¿Tiene usted miedo a la venganza del gobernador de su estado si como empresario se atreve a denunciar una extorsión? ¿Acaso ver que han asesinado la mujer que se convirtió en activista de los derechos humanos a raíz de la desaparición de su hijo, le hará guardar silencio por la desaparición de su hija? O tal vez descubrir que un mafioso, un gobernador, una procuradora, son capaces de coludirse para intentar asesinar, o al menos acallar, a una periodista le mantiene lejos de la rebelión social. ¿Acaso usted como miles de personas, se dice a solas, que es mejor vivir en sumisión porque los crueles, los corruptos y los más despiadados cínicos han tomado las riendas del país?. Si eso le sucede luego de leer los periódicos ver las noticias o seguir el TL de Twitter, los operadores del Sistema han logrado su cometido, le convencieron de una inmensa mentira: son dueños de su libertad.
Sobre esta noción paralizante operan una buena parte de nuestros gobernantes. Los dos gobernadores de apellido Duarte (el de Veracruz y el de Chihuahua), al igual que han logrado hacer creer a la sociedad que ellos son los únicos que podrían “salvarles” de la delincuencia organizada y la inseguridad, pero no lo harán si no tienen suficiente dinero. Fausto Vallejo no ha gobernado, pero ni falta que le hace, porque el miedo es quien ha dominado a Michoacán y a sus operadores, de allí que su suplente y tantos otros negociaran con los narcotraficantes y se hincaran ante ellos. Roberto Borge, de Quintana Roo, es tal vez uno de los ejemplos más claros de este grupo de gobernadores del miedo.