“El mito revolucionario fue un elemento de identidad que funcionó. tras su destrucción, no ha sido reemplazado por ninguna otra gran propuesta equivalente, y se nota”
— Lorenzo Meyer
Mitos Norman Mailer, el reconocido y controvertido escritor norteamericano de la segunda mitad del siglo pasado, vio a los grandes mitos nacionales como "tónicos" colectivos, aunque si se abusaba de ellos, podían ser dañinos. El "excepcionalismo norteamericano" es un buen ejemplo. Para muchos estadounidenses el verse a sí mismos como parte de una sociedad cualitativamente diferente del resto del mundo, ha actuado como un gran tónico. Los norteamericanos que lo toman asumen el carácter excepcional de su nación, como producto único e irrepetible del tipo de colonización en el siglo XVII, del éxito de su revolución de independencia y de su apego a valores políticos fundamentales: libertad, igualdad, individualismo, antiestatismo, capitalismo y populismo, (Seymour Martin Lipset, American exceptionalism, Nueva York, Norton, 1966). Supuestamente, ese conjunto de valores ha proporcionado a los norteamericanos éxito económico y una fuerte identidad nacional y seguridad en su destino común pero también, y esa es la parte peligrosa del mito, un irritante sentido de superioridad que una y otra vez se ha traducido en imperialismo puro, duro y simple.