Nota del editor: Andrew C. Kuchins es director e investigador sénior del Programa para Rusia y Eurasia del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington.
(CNN) — De alguna forma, no sorprende que los rusos reeligieran alegremente a Vladimir Putin como presidente en 2012. Después de todo, la economía creció en promedio un 7% desde que Putin surgió en la política nacional en 1999 y durante sus dos primeros mandatos, hasta mayo de 2008, lapso en el que los ingresos reales crecieron más del doble. Se pagaron las pensiones y Putin pudo presumir en su último informe ante la Asamblea Federal que "Rusia no solo ha dado un giro de 180 grados tras varios años de declive industrial, sino que se ha vuelto una de las 10 mayores economías del mundo".
El discurso belicoso de Putin y sus fotos sin camisa dominaron las primeras planas en el extranjero, pero la realidad es que su popularidad se basaba en la percepción de la creciente prosperidad de los ciudadanos rusos. Ahora, el problema para Putin es que la notablemente oportuna combinación de factores económicos que fomentaron su popularidad por tanto tiempo parecen estar derrumbándose a su alrededor.
El derrumbe de los precios del petróleo ha sido un factor. La producción de petróleo aumentó en un 50% entre 1999 y 2004, lo que fue de gran ayuda para las arcas públicas cuando los precios rebasaron los 140 dólares por barril, en junio de 2008 (en comparación con los cerca de 70 dólares que cuesta en la actualidad).