La tendencia no está del todo confirmada. El anuncio de que AMLO empataba y después desplazaba lentamente a JVM viene de semanas atrás y proviene de varias casas encuestadoras. Sin embargo ninguna de ellas lo situaba cerca de EPN. El estudio más reciente de “Reforma” presenta un panorama muy diferente en el cual el candidato de las izquierdas podría estar ya en empate técnico con el puntero. Insisto, las cifras son todavía una excepción entre los ejercicios, incluido el cotidiano de “Milenio”. De confirmarse el giro radical, la que parecía ser una aburrida elección con un puntero muy lejano podría plantear a muchos mexicanos un dilema.
De seguir la mecánica de otras elecciones tanto locales como internacionales, las competencias de tres terminan decantándose en carreras de dos. Se trata de una segunda vuelta virtual en la cual el elector de la opción que se desploma a un lejano tercer lugar tiene que optar ya no por su predilección, sino por la opción que considere menos mala. Recordemos la reelección de Chirac frente al amenazante Le Pen. Vázquez Mota no se ha desplomado, en la propia encuesta de “Reforma” conserva un 23% que no es sinónimo de desplome, aunque en total habría perdido alrededor de 10 puntos. Pero insisto, suponiendo que en los próximos días se confirmara este cambio radical de las tendencias, estaríamos ante el encadenamiento de actos insólitos. El primero es la muy fuerte reducción de los negativos de AMLO, que se conservó durante años como campeón en la materia. El segundo es una caída en las opiniones favorables de EPN, a pesar de un arranque estelar. El haber permanecido como puntero durante meses lo expuso a concentrar los ataques. Tercero y también por confirmar, un fuerte rechazo de los jóvenes a EPN, que no hace mucho se inclinaban por el PRI como mejor opción.
En ese escenario, dos opciones con posibilidades reales, EPN y AMLO, el mayor dilema recaerá en los electores panistas que quieran utilizar su voto para impedir: a) que llegue EPN, b) que llegue AMLO. Según los datos publicados ayer por “Reforma” los independientes y los simpatizantes panistas tenderían a inclinarse por AMLO. Mientras casi la mitad de los seguidores de Quadri lo harían por EPN. Aquí una suma aritmética simple no basta, pues desconocemos en qué proporción los simpatizantes del PAN y de JVM se irían por el voto útil. Pero algo indican las cifras. Como en 2006, sería el voto anti EPN y PRI o anti AMLO lo que podría determinar al vencedor. Conociendo el posicionamiento del ex presidente Fox y las duras respuestas de sus correligionarios, es claro que el panismo está dividido.
Los cálculos en esta hipótesis de trabajo hoy todavía tienen un enorme contenido especulativo. Falta por confirmarse lo que hoy muchos miran como una anomalía en el estudio de “Reforma” –el empate técnico de EPN y AMLO–, dato central de todo el escenario, que contradice a un buen grupo de casas encuestadoras que dan un amplio margen al priísta. Pero quizá lo más interesante es la radiografía del discurso político imperante. El antipriísmo viene de lejos, pero fue en la campaña de Fox donde logró su mayor triunfo. La versión de los 70 años de oscuridad y el amanecer panista caló en muchas conciencias.
Para este grupo el regreso del PRI supone la reinstalación de los peores lastres nacionales. (Sugiero los materiales de Marco Provencio en Milenio: “El regreso ¿de qué?, ¿de quién?” I y II, mayo 25, junio 1o.). En esa lectura que llevó a Fox al poder, el retorno del PRI de los últimos años en municipios, ciudades y entidades muy importantes resulta imposible de explicar. O los mexicanos son suicidas o la tesis de la oscuridad no está en la memoria profunda de muchos ciudadanos. Una nueva Presidencia priísta simplemente escapa a su lógica. La alternancia servía para sacar al PRI como objetivo principal. Pero resulta que 12 años después algo han hecho bien en ese partido –postulación de candidatos, campañas, etcétera–, pues en pocos años han logrado invertir su mala imagen. Por otro lado, los gobiernos panistas y perredistas también han estado manchados de problemas, de falta de profesionalismo y de corrupción. Para un ciudadano común el triste espectáculo está en todas partes. Nadie puede clamar pureza.
En la evidente polarización del elector también ronda la idea de “es un peligro para México” atribuido hace seis años a AMLO por los panistas que ahora podrían enfrentarse a un dilema terrible: quién es más peligroso. Si de verdad AMLO lo fuera, cómo ha logrado engañar a tantos. Esos postulados de campaña envenenaron mucho a México. Decir que las televisoras controlan al electorado es una gran ofensa a los electores. En 88 Cárdenas, sin televisión, escaló asombrosamente. En 2003, a pesar del bombardeo de spots de la presidencia azul, el PAN retrocedió. El odio juvenil a las televisoras merece menos pasión y más información. Con sus cifras “Reforma” introdujo algo de suspenso, que es de lo que vivimos los de este oficio.
Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/dilema
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