Gabriel García Márquez solía recordar que llegó a México el día de la muerte de Hemingway. Ciertos momentos se definen por lo que perdemos: el 17 de abril de 2014 falleció la única persona que hubiera escrito bien esa noticia.
Desde sus primeras crónicas, publicadas en Cartagena de Indias y Barranquilla, García Márquez decidió que la realidad es una rama de la mitología, llena de cosas tan difíciles de probar y tan inolvidables como éstas: no hay nada más dramático que una negra engreída, suicidarse es una forma de ser chino y el azúcar murmura cuando sube a las naranjas.
Después del asesinato del político liberal Jorge Eliécer Gaitán, la prensa colombiana pasó por una fuerte censura. Imposibilitado para cubrir acontecimientos, el joven García Márquez narró la vida íntima de un bandoneón, los problemas de tráfico causados por los muertos y el desconcierto producido por una vaca que se creyó urbana.