ilegales de financiamiento, en particular de Banca Unión, propiedad de Carlos Cabal Peniche. La evidencia de que el gobierno estatal y un grupo de empresarios financiaron la campaña de Madrazo fue un hito en la carrera de López Obrador. Mostró que los paranoicos también tienen enemigos.

Aunque López Obrador logró influir en las decisiones del presidente, con Madrazo en la gubernatura se topó con un obstáculo infranqueable. Esto lo hizo regresar a la organización de protestas vinculadas a agravios locales, al bloqueo de los pozos petroleros, para mantener viva su estructura de movilización. Sin embargo, cuando la revista Proceso puso en su portada la foto de Andrés Manuel con una herida en la cabeza tras un enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, era el evidente sucesor de Cárdenas y Muñoz Ledo en la presidencia del PRD.

Como presidente del PRD, López Obrador no sólo perfeccionó la construcción de la “auténtica organización política” a partir de gajos de las estructuras gubernamentales, sino que entraría en la ambigüedad de ser a la vez autoridad y representante de agravios. Construyó un partido que ganó sus primeros gobiernos estatales, y que llegó a ser la segunda fuerza en el Congreso.

El método de organización de López Obrador no fue completamente independiente de las estructuras gubernamentales. En todo caso, bordeaba estas estructuras. Partía de la debilidad, y tenía el objetivo inamovible de competir con los poderosos. Incluso López Obrador reconoce al menos en dos ocasiones haber usado “los métodos del adversario” al hacer intervenciones telefónicas durante las jornadas electorales, como cuenta que hizo su cercano colaborador Octavio Romero Oropeza en Tabasco en 1994 y en la elección de Zacatecas en 1998 “un simpatizante”. Con esa información que revelaba la forma de operar del PRI, iniciaba la negociación con el gobierno federal o lo amenazaba. Esto no quiere decir que López Obrador solamente intentara “capturar” los aparatos de gobierno, sino que quería ganar elecciones y usaría cualquier estructura para hacerlo, siempre y cuando mantuviera autonomía relativa frente a quienes ya estaban en el poder. La estrategia resultó efectiva con las candidaturas de priistas disidentes como Leonel Cota, Alfonso Sánchez Anaya y Ricardo Monreal, pues el PRD resultó victorioso. La estrategia de construcción de la movilización no era muy distinta a la de Cuauhtémoc Cárdenas y la Corriente Democrática en 1988. No era lo mismo un PRD basado en los pocos cuadros militantes del Partido Mexicano Socialista, que uno basado en gajos de un PRI que iba en declive.

Explicando la elección de la candidatura de Ricardo Monreal a la gubernatura de Zacatecas en 1998 después de que el PRI se la había negado, López Obrador escribe: “Nosotros teníamos en Zacatecas muy poca presencia. El PRD obtenía un promedio de cinco por ciento de los votos en cada elección [...] cuando la candidatura de Ricardo Monreal Ávila se levantó un movimiento amplio y plural, y con él triunfamos en Zacatecas”.14 El cálculo tiene sentido político, lo que le preocupa a López Obrador no es propiamente el origen político de sus aliados, sino que sean independientes frente a los intereses que él considera obstáculos para el buen gobierno. Esta lógica explica la reciente inclusión del notable priista Manuel Bartlett en la candidatura al Senado del Movimiento Progresista por el estado de Puebla. Es probable que piense que Bartlett tiene algo de reconocimiento y “estructura” en Puebla, pero sobre todo que ya no responde a los intereses concretos que antes lo habían llevado al poder, o al menos así lo quiere demostrar en su oposición a cualquier reforma a la industria petrolera. Se olvida su pasado porque su presente puede ser útil.


La jefatura de gobierno y los videoescándalos

Desde el inicio de su gobierno en el DF, López Obrador planteó que su prioridad era el control y la gestión del presupuesto público. Uno de sus colaboradores más cercanos en la Secretaría de Finanzas del Distrito Federal recuerda cómo trataba el tema hacendario: “Le dio más importancia de lo que imaginamos quienes habíamos sido invitados a trabajar con él. Pensamos que él era un político, y que nosotros podríamos hace un manejo tecnocrático. Pero decía, ‘el discurso que no está en el presupuesto no es una política pública’ ”. Enfatizaba la necesidad de garantizar las fuentes financieras para tener los recursos públicos que nutrirían los programas que eran parte del discurso. Los recursos provendrían de dos lugares, explica su ex colaborador, “del combate a la corrupción, como sigue diciendo ahora, y de garantizar las fuentes de recaudación. La gente siempre se acuerda del Bando Número 2 (una orden de la jefatura de gobierno que limitaba la construcción a las cuatro delegaciones centrales). En su concepción el Bando Número 1 era el más importante, estableció que el pago de impuestos podía hacerse en los bancos, con este cambio el sindicato de trabajadores del DF perdió el control de la recaudación”. Al mismo tiempo, insistió en que se publicara en la página de internet cuánto dinero entraba y salía de la caja diariamente, y que se consolidaran las compras de la administración pública del DF.

El énfasis en la honestidad en el discurso de AMLO no está libre de contradicciones. Ha sido candidato de un partido que ha documentado su propia corrupción y uso ilegal de dinero público. Varios dirigentes del PRD se han visto envueltos en escándalos de desvío de recursos y elecciones internas fraudulentas desde finales de los años noventa.15 No son grandes casos de corrupción, pero resultan muy visibles en contraste con otros partidos. Es paradójico que el propio PRD cree comisiones de investigación y auditoría que exhiben sus trapos sucios. Según Alejandro Encinas, “en la gestión de Porfirio, Cuauh-témoc y Andrés Manuel, el PRD no venía arrastrando un problema de corrupción y descomposición interna. El problema viene cuando damos el paso de los liderazgos fuertes a la negociación de los grupos del partido, que produjo el desvío de dinero, más que para el enriquecimiento personal, como una forma de fortalecer a las corrientes”.
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Pese a ello, López Obrador insiste en que el combate a la corrupción y la honestidad de los gobernantes resolverían buena parte de los problemas del país. Lo plantea como un problema moral y como un problema práctico. Es uno de los temas en los que usa su vida privada con objetivos políticos. Cada que puede repite que no le interesa enriquecerse, que no necesita los lujos de la “política tradicional”, que se mueve en coches sencillos, aviones de aerolínea, y que su casa es un pequeño departamento en la colonia Copilco del Distrito Federal.16 

Cuando López Obrador llegó a la jefatura de gobierno del DF, cuenta uno de sus asesores de finanzas, “mandó una señal fuerte de que no se permitiría privilegios al reducirse el sueldo... era un gobierno muy atacado en los medios y te ponías la camiseta, y esa señal la sintieron también los privados que trabajaban para el gobierno... Incluso era excesivo, pues si se consideraba que un coche en la administración pública estaba muy viejo, nadie se atrevía a proponer comprar uno nuevo”. Por esa razón, para Alejandro Encinas, los videos de Bejarano y Ponce “fueron un golpe al corazón político de nuestro discurso, la Honestidad Valiente, la izquierda honesta. Sí dolió muchísimo, fue un golpe moral, hizo una mella brutal. El cazador, cazado”.

Ruiz Abreu lo fue a ver después del video. López Obrador estaba serio, calmado, le dijo poco: “a mí nunca me verás así”, refiriéndose al contenido de los videos.

La versión de Carlos Ahumada de esos acontecimientos, publicada unos años después, coincide casi plenamente con la versión de López Obrador y la que Ahumada contó a lo largo de tres años a Ciro Gómez Leyva, y que fue publicada por éste en nexos.17 La única diferencia es que Ahumada escribe su libro para denunciar a López Obrador por lo que él llama “la extorsión” del GDF y por encarcelarlo por razones políticas, y López Obrador cuenta casi la misma historia pero para demostrar que detrás de los videos no había un interés por combatir la corrupción sino para debilitarlo políticamente, para quitarle lo que desde los años noventa decía que tenía: “autoridad moral y autoridad política”. Detrás de los videos estaba una negociación entre Carlos Ahumada y Rosario Robles, para conseguir dinero y pagar las deudas que Robles dejó como presidenta del PRD. La venta de los videos se hizo a Carlos Salinas de Gortari y a Diego Fernández de Cevallos (que nunca pagaron lo acordado, dice Ahumada), quienes cerraron la pinza con la Secretaría de Gobernación y Televisa. Los primeros haciendo el video de Ponce en Las Vegas, y los segundos invitando a Bejarano a sus estudios al mismo tiempo que Federico Döring, aliado de Fernández de Cevallos, presentaba el video en el programa de Brozo. Una historia digna de una novela de espías, con encriptadores de teléfonos, abogados oscuros y discretos viajes a Londres y La Habana.
      
En este caso, para Andrés Manuel combatir la corrupción de Ahumada también implicaba debilitar a sus adversarios políticos dentro del partido. Desde 2001 había un conflicto por el control del partido, y probablemente por la candidatura presidencial de 2006. Unas corrientes apoyaban a Lázaro y Cuauh-témoc Cárdenas a través de Robles, y otras apoyaban a López Obrador. Por eso para muchos fue tan sorprendente ver a Bejarano vinculado con Ahumada, pues era enemigo acérrimo de Robles. Sin embargo, la relación entre Bejarano y Ahumada se explica justamente porque el GDF bloqueó y auditó los contratos a las empresas de Ahumada, y éste veía que sus propias deudas (incluyendo la que asumió del PRD) lo ponían en riesgo de quiebra. Ahumada sobornaba a Bejarano con la esperanza de que por su cercanía con AMLO quitara el veto a sus empresas, y Bejarano extorsionaba a Ahumada diciéndole que podría hacer lo que no podía.

El caso de Gustavo Ponce fue más sorprendente. Cuando el primer secretario de Finanzas del gobierno de López Obrador, Carlos Urzúa (quien inició el proceso de desendeudamiento de la ciudad para resolver el legado de números rojos de los gobiernos de Espinosa Villarreal y Cárdenas, y la reestructuración de las finanzas públicas) renunció, Ponce ocupó al cargo pues trabajaba en la Secretaría desde el gobierno de Cárdenas y gozaba de cierto prestigio como funcionario público. Había sido el subsecretario de la Contraloría que en el gobierno de Zedillo hizo la investigación por peculado a Raúl Salinas de Gortari. Cuando el video se transmitió en televisión nacional, Ponce se fugó, pero meses después fue detenido por autoridades federales, y hasta la fecha sigue en la cárcel.

López Obrador siempre dice que no establece relaciones de complicidad ni protege la corrupción. Que no le temblará la mano para meter a alguien a la cárcel, y Ponce lleva ocho años encarcelado para probarlo. Sin embargo, la contradicción de López Obrador reside en que él sabe que por lo menos ha sido beneficiario indirecto de la corrupción de su partido en distintos momentos, y René Bejarano, aunque representaba a una corriente mayoritaria del PRD, para esas fechas ya nadie creía en su honestidad. Sobre esta contradicción, la de tolerar algo de corrupción para llegar al poder, y desde ahí combatirla, Jesús Ramírez, uno de sus principales asesores de campaña, dice: “Él les dice abiertamente al PRD, PT, Convergencia, ustedes están corrompidos. Mientras no cambien eso no tienen futuro... [pero] también es un político. En ese sentido es realista, no puedes hacer un cambio con base en sueños. Él expresa esa contradicción como evidente y por eso propone en las listas y en los cargos a personas que no necesariamente pertenecen a estos partidos”.

En el documental ¿Quién es el Sr. López? de Luis Mandoki, López Obrador reconoce que nunca quiso aceptar la responsabilidad del error de confiar en Ponce y en Bejarano.
Aceptarla, dice, era lo que sus adversarios querían para verlo debilitado. Su respuesta no sólo es para salir del paso, parece creer que si reconoce errores, se debilita. Su fortaleza, su autoridad, al menos está, en parte, basada en que no sea él quien publicite esas debilidades. En un foro reciente en la Universidad Iberoamericana le preguntaron a López Obrador cuáles eran sus defectos, contestó: “tengo muchos críticos, hasta les pagan por criticarme, vamos a dejarle a ellos que sigan subrayando mis defectos”.

La complejidad de las relaciones que revelaron los videoescándalos debilitaron la popularidad del jefe de gobierno, sin embargo no lo suficiente como para frenar su intención de ser candidato presidencial. En retrospectiva es difícil no ver el intento de despojarlo de sus derechos políticos (el desafuero), poco después, como un error y un acto autoritario del gobierno de Vicente Fox, pero también como la mejor oportunidad para que el método de movilización de López Obrador llegara a su cénit. Con una movilización masiva, en parte operada desde el gobierno local, basada en un agravio, López Obrador demostró que sí existía la voluntad política en su contra, y que ésta podía ser tornada a su favor.


La elección de 2006 y la movilización postelectoral
López Obrador cuenta que dos días antes de la jornada electoral comió con el presidente de Televisa, Emilio Azcarraga Jean, y con todos los vicepresidentes de la empresa. Ahí Azcárraga le mostró un documento diseñado y redactado como si fuera un decreto del futuro presidente Andrés Manuel López Obrador, fechado el 2 de diciembre de 2006, en el que anunciaba la expropiación de todas las empresas vinculadas a grupo Televisa. López Obrador desmintió la autenticidad del documento.18 Parecía ser parte del mismo tipo de campaña en su contra que lo ha perseguido de una elección tras otra en donde lo han acusado de comunista, asesino de su hermano, intolerante religioso y de ser un peligro en abstracto.

La relación con Televisa no siempre fue ríspida, y claramente tuvo buenos momentos. Durante su jefatura de gobierno Televisa lo invitó a reuniones de su Consejo de Administración igual que a otros políticos. Tanto el PRD, como él, de la misma manera que otros partidos y gobernantes en aquel momento, compraban espacios comerciales en Televisa. En particular, se sabe que López Obrador tenía una buena relación con el operador político de Televisa, Bernardo Gómez. Sin embargo, durante la campaña, confiando en mantener autonomía relativa frente a los más poderosos, López Obrador apostó primordialmente a la movilización directa de votantes, y menos a los medios o al apoyo de grupos tradicionales.

AMLO narra la anécdota acerca del decreto de expropiación de Televisa, que no ha sido ni confirmada ni desmentida por Azcárraga, como parte de la evidencia con la que sostiene que hubo un fraude electoral en 2006. En el mismo libro documenta cómo el entonces presidente Vicente Fox intervino en la elección, y grupos empresariales también lo hicieron de forma ilegal, como lo afirma la sentencia que emitió el TEPJF tras la elección, pero para sus estándares López Obrador ofrece poca evidencia de un fraude electoral.

A López Obrador le importan la información y las pruebas. Sus libros suelen tener copias de documentos, transcripciones de llamadas telefónicas, argumentos jurídicos, y datos precisos sobre la relación entre empresarios y autoridades. Es esa forma de narración e investigación que lo llevó a escribir un libro sobre el Fobaproa, con datos que no habían sido publicados en la prensa, y que en parte derivaban de la investigación a partir de los documentos de las finanzas de la campaña de Madrazo. En su libro sobre la elección de 2006 presenta menos datos que en otros, y no hace la distinción que antes hacía, y era importante, entre una elección fraudulente y una elección de Estado o “amarrada”. Es decir, podía haber elecciones en las que los votos se “amarraban” de antemano y se organizaba una operación de acarreo masivo; no eran libres, pero podía haber elecciones libres, pero que no eran limpias a la hora de contar los votos. Para 2006 ofrece como pruebas lo que considera el comportamiento anómalo de algunas casillas, y la trayectoria del PREP la cual llama “irregular”. No toma en cuenta la evidencia que muestra que no fue un comportamiento irregular el del PREP, ni intenta rebatirla.19 En sus términos, esto implicaría que fue una elección libre pero con fraude. Sin embargo, también presenta tanscripciones de grabaciones en donde muestra el apoyo de la movilización del SNTE a través de Elba Esther Gordillo, y de un gobernador priista, Eugenio Hernández, a Felipe Calderón. Esta evidencia apuntaría más bien a una elección con votos “amarrados” de antemano.
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López Obrador perdió la elección por 0.56% de los votos. No reconoció el resultado. Una persona que estuvo en la reunión en donde se decidió el plantón de Reforma cuenta: “La decisión de ocupar avenida Reforma se tomó para evitar que hubiera acciones más violentas. Porque la otra decisión era ir a tomar el aeropuerto, y yo platiqué con el secretario de la Defensa... el general me dijo ese es nuestro límite... la idea era que fuera un acto de una semana para presionar la negociación, en la medida en que no se dio entonces se convirtió en empecinamiento...”. Una vez más en la discusión sobre qué hacer para la toma de posesión de Felipe Calderón, la mayoría de las propuestas era muy radical, se proponía provocar una confrontación para “ver qué ocurría”. En esa reunión Manuel Camacho tomó la palabra, “es un momento decisivo, pero mañana toma posesión Felipe Calderón, si no toma posesión en el salón de pleno, lo toma en el salón ceremonial, y si no en el Auditorio Nacional, y si no en el Campo Militar No. 1.

Seguramente están informados, pero ya llegaron grupos radicales a la ciudad. Entonces ya no es nada más lo que nosotros hagamos, son grupos que ya no vamos a poder controlar. Sería un error no sólo histórico sino moral que nosotros seamos responsables del derramamiento de sangre, no va a provocar la caída del gobierno lo que va a provocar es nuestro desprestigio político y nuestro desprestigio moral por el resto de nuestras vidas”. La reacción de Andrés Manuel fue: “estoy de acuerdo. No podemos llevar esto a la violencia, yo voy a convencer a la gente de que no vayamos a la confrontación”.

La impresión que da tanto la argumentación del fraude de López Obrador, como la forma en que se movilizó después de la elección de 2006, es que no sabía hacer las cosas de otra manera. Hizo lo que siempre había hecho, y no tuvo la capacidad de reconocer los cambios políticos de la última década. Se movilizó para negociar, como hacía antes, pero no quedaba claro que esa negociación podía existir porque las instituciones electorales ya no actuaban sólo bajo el mando del gobierno federal, como sucedía en los años ochenta y parte de los noventa. Una sola persona ya no podía resolver la demanda de “voto por voto”. Antes AMLO decía: “lo importante no son las leyes electorales, sino la voluntad política”, y creyó que una movilización como la que hizo podría demostrar que aquella frase, que pudo haber sido cierta a principios de los años noventa, seguía siendo cierta a mediados de la década pasada. Las negociaciones con el secretario de Gobernación podían cambiar la “voluntad política” de los más poderosos, incluso cuando se trató del presidente tras el desafuero, pero cuando se trató de cambiar la “voluntad política” de instituciones relativamente plurales como el IFE y el TEPJF, emanadas de la legitimidad de instituciones electas en contextos competitivos, ya no pudo.

Hay que tomar la justificación del plantón 2006 con un grano de sal. De 2006 a la fecha es una justificación que han elaborado simpatizantes de López Obrador, pero está basada en un contrafáctico ¿Qué hubiera pasado si no ocupan Reforma? No sabemos. ¿Qué hubiera pasado si López Obrador no pide en el Zócalo a sus simpatizantes no ir al Congreso a detener la toma de posesión? Tampoco sabemos. Lo que sí sabemos es que López Obrador ha dado esta explicación en distintas circunstancias, a veces más plausible que otras, y que tiene sentido para él y para las movilizaciones que encabeza. Su experiencia en Tabasco indicaba que si sus protestas se tornaban violentas, podía perder el control tanto de los acontecimientos como de la comunicación de los hechos. El gobierno siempre podía pegar más, comunicar mejor su versión de los hechos, y si el ambiente es de violencia muchas personas que normalmente se movilizarían, dejarían de hacerlo por miedo. También se dice que el plantón se prolongó por el empecinamiento de AMLO, pero lo justifica con lo que él llama “el sentimiento popular”: lo que la gente le dice en la calle, y que fácilmente se sacraliza por no poderse someter a escrutinio en una discusión.

Las protestas también permiten mantener el acceso a medios de comunicación y la posibilidad de construir una organización. Por eso la decisión de crear “el Gobierno Legítimo.20 La idea era mantener la protesta organizada durante seis años. López Obrador siempre ha tenido clara la importancia de los medios. Desde la creación de Radio Chontal, pasando por los pequeños diarios informativos que publicó después de cada elección, la interlocución con periodistas y escritores, hasta las conferencias de prensa mañaneras en la jefatura de gobierno.

En esta campaña durante los mítines López Obrador le dice a su público que cada uno de ellos tiene que convertirse en un medio de comunicación. Cada uno es una oportunidad para atraer a más votantes, que escuchan sus argumentos de voz en voz, y así depender menos de los medios de comunicación masivos a los cuales asegura tiene acceso limitado. En particular acusa a Televisa de apoyar a su adversario, Enrique Peña Nieto. Sobre este tema ha presentado datos e información que están en disputa, y se le acusa de él mismo haber tenido una relación cercana con la televisora. Sin embargo, el impulso básico de esta campaña de AMLO y de las anteriores es mantener autonomía frente a quienes tienen poder. Esto no implica no hacer acuerdos con poderosos, sino que los acuerdos que haga no lo obliguen a detener sus objetivos de control del presupuesto, combate a la corrupción y restitución de derechos.


La voluntad restitutiva
La polarización que ha provocado López Obrador a lo largo de su carrera política es parte de su personaje y de la forma en la que actúa en la vida pública. Hay varios tipos de carreras políticas en México, la de Andrés Manuel es poco común. La lectura del personaje que se cree un Mesías es frecuente, pero tengo la impresión que como metáfora para entender la forma en que hace política no sólo es exagerada, sino que no es muy útil, pues muy pronto asume la posición de sus detractores. AMLO, al menos desde sus primeros trabajos, es un crítico, un político y un dirigente social. Es primordialmente, cuando asume el primer papel, que provoca irritación en mucha gente, al mismo tiempo que adquiere seguidores aguerridos. El grueso de sus críticas están enfocadas a las elites, políticas y económicas, pero al mismo tiempo hace una crítica indirecta al comportamiento político de ciudadanos que, sabiéndolo o no, actúan como cómplices de estas elites. En contraste, a su público lo halaga.

Su crítica no tiene como referencia una sociedad imaginada, futura, distinta de ésta, ni surge propiamente desde la marginalidad y la exclusión. Su parámetro son las promesas de lo que ya existe, pero que esta sociedad no cumple por completo. Una manera de ver las cosas que no le permite entenderse como una vanguardia, pero sí como un velador. En sus informes de gobierno frente al GDF, decía: “gobernar es velar”. Para López Obrador gobernar no es innovar ni reformar, es restituir deudas pendientes y derechos ignorados. Su crítica más dura no es a los diagnósticos ni a las propuestas de sus adversarios en sí, es a no hacer lo que ya pueden hacer, a no velar por los derechos y obligaciones que establece la Constitución. A partir de la reivindicación de lo incumplido, elabora tanto su diagnóstico de los problemas del país —que no cambia mucho— como las soluciones que usa como banderas —las cuales tampoco han cambiado mucho.

Como jefe de gobierno aplicó esta visión y en algunos casos cumplió sus propósitos. Mostró que era no sólo el dirigente social que organizaba y movilizaba a sus bases a partir de beneficios particulares, sino un funcionario que tenía claros sus objetivos y la forma de realizarlos. Trabajó con lo que tenía para cumplir con lo que considera las deudas pendientes con los pobres y los débiles. Desde un inicio no pensaba tanto en la reestructuración de la policía, como en la disciplina de tener reuniones todas las mañanas con el gabinete de seguridad y darle seguimiento a cada acontecimiento en la ciudad. Logró financiar de programas sociales como la Pensión Universal para Adultos Mayores y la pensión para madres solteras, a partir de la expansión de la base fiscal, y de los recortes al gasto del gobierno. No le costó mucho la recuperación del centro de la ciudad; demostró que detrás del Paraje San Juan había un fraude; y le funcionó en la construcción de infraestructura, aunque no muy innovadora.

La apelación a la voluntad para AMLO es inevitable. El argumento de “no se justifica un país rico con un pueblo pobre” implica que las condiciones materiales ya existen, lo que hace falta cambiar son las condiciones de los sujetos morales, de quienes participan y toman decisiones. Cambiando su voluntad política. Por eso la vehemencia en desarrollar el país con lo que tiene. Sin grandes reformas, sino reorganizando y realmente movilizando los recursos existentes: explotando más y mejor los recursos naturales, refinando petróleo, usando el presupuesto que existe de otra manera, “moralizando” a los funcionarios públicos y policías.

El principal problema que plantea esta perspectiva es ver el cambio como una cuestión primordialmente de voluntad restitutiva, lo cual no le permite innovar ni buscar soluciones nuevas a viejos problemas. A veces sólo ve los viejos problemas y no identifica los nuevos. Le permite insistir en el petróleo como palanca del desarrollo, pero no en las consecuencias ambientales de su explotación. Le permite hacer que la transparencia de su gobierno dependa de él, como cuando publicó todos los datos de la obra del segundo piso del Periférico en 2005, pero desconfiar de la innovación con una institución, como el Instituto de Transparencia del DF, que sentaría las bases para mejorar la transparencia incluso sin su voluntad.21 Le permite creer que la despenalización del aborto y la diversidad sexual son un tema de creencias y de estrategia política, pero no de exclusión y salud pública. En ese sentido, no es visionario ni se le puede acusar de profeta o vanguardista. No prevé el futuro para actuar. Por el contrario, ve al pasado para registrar la frustración de lo incumplido. De ahí sus referencias a Juárez, a Lerdo de Tejada y Santa Anna, pero también a Morelos, Madero y Cárdenas.

Tal vez la mejor muestra de esta forma de ver las cosas, del romanticismo de la restitución, está en una larga cita de González Pedrero, en la que usa como ejemplo a Vasco de Quiroga:

La Edad de Oro no es más que la aspiración del hombre de vivir realmente lo mejor de él mismo: su necesidad de justicia, de libertad, de democracia. Si el hombre tiene dentro de sí tales aspiraciones tiene también con qué realizarlas: eso piensa un hombre práctico como Vasco de Quiroga y dedica su vida entera a volver realizables esas aspiraciones. La idea de la Edad de Oro que para otros quedaba situada en los tiempos más arcaicos y que para muchos tendría que diferirse al más remoto futuro, es para él un proyecto inmediato, un modelo de organización social para un lugar concreto y un tiempo concreto.22

Andrés Lajous. Maestro en planeación urbana por el Massachusetts Institute of Technology.

1 Alberto Enríquez Perea (selección y prólogo), Carlos Pellicer, Cal y arena (col. Los Imprescindibles), México, 2009.
2 Ídem.
3 Andrés Manuel López Obrador, La mafia nos robó la Presidencia, 2007.
4 Héctor Zagal y Alejandro Trelles, AMLO: vida política y personal del candidato a la presidencia por el PRD, 2004,
5 “Siempre, antes de que él se fuera de la casa, Rocío los persignaba tres veces, en la frente, en la boca y en el pecho. Después él besaba la cruz de sus dedos...” (Raúl Ojada citado por Jaime Avilés en AMLO: vida privada de un hombre público, 2012).
6 Citada por George W. Grayson en Mesías mexicano: Biografía crítica de Andrés Manuel López Obrador, 2006.
7 Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados.
8 En el debate por la jefatura de gobierno en el año 2000, Jesús Silva-Herzog Flores le atribuyó el himno del PRI tabasqueño a López Obrador, sin embargo, George W. Grayson rastrea la autoría en otra persona.
9 Enrique González Pedrero, Una democracia de carne y hueso, 1987.
10 “Se ejercerá el gasto por zonas en DF”, El Universal, 24/09/00. http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=15631&tabla=ciudad
11 Andrés Manuel López Obrador, Tabasco, víctima del fraude electoral, 1990.
12 Andrés Manuel López Obrador, Entre la historia y la esperanza: corrupción y lucha democrática en Tabasco,1995.
13 Ídem.
14 Andrés Manuel López Obrador, La mafia nos robó la presidencia, 2007.
15 Francisco Cruz en La biografía no autorizada de AMLO, 2012.
16 Ahora también vive en casa de su segunda esposa, Beatriz Gutiérrez, en el colonia Del Valle.
17 Ciro Gómez Leyva, “El periodista de Ahumada. Crónica personal de un desencuentro”. http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=457
18 Andrés Manuel López Obrador, La mafia nos robó la presidencia, 2007 y Jaime Avilés, AMLO: Vida política y personal de un hombre público, 2012.
19 Javier Aparicio, “PREP y Cómputos Distritales: Análisis de Resultados”, CIDE.
20 El Gobierno Legítimo y la construcción de MORENA estuvieron financiados con una proporción de los sueldos de los legisladores afines a López Obrador, y el PRD-DF (Cruz, 2012).
21 Aunque se suele decir que estos datos están reservados, en realidad son públicos desde febrero de 2005, en la página del FIMEVIC http://www.fimevic.df.gob.mx/
22 Enrique González Pedrero, La riqueza de la pobreza,1979.

Jorge Luis Borges - La casa de Asterión.

Jorge Luis Borgues
(1899-1986)
La casa de Asterión.

Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión. 
Apolodoro, Biblioteca, III,I 

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito*) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aqui ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo:Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto.
¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
—¿Lo creerás, Ariadna? —dijo Teseo—. El minotauro apenas se defendió.

* El original dice catorce, pero sobran motivos para inferir que en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.

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