Hace muchos años durante una crisis económica en los años ochenta, mi madre dijo, regresando del mercado, que los estúpidos economistas que opinaban en los periódicos sobre el alza de precios y cómo esta no era tan significativa como algunos decían, debían convertirse en amos de casa para un hogar promedio durante seis meses. Sí, aseguraba mi progenitora (psicóloga de profesión y ama de casa, cocinera) a ver cuánto les duraba la sonrisa a esos especialistas cuando tuvieran que comprar alimentos para familias de seis u ocho miembros. Y nada de superfluos, puros indispensables para una buena nutrición: frutas, verduras, leguminosas, carne o pescado al menos tres veces a la semana, pan, tortilla, huevos, leche. Además, claro, los más baratos artículos de limpieza del hogar. Luego los útiles escolares mínimos y los uniformes, la luz, el gas, el agua.
Claro, pienso regresando de hablar con las mujeres en la verdulería, esos economistas que estudiaron en el ITAM en su vida se han metido a regatear a un mercado o a la central de abastos, démosle el beneficio de la duda a algunos que por hobby cocinan el fin de semana y se van al mercado de Jamaica o a la Deli a comprar corazón de atún fresco a casi 200 pesos el kilo, o mejillones, langostinos o callo de hacha que no bajan de trescientos pesos. Desde su cotidiano, los números no reflejan la vida real de los otros.
Cuando comenzó la discusión de la Reforma Hacendaria, leí y escuché con azoro a varios economistas (incluso en este mismo diario), asegurando que la clase media no sufriría tanto, en realidad, según los expertos sufrirían más quienes ganan más. Les recomiendo que salgan a las calles de México y hagan un ejercicio de investigación de campo.
Quienes vivimos en Quintana Roo debemos pagar más por todos los alimentos frescos, estamos lejos de prácticamente todos los productores de hortalizas, frutas y verduras. La cebolla llega desde Chihuahua o Guanajuato, el chayote de Jalisco o Veracruz; los chiles de Sinaloa, Michoacán y Tamaulipas, la papa de Coahuila, el pepino de Sinaloa y Zacatecas y así sucesivamente. En septiembre de 2013 la Sagarpa admitió que el aumento, en promedio del 25% en frutas y verduras, se debía a los huracanes, inundaciones e imposibilidad para transportarlos al mismo costo a todo el país. Sólo para darles una probadita, la cebolla pasó de 9 pesos a 11, a 13 a fin de año y ahora a 15 pesos. Los lácteos subieron un 5% según las fuentes oficiales, pero según los transportistas a quienes les han subido la gasolina y el diésel hasta llegar a ser más caro que en Estados Unidos, los proveedores y compradores deben pagar más por mover el producto; y tienen razón.
Quien no vive en zona fronteriza no comprende el duro golpe que significa, para las economías familiares, el aumento del IVA que subrepticiamente pasó del 11 al 16%: el efecto dominó pasa por el frijol, el arroz, el huevo, los útiles escolares, el transporte, los salarios y el cuidado de la salud.
Claro, no faltará el analista que me diga ¡pero si aumentó el salario mínimo!. Sí, le responderé que aumentó 2.52 pesos ¡tremendo subidón! en la Zona B a la que pertenecen la mitad de los estados, entre los que está Quintana Roo el salario mínimo quedó en $63.77 y el la zona A, donde está Jalisco, Baja California y el Distrito Federal entre otros, quedó en $67.2 pesos diarios. Un detallito para quienes opinan desde el escritorio: quienes ganan más de dos salarios mínimos no verán incremento en sus sueldos pero si pagarán más por bienes y servicios. Especialmente ahora, cuando las y los empresarios comenzaron a hacer recortes y dejarán de pagar los bonos y sobresueldos (que fueron ganados por los sindicatos). A cambio muchas empresas seguirán la tendencia de subcontratar las pagadoras, con contratos diferidos y a corto plazo que impiden a las y los trabajadores defender sus derechos laborales. Claro cuando se está sobreviviendo uno pone prioridades, hoy un gasolinero, un reportero, una cajera de supermercado y una trabajadora social luchan por sobrevivir. Como no soy economista pero sí ama de casa (además de periodista) allí les va un baño de pueblo a los economistas de escritorio:
Salario Zona A Zona B 2014
Chofer de carga $100.35 $95.20
Empleada/cajera $85.5 $80.23
Trabajadora social $110.91 $105.5
Reportero/a $201.58 $190.77
Ya sabemos por experiencia que no todo sube en la misma proporción; la gasolina incrementa el costo de transporte, en los estados en que las y los empleados viajan por carretera para ir a su trabajo, ya sea en combis o en autobús (especialmente en zonas turísticas y de maquiladoras) el trasporte subió entre un 25 y un 30 por ciento. Un kilo de manzana estaba en 25 pesos en octubre, hoy costó 39 en una verdulería del mercado. El tomate verde aumentó en la realidad de 8.50 a 12 pesos, el limón de 6.32 subió a 19 pesos; las lentejas remontaron lo doble y sígale hasta llenar la despensa.
La realidad en las calles de México es que las y los trabajadores deberán buscar un segundo o tercer trabajo para mantener a sus familias, para ir a laborar, para pagar sus créditos del INFONAVIT. Ahora más que nunca los prestamistas disfrazados de bancos populares se enriquecerán a costa de las y los mexicanos; los supermercados convencerán a la gente a pagar a plazos con tarjetas crediticias propias cuyos intereses son insultantes; las PYMES comenzarán a cerrar. La gente quedará más endeudada, pagará más impuestos, trabajará más. A cambio tendrá menos calidad de vida, menos seguridad laboral, menos tiempo para criar a sus hijos e hijas. Pero claro, los expertos nos dirán que las Reformas eran necesarias, de allí que las y los diputados ganen millones en sueldos y prestaciones (cubrieron sus necesidades a costa de las de millones). Mientras el campo sigue paralizado, sin producir lo necesario y las grandes empresas como Televisa deducen cantidades ingentes de dinero, enfrentaremos la cuesta del 2014 que apenas comienza en enero.
Aquí el enlace si quiere ver los salarios de 2014 para su entidad.
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