miércoles, 8 de junio de 2016

Ciro Gómez Leyva - Miguel Ángel Yunes está perdido

Los ciudadanos están castigando con fiereza a los gobernantes tocados por la presunción de corrupción. No recuerdo, al menos en este siglo, a uno que asumiera el cargo con tantas sospechas sobre su fortuna, como Miguel Ángel Yunes. Y sólo estará dos años en el cargo. El triunfo del domingo no borra ni cancela su pasado.



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Sergio Sarmiento - Malhumorados

"El presidente ofreció una reflexión de fondo cuando señaló que había mal humor social." 
Ricardo Pascoe 
La gente estaba efectivamente malhumorada. Más que un castigo al PRI, que lo hubo, vimos en las elecciones de este 5 de junio una protesta contr...




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Leo Zuckermann - El PRI, la corrupción y el 2018

Enrique Peña Nieto pudo haber pasado a la historia como uno de los mejores presidentes de México. Logró algo verdaderamente trascendental: pasar varias reformas estructurales a fin de modernizar la economía nacional. Pero no aprendió la lección histórica del salinismo: que el reformismo no se puede mezclar con la corrupción. Cuando un presidente reforma, toca intereses muy poderosos, intereses que se ven perjudicados y que van a tratar, a toda costa, de postrar al gobierno que los afectó. Y el peñismo tenía una debilidad muy grande que eventualmente apareció: el gusto por las mansiones “financiadas” por contratistas de obra pública. El gobierno recibió un golpe con el descubrimiento de la Casa Blanca y otras más. Se le comenzó a percibir como corrupto; ahí se esfumó la posibilidad de Peña de pasar a la historia, como se le fue a Salinas cuando aparecieron las fortunas inexplicables de su hermano Raúl.

Hoy Peña es el Presidente más impopular de todos desde que se comenzaron a levantar encuestas en los años ochenta. A esto hay que sumar, ahora, la contundente derrota que sufrió su partido, el PRI, el domingo pasado. Los electores les dieron una patada en el trasero a seis gobernadores priistas: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz. Salvo el caso hidrocálido, todos estos estados estaban muy mal gobernados: ineficaces, autoritarios y/o corruptos.









Claudia Altamirano - México defiende al Ejército ante acusaciones de tortura y abusos

Militares torturando civiles por asumir que eran delincuentes; policías entregando civiles a grupos del crimen organizado, jóvenes muertos en un fuego cruzado entre soldados y presuntos delincuentes. Desde que el Ejército asumió funciones policiales para combatir a los carteles, han ocurrido numerosos abusos contra la población civil, que se ha convertido en el daño colateral de la guerra contra el narcotráfico, ha denunciado la organización Open Society y otro rosario de organismos defensores de los derechos humanos. Pero el Gobierno de México asegura que la “inmensa” mayoría de los crímenes violentos han sido cometidos por grupos criminales y que el Ejército es la institución mexicana más apreciada por la población.









Ricardo Alemán - ¿Por qué ganó el PAN?

La respuesta a la interrogante anterior puede tener las explicaciones que convengan y convenzan a cada quien. Sin embargo, una clave para la respuesta está en las razones que mueven al votante a acudir a la urna.

Y no, no hablamos de la obviedad de que una elección la gana el que lleva más votos y pierde el que consigue menos participación. No, el problema es más complejo. En realidad el problema de fondo está en otra pregunta. ¿Por qué en algunos casos los ciudadanos no salieron a votar y/o por qué, en otros casos, se volcaron a favor de tal o cual propuesta?

No se trata de un capricho o una ocurrencia. No, en realidad se alinean variables como el hartazgo por un mal gobierno –por un lado–, y el acierto de una propuesta atractiva y de cambio –como alianzas PRI y PAN–, por el otro. Esa combinación, entre otras, mueven a los electores enojados, desconfiados y hartos, a salir de su casa y castigar en las urnas al mal gobierno.









Ricardo Rocha - Lecciones del domingo 5

1ª.- Se puede votar en paz y el voto cuenta. Contra los agoreros del desastre, resulta que salvo incidentes menores, el proceso se dio pacíficamente en las catorce entidades donde hubo elecciones. La participación promedio de 55 por ciento, si no es para presumir, si resulta aceptable en términos democráticos y considerando el “mal humor” social que se ha apoderado del país. A pesar de ello, salimos a votar y cada voto fue una sumatoria que, en la mayoría de los casos, cambió radicalmente los pronósticos.

2ª.- No somos idiotas. La voluntad de los “ciudadanos de a pie” y de los “comunes y corrientes” no se decide desde las cúpulas del poder de gobiernos y partidos. Sobre todo en el Gobierno federal y en el PRI deben entender que, si quieren sobrevivir en las elecciones del 17 y sobre todo en el 18, han de postular a sus mejores hombres y mujeres y no a los habilidosos cortesanos, los favoritos del presidente o tal o cual secretario.









Raymundo Riva Palacio - Las culpas del Presidente

Son varios entre los poderosos, que esperan una noche de cuchillos largos tras la derrota del PRI en las elecciones del domingo. ¿El Presidente del partido, Manlio Fabio Beltrones? ¿La Secretaria de Desarrollo Urbano, Rosario Robles, y de Educación, Aurelio Nuño, responsables de la desastrosa operación en la Ciudad de México? Los cañones no parecen apuntar contra quién la debe, sino contra quién la pague. Es obvio: se buscara responsables, tendrían que ver en otra dirección. Las candidaturas priistas fueron procesadas y aprobadas personalmente por el presidente Enrique Peña Nieto. Así que quien tenga algo que reclamar, en Los Pinos está la ventanilla de quejas.

Las derrotas del PRI en siete gubernaturas están asociadas con el estilo personal de Peña Nieto, donde las subjetividades dominaron la racionalidad. Irónicamente es algo que no sucedió en el Estado de México, donde el pragmatismo y la cabeza fría para diagnosticar con quién podía ganar efectivamente una elección, lo inclinó por Eruviel Ávila como su sucesor en la gubernatura. Pero, como se ha dicho reiteradamente en este espacio, el Peña Nieto de Toluca no es el mismo que habita en Los Pinos.








Carlos Ramírez - Elecciones 2016: mitos (2) Alternancia, no nuevo sistema

La alternancia que se dio en las gubernaturas de siete estados de la república puede ser una ilusión óptica o sólo las ganas de creer. De 2000 al 2012 el PAN tuvo la Presidencia de la República para gobernar igualito que el PRI, con el PRI y, como se vio en el 2012, para el PRI.

Las agendas del PAN, del PRD y de Morena están más cerca del sólo arribo al poder que de la construcción de un nuevo sistema político, régimen de gobierno y Estado nacional. En Durango, Veracruz y Quintana Roo la alianza PAN-PRD fue con expriístas.







Eduardo Ruiz Healy - Otros ganadores y perdedores

Además de los que mencioné ayer en este espacio, el proceso electoral que culminó el pasado domingo tuvo otros ganadores y perdedores.

Entre estos últimos es necesario anotar al expresidente de la república Felipe Calderón y a su esposa Margarita Zavala de Calderón, en vista de que ambos quedaron sumamente debilitados ante el presidente nacional del PAN, Ricardo Anaya. El proyecto que tiene el michoacano de reelegirse a través de su esposa se quedará en sólo eso, ya que, como ahora se ven las cosas, el casi seguro candidato presidencial panista podría ser el joven maravilla que logró arrebatarle seis gubernaturas al PRI y conservar la que ya tiene su partido. Ningún militante del PAN goza hoy de la fuerza y el prestigio de Anaya, mismos que ganó a pulso al derrotar al priísmo como nunca antes nadie había logrado hacerlo.









Cristina Peri Rossi - Julio Cortázar

Cristina Peri Rossi ( 1941 )
Julio Cortázar

A medida que voy escribiendo este libro, que no pensaba escribir nunca, siento que el tiempo real es el pasado, el tiempo inmediato es el pasado, y cuando paro a descansar un poco –ya no fumo, Julio, ni siquiera el cigarrillo de después de hacer el amor, qué combate, al fin dejar de fumar fue como exiliarse de la nicotina, como tu muerte fue exiliarme de París y hasta de cierta manera de estar en Barcelona– me siento extraña, el miedo a no volver que nos asalta a los escritores, el miedo a quedarse en aquellas provincias inventadas, en la memoria que es un poco invención y un poco fantasía, pero si es lo único que nos queda de tantas palabras, de tantos paseos, de tanta vida.

Cuando conocí a Julio Cortázar, en París, en 1973, era un hombre melancólico. (¿Quién que lee no es un melancólico, quién que escribe no lo es?) Ya se sentía un exiliado y el golpe militar en Chile y en Uruguay lo había sumergido, de pronto, en una realidad semejante a la de Rayuela, con la sustancial diferencia de que los personajes de la novela podían regresar a Buenos Aires, y él, no, como yo no podía volver a Montevideo. Hay exilios políticos, y otros, sentimentales; son las separaciones, y para estos, no es necesario cambiar de ciudad. Julio Cortázar y Aurora Bernárdez, su primera y hasta entonces única esposa, se habían divorciado, hacía tiempo, ya, pero Cortázar arrastraba cierta tristeza, una nostalgia por ese matrimonio deshecho que posiblemente sólo le podía confesar a una mujer ("Cada día me es más difícil hablar con los hombres –me decía Julio. Con ellos, hay que hablar de temas; en cambio, me gusta conversar con las mujeres, tienen las emociones a flor de piel, y eso es muy importante para mí, porque los hombres de mi generación se creían muy machos, y el falso pudor les impedía hablar de sus sentimientos").