R I C A R D O R A P H A E L
El moche mayor: Telecom
El negocio de las elecciones mexicanas se ha vuelto muy obvio. Para ganar hay que financiar la promoción del voto que se hace a través de clientelas, mayormente urbanas, con recursos que salen de la hacienda pública. Así se asegura que la infantería de un candidato triunfe sobre la de su oponente.
Si los comicios son muy competidos se requiere además reforzar con publicidad en los medios de comunicación. En la jerga de los estrategas electorales, a este componente se le llama aviación y hace referencia directa al bombardeo de spots y notas pagadas que por radio y tele suelen saturar los sentidos del ciudadano.
Es mentirosa la premisa de nuestras leyes que supuestamente obligan al financiamiento público de las campañas políticas y las candidaturas. Según la falaz norma mexicana, 9 de cada 10 pesos gastados por los participantes en las elecciones se pagan con dinero del contribuyente.