domingo, 13 de julio de 2014

Jorge Zepeda Patterson - Alemania o la física del futbol

Sé que Alemania es el equipo que mejor ha jugado en el Mundial, pero como la mayoría de los mexicanos, hoy quisiera que Argentina fuese campeón entre otras razones porque es un torneo que se disputa en América (aunque la mayoría de los jugadores de la albiceleste lleven nombres italianos, pero qué se le va a hacer). Dicho lo anterior, el triunfo de Alemania sería el triunfo del futbol, y me quedó aun más claro leyendo ayer a David Brooks, en The New York Times.

El autor explica que el futbol es un juego esencialmente de control y ocupación del espacio. Depende mucho menos de las habilidades personales que de la manera en que se distribuye el resto de los jugadores. “Si tienes la pelota y tus compañeros se han desplegado en la formación correcta en torno a ti, tendrás tres o cuatro opciones para distribuirla. Por el contrario, si los defensores han estructurado sus formaciones para controlar el espacio, entonces no tendrás opciones”. Y añade, “incluso el acto de tomar la pelota no está definida primordialmente por el hombre que la conduce, sino por el contexto creado por el resto de los jugadores” (tanto defensores como atacantes).









El texto de Brooks me hizo pensar justamente en la trayectoria de Alemania y de Argentina durante el Mundial. Messi y Di María, encerrados entre defensores contrarios, pierden el balón al intentar driblar el tercer obstáculo, una y otra vez. Por el contrario, los germanos se han caracterizado por un juego en el que aquél que toma el balón tiene dos o tres compañeros desmarcados. Una especie de tiki-taka barcelonés al que se le ha añadido mucha más fuerza física y velocidad para el ataque vertical.


Desde luego que las jugadas brillantes pueden definir un partido, pero justamente las atesoramos porque son una anomalía. El camino del gol de Maradona en el Mundial de México que dejó sembrado a siete ingleses ha quedado prendido en la retina de todos los aficionados. Pero no hay sistema de juego que pueda estar basado en la eventual aparición de una genialidad extraordinaria. Y bien mirado, tampoco contradice el argumento de Brooks: si los defensores ingleses hubiesen controlado el espacio de mejor manera difícilmente podría Maradona haberse escapado de todos ellos.

También es cierto que la calidad individual puede ser decisiva en determinados momentos, independientemente del trabajo en equipo. Un gol de tiro libre requiere del talento de un solo jugador, y si se carece de ese talento nunca caerá ese gol aunque el equipo genere veinte tiros libres a lo largo del partido. De igual forma, un centro delantero como Luis Suárez o como Gonzalo Higuaín convertirá en gol dos de cada tres oportunidades claras que se generen dentro del área; un delantero centro del montón convertirá una de cada cinco. Y sin embargo, como se ha visto claramente en los juegos de Argentina, de poco sirve tener a Higuaín si el equipo es incapaz de generar oportunidades frente al portero. Jorge Valdano, siempre perspicaz, escribió este sábado que de Messi no se puede esperar en la final una gran actuación, sino una gran jugada. En realidad, lo mismo podría decirse de Argentina en su conjunto para el juego de hoy. No así de Alemania.

Esto no quiere decir que Argentina hay dejado de ser un equipo. Sólo que su incapacidad para producir juego en el área contraria les ha llevado a concentrarse en desarrollar estrategias para defender su propia área. Otra vez, el principio de Brooks sigue actuando, aunque para efectos defensivos. La disposición de sus jugadores ha impedido que Argentina reciba goles. No así Brasil, por ejemplo, con defensas súper estrellas en lo individual pero incapaces de establecer un sistema colectivo para reducir los espacios de los atacantes rivales. De allí el 7-1.

Pero esta columna de opinión no quería ser sobre futbol, como tampoco lo es la de Brooks. En realidad es una reflexión que nos incumbe a todos. Cada uno de nosotros está convencido de que elegimos individualmente un camino a seguir, con quién socializamos, qué opiniones decidimos tener. Pero, de hecho, estas decisiones están conformadas por las redes que tenemos alrededor en mucho mayor medida de lo que creemos. “Cada amigo cercano que tienes genera una versión de ti que no habrías desarrollado por ti mismo. Cuando tu amigo muere no sólo pierdes a un amigo, estás perdiendo la versión de tu personalidad que él provocaba”. Lo cual no tiene mucho que ver con futbol, pero no deja de ser una reflexión inquietante. Disfrute usted la final y aproveche para ver a cada jugador no en su relación con la pelota, sino con el resto de sus compañeros.

Descubrirá otro deporte.

El interesado puede consultar el artículo de David Brooks, en The New York Times (http://goo.gl/EHgJfB).

@jorgezepedap

www.jorgezepeda.net


Leído en http://www.vanguardia.com.mx/columnas-alemaniaolafisicadelfutbol-2112777.HTML




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.