miércoles, 7 de diciembre de 2011

Gerry Martinez - Sobre el Affair literario de Peña Nieto

A CONTINUACIÓN COMPARTO ALGUNOS PENSAMIENTOS PROVOCATIVOS SOBRE EL "AFFAIR" LITERARIO DE PEÑA NIETO.     


1) En primer lugar quisiera preguntar... ¿es indispensable, o al menos necesario que un candidato a presidente sea experto o mínimo aficionado a la literatura?
¿por qué a la literatura y no a la música, a la danza, a la pintura o a la arquitectura?
¿cuál tipo de literatura es la que debería dominar? ¿Homero, Platón, Cervantes? ¿Vargas Llosa, Fuentes, Paz? ¿Monsiváis, Poniatoska?
¿que "halo intelectualoide" hace sentir como "series superiores" a quienes son aficionados a la literatura?
¿son válidos los libros técnicos o manuales? ¿los libros de arte?  ¿los biográficos?  ¿solamente son válidos los libros políticamente correctos o de autores que dan ese "halo intelectualoide"?
¿el número o calidad de libros leídos hace a un presidente más apto?
¿no puede adquirir cultura por otros medios, como por ejemplo, viajando o por documentales?
¿esos criticones hubieran hecho el mismo escarnio si hubiera confundido a Monet con Manet, a Schoenberg con Schnitke, a Frank Lloyd Wright con Mies Van der Rohe?


2) Ahora con respecto al RT de su hija Paulina... ¿por qué le achacamos a Paulina la autoría de un Tweet que en realidad escribió su noviecito?
¿no es una reacción natural y lógica de una adolescente que quiso "defender" a su padre sobre ataques, algunos muy pasados?
¿por ser hija de Peña Nieto debe ser una adolescente diferente?
¿es válido que le conteste "la prole" denostando y discriminándola por ser huérfana y burlándose de esa condición?
¿"la prole" si tenemos derecho a criticar e insultar pero nos ofendemos si nos dicen "prole"?

3) Y finalmente, para quienes piensan que estoy defendiendo a Peña Nieto (y antes de que me cambien de panista a priísta)...  No entiendo el porqué haya tantos sorprendidos de que nuestros políticos sean ignorantes en uno o muchos temas; vamos, me sorprende que haya tantos y tan sorprendidos.
A mi lo que sí realmente me preocupó de este "affair" es que alguien que quiere ser presidente, ante una pregunta tan sencilla en un ambiente tan amable y enuna situación tan "x" no haya sabido contestar o "torear" la pregunta; eso sí me preocupa, imaginar a este político en un problema realmente importante, donde haya que tomar decisiones verdaderamente trascendentes... ¿se pondrá igual de nervioso?  ¿titubeará para tomar una decisión acerca de nuestra economía?  ¿se le olvidarán los datos importantes en política exterior?  ¿será igual de inepto para definir una iniciativa de reforma laboral?  ¿también nos tratará de mentir cuando se le hagan preguntas importantes sobre reforma fiscal?
Ya para terminar, me pregunto:  ¿por qué no se hizo tanta alaraca cuando hace casi 6 años AMLO no solamente mostró su aún más grande ignorancia e incultura ya no de un tema específico como la literatura sino de cultura general de preguntas de primaria sino su cobardía para enfrentar las preguntas?
Dicen que recordar es volver a vivir, así que... recordemos


Ciro Gómez- ¿En serio Peña Nieto quiere eliminar el seguro popular?

El sainete en la FIL movió mi curiosidad sobre la prosa de Enrique Peña Nieto y me llevó a su recién publicado libro, “México, la gran esperanza”. En la página 37 cambié de objetivo, porque si entendí, el candidato del PRI piensa desaparecer el Seguro Popular.

Peña Nieto afirma que, más allá de “algunas buenas intenciones”, los gobiernos del PAN “no han tenido una visión estratégica de las transformaciones estructurales que requiere el país”. Y que en vez de aplicar soluciones integrales, han optado por “poner parches”.
Toma de ejemplo al Seguro Popular, “que si bien ha permitido incrementar la cobertura de servicios de salud, lo ha hecho con una calidad deficiente. Además, al mantener en paralelo un sistema de seguridad social vinculado al mercado laboral y financiado por cuotas, como son el IMSS y el ISSSTE, se ha fomentado la informalidad, deteriorado la productividad y, por ende, el crecimiento económico”.
¿Quiere decir que hay que eliminarlo? ¿Tendrá idea de lo que significa el Seguro Popular para un marginado, un miserable que llega con metástasis al Instituto de Cancerología, con un infarto a Cardiología? ¿De qué está hablando? ¿De que las cosas son mejores en el “institucional” ISSEMYM mexiquense?
Sería bueno que lo aclarara, porque son 44 millones de mexicanos (gran parte no paga un centavo) que hoy reciben atención médica para más de mil 400 enfermedades, a través de servicios médicos-quirúrgicos, farmacéuticos y hospitalarios.
Espero que sea sólo problema de una redacción apresurada y que lo haya querido decir es que el programa se mantendrá, fortalecido.
Pero me temo que no es así y que el “nuevo PRI” de Peña Nieto hará tabla rasa de los “parches” 2000-2012.

Roberta Garza -¿Es bueno leer?


  • 2011-12-06•Acentos
Sería deseable que nuestros candidatos fueran personas de ideas, pero el problema no es que no lo sean, sino que encima de esto sean corruptos, hipócritas y palurdos.


Por sí mismo ni sí ni no; la lectura simple resulta de entender que hay un equivalente visual para un símbolo fonético, y ya. Pero de allí a la conversión de éstos en abstracciones mayores hay todo un trecho: en este país se aprende desde primaria que las cuatro letras que forman la palabra GATO representan, por decirlo de manera prosaica, a un animal peludo que hace miau, pero ese proceso no es demasiado complejo: la mayoría logra aplicar con cierto éxito esta habilidad básica en su vida cotidiana, como cuando la lista del súper dice: comprar comida para gato y, al final de la jornada, Micifuz vive para cenar otro día.

La poesía se ocupa del siguiente paso, metafórico y sutil, agregándole valor estético como cuando hablamos de una mirada felina por misteriosa, aviesa y seductora, y no por codiciar la grasa de tocino que quedó en el bote de la basura. Más lejos aún está el reino de las ideas complejas, que nos hace entrever, gracias a los esfuerzos de las mentes más lúcidas de la especie, uno que otro de los misterios del universo. Este registro de las eurekas humanas plasmado en cadenas de palabras para transmitirse de generación en generación es uno de los máximos logros de la humanidad, pero lo que llamamos en nuestros días leer es muy otra cosa.

Así, uno puede hojear la Biblia para entender la mitología y cosmovisión de uno de los pueblos fundacionales de Occidente, pero puede también buscar allí, en los raros pasajes donde no se comete adulterio o asesinato, una conexión con la divinidad, o simplemente uncirse al yugo de una instrucción conformista y pequeña donde la lectura queda reducida a su mínima expresión: esa que afirma con literalidad, por ejemplo, que el pecado entró al mundo por comer una manzana, dándole a quienes se asumen como únicos intérpretes autorizados del conjunto de textos que ellos mismos nombraron como sagrados la llave de sus conciencias.

Lo que extraña del más reciente peñanietazo es que cause tanto escozor, si lo realmente escalofriante hubiera sido que el de Atlacomulco citara con fluidez pasajes de, digamos, Orhan Pamuk. Al final el problema ni siquiera es éste: sin duda sería deseable que nuestros candidatos fueran personas de ideas —que aceptaran contestarle a Brozo un cuestionario cultural básico, por ejemplo, o que su bibliografía no se limitara a libros ñoños de autoayuda—, pero el problema no es que no lo sean, sino que encima de esto sean corruptos, carroñeros, mezquinos, hipócritas y palurdo.

Raymundo Riva Palacio- Peña Nieto, huele a sangre

La paliza que ha recibido Enrique Peña Nieto en las redes sociales por haber confundido de  escritor la autoría de un libro, es totalmente desproporcionada para lo que fue, pero  reveladora de lo que se le viene en 2012. Un error relevante en cuanto a cultura general, pero nada significativo para evaluar su capacidad en la toma de decisión, dibuja en toda su dimensión lo que habrá de afrontar durante la campaña presidencial.

Peña Nieto se ha convertido en el bufón de twitter y seguramente estigmatizado de por vida, mediante una campaña de ridiculización donde se combinan la muy mala imagen que tiene en esa red social –un panel creciente de clases medias y altas educadas y activas-, y las legiones de francotiradores que políticos en distintas trincheras le han alineado para alimentar la percepción de que es un ignorante y convertirla en el sofisma de que una persona con tales deficiencias, no puede ser Presidente.

Peña Nieto ha sido víctima de su éxito. Al ser el puntero holgado en las encuestas de preferencias electorales para 2012, nadie de sus potenciales adversarios pierde el tiempo peleándose con alguien más, porque es al único que se le puede quitar algún punto de intención de voto. Esto lo sabe él, por lo que es incomprensible que conocedor de que hay un telemercadeo (call centers) que opera permanentemente en su contra, el suyo, que existe desde el año pasado, sean tan deficiente y no pueda contrarrestar los ataques.

Twitter no es una red social que para estos efectos sea químicamente pura. Todo lo contrario. Si bien hay usuarios que responden solamente a sus intereses, angustias, frustraciones y expectativas, también existe en materia de asuntos públicos una enorme manipulación de la red. Es decir, no todo lo que aparece en esa plataforma es genuino, ni todo lo que crece en un sentido positivo o negativo, es de generación espontánea. Twitter es la última generación de vehículos no convencionales de comunicación política, que irrumpen en la vida pública y en sus protagonistas.

Peña Nieto tiene que saberlo, y confundir a Enrique Krauze con Carlos Fuentes es el menor de sus problemas. Frente a él se alinean esas legiones que se pueden mover libremente por las redes sociales sin restricciones legales, y que a través de ellas pueden generar descréditos imparables. Usarlas con fines de manipulación es cada vez más económico y más eficaz. Varias empresas en Centroamérica trabajan para políticos mexicanos, y call centers similares están proliferando en México.

Carlos Marín - Cuentas claras y ex pareja presidencial


A través del Instituto Federal de Acceso a la Información, la Secretaría de la Defensa Nacional precisa el número de civiles del crimen organizado que han resultado muertos, heridos o detenidos en enfrentamientos con las tropas militares.
“Civiles agresores”, los denomina, y acepta una insuficiencia de datos: en la Sedena, “únicamente se cuenta con información a partir del año 2007” (primero del actual sexenio), misma que desglosa por año y entidad federativa.
En esta edición, el reportero Rubén Mosso publica que en el actual 2011 han sido muertos dos mil 165 probables delincuentes (cifra que representa el 68 por ciento del total de tres mil 203) que desafiaron al brazo armado del Estado (sin tomar en cuenta el saldo en enfrentamientos con efectivos de la Secretaría de Marina).
Reporte preciso aunque, como todos los militares, escueto.
A quienes ven en blanco y negro la vida no les agradará que aquí se recuerde a un par de activistas de la transparencia en la información gubernamental: Martha Sahagún y Vicente Fox (en este orden…).
cmarin@milenio.com


Lo mismo en http://impreso.milenio.com/node/9075210

Gabriel Zaid Los demasiados libros

Para estos momentos en que los políticos han puesto sobre la mesa un tema que nada les importa, el de la lectura, se recomienda  releer el famoso ensayo de Gabriel Zaid, "Los demasiados libros"



La Jornada Semanal, 28 de abril de 1996
La editorial española Anagrama otorgó la mención especial de su certamen internacional de ensayo al escritor mexicano Gabriel Zaid. El libro de Zaid gira en torno a la industria editorial, y en él se combinan los talentos del analista de La economía presidencial, el crítico de La poesía en la prácticay el poeta de Reloj de sol. Celebramos a uno de nuestros mayores escritores con el ensayo que da título al libro que próximamente editará Anagrama.
Ver entrevista en

librosLa gente que quisiera ser culta, va con temor a las librerías, se marea ante la inmensidad de todo lo que no ha leído, compra algo que le han dicho que es bueno, hace el intento de leerlo, sin éxito, y cuando tiene ya media docena de libros sin leer, se siente tan mal que no se atreve a comprar otros.
En cambio, la gente verdaderamenteculta es capaz de tener en su casa miles de libros que no ha leído, sin perder el aplomo ni dejar de seguir comprandomás.
«Toda biblioteca personal es un proyecto de lectura», dice un aforismo de José Gaos. La observación es tan exacta que, para ser también irónica, requiere la complicidad del lector bajo una especie de imperativo moral, que todos más o menos acatamos: un libro no leído es un proyecto no cumplido. Tener a la vista libros no leídos es como girar cheques sin fondos: un fraude a las visitas.
Ernest Dichter, en su Handbook of Consumer Motivations, habla de esta mala conciencia en los clubes de libros. Hay gente que se inscribe como si entrara a un festival de la cultura; pero, a medida que los libros llegan y se acumula el tiempo que hace falta para leerlos, cada nueva remesa, y el montón, se vuelven un reproche muy poco festivo: una acusación de incumplimiento, hasta que rompe con el club, decepcionada y resentida de que le siga enviando libros, a pesar de pagarlos.
Por eso, se inventaron los libros que no son para leer. Libros que se pueden tener a la vista impunemente, sin sentimientos de culpa: diccionarios, enciclopedias, atlas, libros de arte, de cocina, de consulta, bibliográficos, antológicos, obras completas. Libros que la gente discreta prefiere para hacer regalos: porque son caros, lo cual demuestra aprecio, y porque no amenazan con la cuenta pendiente de responder a la pregunta: «¿Ya lo leíste?, ¿qué te pareció?» —lo cual demuestra lo mismo. El antieslogan más anticomercial del mundo pudiera ser, en efecto: «Regale un libro: es como regalar una obligación».
Los autores de libros no son tan discretos. Dejando aparte los casos extremos (los que llaman para ver en qué página va uno, cuándo terminará y, sobre todo, cuándo publicará una reseña larga, inteligente y objetiva), se sienten obligados a repartir obligaciones cada vez que publican. Ya se sabe que la elegancia torera en estos casos consiste en responder de inmediato con una tarjeta que diga: «Acabo de recibir su libro. ¡Qué estupenda sorpresa! Lo felicito y me felicito de antemano por la alegría que me dará leerlo». (Alfonso Reyes las usaba impresas, con espacios en blanco para la fecha, nombre y título.) Si no, la deuda se triplica y crece a interés compuesto, conforme pasa el tiempo, hasta que llega un momento en que el deber pendiente de leer el libro, de escribir una carta, que ya no puede ser tan breve, y de formular un elogio que no sea falso ni mezquino, se vuelve una pesadilla. No se sabe qué es peor, si esto o la tarjeta a vuelta de correo.
Pero hay más: ¿qué hacer físicamente con el libro? El autor puede presentarse un día y encontrarlo sin abrir. Otra buena medida, que desgraciadamente también requiere disciplina, sería desflorar las primeras páginas en el momento de recibirlo, y dejar un marcador, para indicar la intención. O hacerlo desaparecer, explicando, si es necesario, que un amigo se entusiasmó tanto que se lo llevó prestado, antes de que uno pudiera leerlo. En este caso, es prudente arrancar la dedicatoria. Los libros dedicados tienen la extraña vocación de acabar en las librerías de viejo, y hay esas historias horribles de los libros de Darío o de Rilke dedicados melosamente a Valéry y encontrados después con los buquinistas del Sena, sin abrir. O aquella historia del libro de Valle-Arizpe que encontró, intonso, en una librería de viejo, y que compró y envió de nuevo a su amigo: «Con el renovado afecto de Artemio de Valle-Arizpe».
Una pésima solución consiste en conservarlos, hasta formar una biblioteca de miles de volúmenes, diciendo: en realidad, no tengo tiempo de leerlos, lo hago para dejarles una herencia a mis hijos. Excusa cada vez más débil, hoy que las ciencias adelantan que es una barbaridad. Casi todos los libros se vuelven obsoletos desde el momento en que se escriben, si no antes. Y la mercadotecnia está logrando imponer la planned obsolescence hasta de los autores clásicos (con nuevas y mejores ediciones críticas), para acabar con la ruinosa transmisión de gustos de una generación a la siguiente, que tanta fuerza restó al mercado en otro tiempo.
La formación de bibliotecas obsoletas para los hijos se justifica como la preservación de ruinas: por razones puramente arqueológicas. Y hay excusas mejores que la biblioteca heredable. Si uno forma una biblioteca sobre historia de Tlaxcala, o, mejor aún, de ediciones del Quijote, nadie tiene derecho a exigirle que haya leído miles de veces el Quijote, una por edición. Aunque no faltarán visitas inocentes que se escandalicen de ver tantas veces el mismo título. ¿No es como retratarse y exhibirse mil veces, bajo mil ángulos, con el único pez gordo que se ha pescado en la vida?
Bajo el Imperativo Categórico de Leer y Ser Culto, una biblioteca es una sala de trofeos. La montaña mágica es como una pata de elefante que da prestigio, sirve de taburete y permite conversar de peligrosas excursiones al África. ¿Y qué decir del león que le guiñó un ojo al cazador antes de rodar a sus pies? Así, quien tiene las memorias de Churchill, dedicadas y sin abrir, dice: ¡Pobre Winston! Por respeto, las guardo como las recibí. ¡Qué formidable león británico! Le supliqué al taxidermista que conservara cuidadosamente el guiño...
Los cazadores tienen fama de exagerados. Por eso, es un principio de ética profesional del lector que aspira a ser culto, no exhibir jamás piezas no cazadas debidamente. Menos aún piezas que, en realidad, leyó un amigo, o el guía, en el safari cultural. De ahí también que un libro sólo pueda ser visto como un cadáver disecado, no un animal de presa vivo. ¿Tigres en el tanque de la gasolina? Pase. Pero, ¿rugiendo por toda la casa, echados en el cuarto de baño o en la cama, estirándose y bostezando en las ventanas, encaramados en los anaqueles? ¡Jamás! Por respeto a las visitas.
El Imperativo Categórico viene de los libros sagrados. Karl Popper (Los libros y el milagro de la democracia) supone que la cultura occidental nace con la aparición del mercado del libro en Atenas, en el siglo V antes de Cristo: el libro comercial acaba con el libro sagrado. Pero, ¿acaba? El mercado es ambivalente. Tener en casa y a la mano lo que antes sólo se veía en el templo es un gran atractivo para la demanda, porque los libros tienen todavía el prestigio del templo. La desacralización democrática prospera como simonía: permite vender lo que no tiene precio. No acaba con los libros sagrados: los multiplica.
Sócrates criticó el fetichismo del libro(Fedro). Dos siglos después, en otro pueblo del libro (el pueblo bíblico), dijo el Eclesiastés (12:12): «componer muchos libros es nunca acabar, y estudiar demasiado daña la salud. Basta de palabras. Todo está escrito». En el siglo I, Séneca le escribe a Lucilio: «La multitud de libros disipa el espíritu». En China, en el siglo IX, el poeta Po Chu Yi se burla de Lao-Tsé: «De sabios es callar, los que hablan nada saben» —dicen que dijo Lao-Tsé, en un librito de ochocientas páginas. En Argelia, en el siglo XIV, Ibn Jaldún: «Los demasiados libros sobre un tema hacen más difícil estudiarlo» (Al-muqaddi-mah VI 27). En Alemania, en el siglo XVI, Lutero: «La multitud de libros es una calamidad» (Charlas de sobremesa). Don Quijote, al enterarse de que se había escrito el Quijote: «Hay algunos que así componen y arrojan libros de sí como si fueran buñuelos» (II 3). Descartes: «abandoné el estudio de los libros, decidido a no buscar más ciencia que en mí mismo o en el gran libro del mundo» (Discurso del método). Samuel Johnson: «Para convencerse de la vanidad de las esperanzas humanas, no hay un lugar más impresionante que una biblioteca pública».
Alguna vez propuse un guante de castidad para los autores que no se puedan contener. Pero también puede servir un baño de agua fría: sumergirse en una gran biblioteca, para desanimarse, como Johnson, ante la multitud de autores desatendidos. El progreso ha logrado que todo ciudadano, no sólo los profetas elegidos, pueda darse el lujo de hablar en el desierto.
¿Quién podrá detener la multiplicación de libros? Por un momento, parecía que iba a ser la televisión. Marshal McLuhan escribió (¡escribió!) libros proféticos sobre el fin de los tiempos librescos. Pero la explosión del libro lo dejó hablando en el desierto.
El lanzamiento y apogeo comercial de la televisión en los Estados Unidos, medido en número de hogares con receptores, fue de 1947 a 1960, cuando pasó de 16 mil a 45 millones de aparatos, o sea prácticamente de cero al 88 por ciento de los hogares (Warde B. Orden, The Television Business). Todo estaba, pues, listo para acabar con el libro. Sin embargo, el número de títulos publicados cada año, en el mismo periodo, subió a más del doble: de 7 a 15 mil (Statistical Abstract of the United States). Mayor sorpresa: de 1960 a 1968, volvió a doblarse el número de títulos anuales, y en un periodo menor, mientras que el número de hogares con receptores, naturalmente, ya no podía subir más que a la saturación (98 por ciento).
A mediados del siglo XV, apareció la imprenta de caracteres móviles en Europa. No sustituyó de inmediato a los copistas ni a la impresión con placas de madera, pero multiplicó los títulos disponibles. En el primer siglo de la nueva imprenta, se publicaron unas 35.000 ediciones (Agustín Millares Carlo,Introducción a la historia del libro y de la biblioteca), o sea 350 títulos por año, que tal vez empezaron siendo 100. Para 1952 (Robert Escarpit, La revolución del libro), se publicaban ya unos 250 mil. Esto implica un ritmo de crecimiento cinco veces mayor que el de la población.
Se suponía que la televisión iba a acabar con ambas explosiones, pero no sucedió, como puede verse en las cifras para el año 2000, estimadas a partir del Anuario estadístico 1994 de la Unesco. Después de la televisión, la población crece al 1,8% anual (en vez del 0,3% en el medio milenio anterior), y la publicación de libros al 2,8% anual (en vez del 1,6% anterior).

145019502000
Gutenbergtelevisión
Títulos anuales100250.0001.000.000
Población (millones)5002.5006.000
Títulos por millón
de habitantes
0,2100167

A partir de estas cifras gruesas, pueden hacerse interpolaciones también gruesas. Se publicaron unos 500 títulos en 1550, unos 2.300 en 1650, unos 11.000 en 1750 y unos 50.000 en 1850. La bibliografía acumulada hasta 1550 fue de unos 35.000, hasta 1650 de 150.000, hasta 1750 de 700.000, hasta 1850 de 3'300,000, hasta 1950 de 16 millones, hasta el año 2000 de 52 millones. En el primer siglo de la imprenta (1450-1550), se publicaron unos 35 mil títulos; en el último medio siglo (1950-2000), mil veces más: unos 36 millones.
La humanidad publica un libro cada medio minuto. Suponiendo un precio medio de quince dólares y un grueso medio de 2 centímetros, harían falta quince millones de dólares y 20 kilómetros de anaqueles para la ampliación anual de la biblioteca de Mallarmé, si hoy quisiera decir:
Hélas! La carne es triste y he leído todos los libros.
Los libros se publican a tal velocidad que nos vuelven cada día más incultos. Si uno leyera un libro diario, estaría dejando de leer cuatro mil, publicados el mismo día. Es decir: sus libros no leídos aumentarían cuatro mil veces más que sus libros leídos. Su incultura, cuatro mil veces más que su cultura.
«Es mucho el saber y poco el vivir», dijo Gracián. Pero, de nuevo, el aforismo opera poéticamente, más allá de su verdad cuantitativa, con ese dejo melancólico, porque remueve los sentimientos de culpa que nos da nuestra finitud frente a las tareas infinitas que exige el Imperativo Categórico. Sí, hay algo profundamente melancólico en ir a una biblioteca o librería llena de libros que no leeremos jamás. Algo que trae a la memoria aquellos versos de Borges:
Hay un espejo que me ha visto por última vez.
Hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.
Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
Hay alguno que ya nunca abriré.
¿Y para qué leer? ¿Y para qué escribir? Después de leer cien, mil, diez mil libros en la vida, ¿qué se ha leído? Nada. Decir: yo sólo sé que no he leído nada, después de leer miles de libros, no es un acto de fingida modestia: es rigurosamente exacto, hasta la primera decimal de cero por ciento. Pero ¿que no es quizás eso, exactamente, socráticamente, lo que los muchos libros deberían enseñarnos? Ser ignorantes a sabiendas, con plena aceptación. Dejar de ser simplemente ignorantes, para llegar a ser ignorantes inteligentes.
Quizá la experiencia de la finitud es el único acceso que tenemos a la totalidad que nos llama, y nos pierde, con desmedidas ambiciones totalitarias. Quizá toda experiencia de infinitud es ilusoria, si no es, precisamente, experiencia de finitud. Quizá, por eso, la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado en que nos dejan.
¿Qué demonios importa si uno es culto, está al día o ha leído todos los libros? Lo que importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer. Si la calle y las nubes y la existencia de los otros tienen algo que decirnos. Si leer nos hace, físicamente, más reales.

Monero Hernández - TRES ESCRITORES QUE HAN MARCADO A ENRIQUE PEÑA NIETO


TRES ESCRITORES QUE HAN MARCADO A ENRIQUE PEÑA NIETO


CHARLES SALICKENS

Famoso novelista irlandés, y el principal escritor de la era Gortariana. Fue el maestro del género literario conocido comopolítica–ficción.
Entre sus ficciones más destacadas se encuentran Cuento de Navidad (también conocida como Los errores de Diciembre),Historia de dos sexenios, y la serie de cuentos fantasiosos para no ver ni oír, llamada México, un paso a la modernidad.
También escribió otros libros, pero ahorita no recuerdo el nombre.


ELBAR ALLAN POPÓ

Gran escritora, recordada especialmente por sus cuentos de terror, y por otros libros inolvidables que ahora no recuerdo. Entre sus terroríficas obras, están El pelele y el Panal y El sindicato delator.
De la obra poética de Elbar Allan Popó, sobresale su poema La chachalaca, del que ofrecemos el siguiente fragmento:

Miré al adefesio, sonriente
ante su grave y serio continente
y le comencé a hablar,
no sin un dejo de intención irónica:
“Oh, lideresa, oh venerable ave anacrónica,
¿cuándo dejarás la presidencia interpósita? ”
Dijo la chachalaca: “Nunca jamás ”.



MOLIÈREIRA

Jean–Humberto Qué Poquelín, mejor conocido como Molièreiraes uno de los grandes escritores de todos los tiempos, que tuvo que renunciar por la unidad del partido.
De él desataca el tartufo, el misántropo, y sobre todo, el avaro.
De los títulos de sus obras, no recuerdo ninguno.


Visto en  http://monerohernandez.blogspot.com/2011/12/tres-escritores-que-han-marcado-enrique.html

Nota: se retiró la columna de Zuckerman por razones de espacio y de poco interés.


Vázquez Mota - Dios mío, hazme viuda por favor-- Un país de ciudadanos

¿No leen y escriben? ¿Leen lo que sus asesores escriben y corrigen?  ¿En verdad escriben?   Foro Paralelo pone a su consideración fragmentos de libros o propuestas escritas por los tres pre-candidatos presidenciales con mayor número de preferencias en las encuestas de voto.


“DIOS MIÓ HAZME VIUDA POR FAVOR“, es un llamado a la mujer, al hombre, al joven, al ser humano para asumir el reto y la aventura de vivir.  
Este no es un manual en contra del hombre, por el contrario, “Dios mío, hazme viuda por favor” es un llamado al crecimiento integral del ser humano, una invitación a la mujer para que cobre conciencia de su voluntad e inteligencia y se atreva a ser viuda del miedo a elegir, del temor a desarrollar sus talentos y potencialidades, de asumir su libertad y responsabilidad.
Esta lectura nos llevará a enfrentar uno de los desafíos más trascendentes en la vida del ser-humano: construirnos como un original, únicos e irrepetibles, teniendo el valor para descubrir nuestro propósito de vida y, en consecuencia, dar un sentido a nuestras acciones.
El desafío de ser yo misma es hoy por hoy el primero de una larga lista en la tarea humana de crecer constante y consistentemente hasta el día de nuestra muerte. Esta es una propuesta para transitar por el camino del amor, que si bien no es el más fácil ni el de menor esfuerzo, es el único a través del cual la persona puede aspirar a la felicidad.
“Dios mío, hazme viuda por favor” pretende ser una luz que ilumine la conciencia. A través de sus páginas logrará iniciar un viaje a lo más profundo de su ser, porque es justo ahí donde se forjan los cimientos para agrandar el espíritu y poder volar muy alto, sabiéndonos capaces de enfrentar la vida, útiles en el proceso de la creación y dignas de amor y respeto.

Libro entero en http://es.scribd.com/doc/41351174/Dios-Mio-Hazme-Viuda-Por-Favor-Vasquez-Mota-Josefina

Un país de ciudadanos

En México necesitamos líderes en todos los ámbitos de la sociedad, liderazgos modernos en que el Estado no se conciba como patrimonio propio o familiar. Los nuevos líderes han de estar alejados del viejo paternalismo y de las tentaciones populistas.
Es el tiempo del ciudadano, de las amas de casa, de las mujeres que tienen diversos roles, del estudiante que quiere llegar a ser el mejor profesional, del pequeño empresario que levanta la cortina de su negocio cada mañana, del chofer y del agricultor.
En nuestro país tenemos la urgente responsabilidad de establecer un acuerdo que impulse la agenda de transformación de las instituciones y de las políticas públicas. El punto de partida que propongo para ese diálogo es el reconocimiento de las fallas del viejo régimen y de las oportunidades de transformación. Como revela en mi libro Nuestra oportunidad. Un México para todos Julio Sanguinetti: “Para avanzar en la institucionalidad moderna es necesario construir acuerdos”.
El país requiere una estructura institucional más sólida, porque las instituciones son el sustento de la vida democrática y la única garantía para hacer viable el futuro de México sin el riesgo de la opacidad y de un regreso a prácticas autoritarias. No podemos seguir siendo una nación donde tan pocos reciban y puedan decidir tanto, y tantos reciban tan poco o nada.
Estoy convencida del liderazgo que el país reclama y que la ciudadanía exige. El gran reto está en ser lo suficientemente generosos para acordar con base en propuestas y contenidos, no con base en prejuicios. Es tiempo de atender lo que nos dice la gente, tanto quienes coinciden con nuestros ideales políticos, como quienes piensan distinto y creen en otras opciones. En especial, debemos atender a los excluidos, a los más vulnerables y a aquellos cuyas voces no se escuchan suficientemente.
En este proceso no se puede descalificar sin más ninguna posición, pero sí nos exige establecer con claridad el origen de las dificultades que enfrenta México hoy y, con base en ellas, plantear mecanismos de solución sustentados en dos elementos indiscutibles: la necesidad de construir instituciones y la obligación de trasladar poder a los ciudadanos.
Es Nuestra oportunidad. Trabajando al lado de los ciudadanos podremos construir Un México para todos.

López Obrador - Fundamentos para una república amorosa

¿No leen y escriben? ¿Leen lo que sus asesores escriben y corrigen?  ¿En verdad escriben?   Foro Paralelo pone a su consideración fragmentos de libros o propuestas escritas por los tres pre-candidatos presidenciales con mayor número de preferencias en las encuestas de voto.


La decadencia que padecemos se ha producido, tanto por la falta de oportunidades de empleo, estudio y otros satisfactores básicos como por la pérdida de valores culturales, morales y espirituales. Por eso nuestra propuesta para lograr el renacimiento de México tiene el propósito de hacer realidad el progreso con justicia y, al mismo tiempo, auspiciar una manera de vivir, sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria.

Es sabido que los seres humanos necesitan bienestar. Es prácticamente aceptado por todos que nadie puede ser feliz sin tener trabajo, alimentación o cualquier otra necesidad, material o biológica. Un hombre en la pobreza piensa en cómo sobrevivir antes de ocuparse de tareas políticas, científicas, artísticas o espirituales.

Pero también es incuestionable que el sentido de la vida no se reduce sólo a la obtención de lo material, a lo que poseemos o acumulamos. Una persona sin apego a una doctrina o a un código de valores, no necesariamente logra la felicidad. Inclusive, en algunos casos, el triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales de ninguna índole, conduce a una vida vacía y deshumanizada. De ahí que deberá buscarse siempre el equilibrio entre lo material y lo espiritual: procurar que a nadie le falte lo indispensable para la sobrevivencia y cultivar nuestros mejores sentimientos de bondad.

Cuando hablamos de una república amorosa, con dimensión social y grandeza espiritual, estamos proponiendo regenerar la vida pública de México mediante una nueva forma de hacer política, aplicando en prudente armonía tres ideas rectoras: la honestidad, la justicia y el amor. Honestidad y justicia para mejorar las condiciones de vida y alcanzar la tranquilidad y la paz pública; y el amor para promover el bien y lograr la felicidad.

La honestidad es la mayor riqueza de las naciones y, en nuestro país, este valor se ha venido degradando cada vez más. Aunque esto atañe a todos los sectores sociales, es, sin duda, la deshonestidad de los gobernantes y de las élites del poder, lo que más ha deteriorado la vida pública de México, tanto por el mal ejemplo como por la apropiación de bienes y riquezas de la colectividad. Inclusive puede afirmarse que la inmoralidad es la causa principal de la desigualdad y de la actual tragedia nacional. Dicho en otras palabras: nada ha deteriorado más a México que la corrupción política.

No obstante, siendo éste el principal problema del país y, aunque resulte increíble, es un tema que no aparece en la agenda nacional. Se habla de reformas estructurales de todo tipo, pero este grave asunto no se considera prioritario. Es más, no es tema en el discurso político, por el contrario, en la actualidad se ha extendido la especie del regreso del PRI, con la creencia de que ellos roban pero dejan robar y en el contexto de la máxima, según la cual, quien no transa no avanza.

Aunque se vive en el llamado mundo de la globalidad, tampoco se piensa en importar ejemplos de países y gobiernos que han tenido éxito en hacer de la honestidad el principio rector de su vida pública. En la información más reciente sobre índices de la percepción de la corrupción en 182 países del mundo, mientras Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia y Suecia ocupan los primeros lugares en honestidad, México ocupa el lugar 100. Y, como es obvio, ellos tienen mejores niveles de bienestar. Pero lo paradójico y absurdo es que en la sociedad mexicana existe este valor y ni siquiera tendríamos que importarlo. Es decir, si hubiese voluntad para aprovechar las bondades de la honestidad, sólo sería cosa de exaltarla, de cultivarla entre todos y hacerla voluntad colectiva.

En los pueblos del México profundo se conserva aún la herencia de la gran civilización mesoamericana y existe una importante reserva de valores para regenerar la vida pública. Me consta que hay comunidades donde las trojes que se usan para guardar el maíz están en el campo, en los trabajaderos, lejos del caserío y nadie piensa en apropiarse del trabajo ajeno. En muchos lugares, hasta hace poco, no se tenía noción del robo. Aquí cuento que recientemente un joven compañero de Morena olvidó su cartera en el revistero de un avión comercial y días después recibió la llamada de un campesino migrante desde un lugar de California para informarle que él había encontrado su cartera con sus datos y dinero. El campesino migrante, originario de una comunidad de Veracruz, le preguntó sobre cuánto llevaba en la cartera y una vez aclarado el asunto se la envió a su domicilio. Mi joven compañero le preguntó al migrante, que apenas hablaba bien el español, por qué lo hacía. Le contestó que sus padres le habían enseñado a hacer el bien sin mirar a quién y que si actuaba así tendría en la vida una recompensa mayor.

Por ello digo que la honestidad es una virtud que aún poseemos y sólo es cosa de revalorarla, de darle su lugar, de ponerla en el centro del debate público y de aplicarla como principio básico para la regeneración nacional. Elevar la honestidad a rango supremo nos traería muchos beneficios. Los gobernantes contarían con autoridad moral para exigir a todos un recto proceder, nadie tendría privilegios. Se podría aplicar un plan de austeridad republicana para reducir los sueldos elevadísimos de los altos funcionarios públicos y eliminar los gastos superfluos. Asimismo, con este imperativo ético por delante se recuperarían recursos que hoy se van por el caño de la corrupción y se destinarían al desarrollo y al bienestar del pueblo.

La justicia. Todavía es vigente la frase bíblica de Madero de que el pueblo de México tiene hambre y sed de justicia. Es la demanda incumplida, pendiente, a pesar de la Revolución y de toda la retórica de los gobiernos posteriores. Tampoco aparece en la agenda de la llamada clase política. No obstante, es la sombra que nos persigue, que nos impide estar bien con nuestras conciencias y ser más humanos.

La pobreza en México es una amarga realidad, entristece, parte el alma y se encuentra por todos lados. Está presente en los estados del norte, donde antes no había tanta. Es notoria en las colonias populares de grandes concentraciones urbanas y de las ciudades fronterizas; en el campo de Zacatecas, Nayarit y Durango; predomina en el centro, en el sur y en el sureste del país, sobre todo en comunidades indígenas. En todas partes la gente no tiene oportunidades de empleo y se ve obligada a emigrar de sus comunidades, abandonando a sus familias, costumbres y tradiciones. La producción de autoconsumo, los programas de apoyo gubernamental y la ayuda que reciben quienes tienen familiares en el extranjero, no alcanza más que para sobrevivir. No hay para el pasaje, la medicina, para pagar el gas, el recibo de la luz, ni mucho menos para comer bien.

En México la falta de justicia debe avergonzarnos más porque no existe ninguna razón natural o geográfica que la justifique. Nuestro país, a pesar de que lo han saqueado por siglos, todavía es de los que poseen más recursos naturales en el mundo. En todo su territorio hay riquezas: en el norte, minas de oro, plata y cobre; en el sur, agua, gas y petróleo y, en todos lados, el pueblo cuenta con cultura, vocación de trabajo y con una inmensa bondad. De modo que la pobreza no puede atribuirse a la falta de recursos, a la fatalidad, al destino o a la supuesta flojera e indolencia de los mexicanos. Como hemos dicho, se debe a la corrupción imperante y a la economía de elite que sólo beneficia a una pequeña minoría. Lo más lamentable es que, aun con el sufrimiento que implica esta política económica, se insiste en perpetuarla a cualquier costo. Hay una estrategia deliberada para ocultar hasta lo evidente. No se difunden las cifras oficiales que demuestran cómo la llamada política neoliberal nos llevó a la ruina y a un mayor deterioro de la convivencia social. No se dice que en los pasados 15 años, por ejemplo, solo se han generado anualmente 500 mil empleos formales en promedio, cuando se requieren un millón 200 mil. Es decir, cada año 700 mil mexicanos han tenido que emigrar, buscarse la vida en la economía informal o tomar el camino de las conductas antisociales. Tampoco se habla de que hoy 67 por ciento de los trabajadores con empleo, siete de cada 10, reciben ingresos que no superan los tres salarios mínimos, o sea, 13 dólares o 10 euros diarios. Con esos sueldos nadie podría vivir en Estados Unidos ni en Europa.

Por ello, insisto, lo que más desespera y molesta es que quienes realmente gobiernan no hacen nada para evitar el deterioro sistemático de los niveles de vida. Este año, por mantener el negocio de unos cuantos en la compra de los combustibles en el extranjero, va a aumentar la gasolina, el diesel y el gas al doble de la inflación, y como resultado continúa la pérdida del poder adquisitivo del salario. En el más reciente reporte del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM se sostiene que un salario mínimo hace 29 años alcanzaba para comprar 51 kilos de tortilla, o 250 piezas de pan blanco, o 12 kilos de frijol bayo; y ahora, sólo alcanza para adquirir cinco kilos de tortilla o 25 piezas de pan blanco o tres kilos de frijol. De ese tamaño ha sido el empobrecimiento de la gente.


Pero quizá lo que más revela la insensibilidad y el desprecio por la gente, es la forma en que se enfrenta la crisis de inseguridad y de violencia. El gobierno y las elites del poder son incapaces de aceptar que la pobreza y la falta de oportunidades de empleo y bienestar originaron este estallido de odio y resentimiento. Y, como es obvio, menos les importa atender las causas del problema. Por el contrario, en una especie de enajenación autoritaria, pretenden resolverlo con medidas coercitivas, enfrentando la violencia con la violencia, como si el fuego se pudiese apagar con fuego. Se dicen creyentes, pero olvidan que no es la violencia, sino el bien, lo que suprime el mal.

A este pensamiento hipócrita y conservador, debemos oponer el criterio de que la inseguridad y la violencia sólo pueden ser vencidas con cambios efectivos en el medio social y con la influencia moral que se pueda ejercer sobre la sociedad en su conjunto. No hay más que combatir la desigualdad para tener una sociedad más humana y evitar la frustración y las trágicas tensiones que provoca. Estamos, pues, preparados y decididos a resolver la actual crisis de inseguridad y de violencia. Lo haremos bajo el principio de que la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia. La solución de fondo, la más eficaz y la más humana, pasa por enfrentar el desempleo, la pobreza, la desintegración familiar, la pérdida de valores y por incorporar a los jóvenes al trabajo y al estudio.

El amor. Como hemos sostenido, la crisis actual se debe no sólo a la falta de bienes materiales sino también por la pérdida de valores. De ahí que sea indispensable auspiciar una nueva corriente de pensamiento para alcanzar un ideal moral, cuyos preceptos exalten el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria.

La descomposición social y los males que nos aquejan, no sólo deben contrarrestarse con desarrollo y bienestar y medidas coercitivas. Lo material es importante, pero no basta: hay que fortalecer los valores morales.

A partir de la reserva moral y cultural que todavía existe en las familias y en las comunidades del México profundo, y apoyados en la inmensa bondad que hay en nuestro pueblo, debemos emprender la tarea de exaltar y promover valores individuales y colectivos. Es urgente revertir el desequilibrio que existe entre el individualismo dominante y los valores orientados a hacer el bien en pro de los demás.

Yo sé que este tema es muy polémico, pero creo que si no se pone en el centro de la discusión y del debate, no iremos al fondo del problema. Tenemos que convencer y persuadir que si no buscamos alcanzar un ideal moral, no se podrá transformar a México. Sólo así podremos hacer frente a la mancha negra de individualismo, codicia y odio que se viene extendiendo cada vez más y que nos ha llevado a la degradación progresiva como sociedad y como nación.

Quienes piensan que este tema no corresponde a la política, olvidan que la meta última de la política es lograr el amor, hacer el bien, porque en ello está la verdadera felicidad. Baste señalar que, desde 1776, en la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica, se propone como uno de sus objetivosfomentar la felicidad, a fin de formar una unión más perfecta. En el artículo primero de la Constitución francesa de 1793 se menciona que el fin de la sociedad es la felicidad común. Asimismo, en nuestra Constitución de Apatzingán de 1814, se estableció el derecho del pueblo a la felicidad. Hay también quienes sostienen que hablar de fortalecer los valores espirituales es inmiscuirse en el terreno de lo religioso. La respuesta sobre este asunto la da Alfonso Reyes, de manera magistral, en su Cartilla Moral. Dice que el bien no sólo es obligatorio para el creyente, sino para todos los hombres en general. El bien no sólo se funda en una recompensa que el religioso espera recibir en el cielo. Se funda también en razones que pertenecen a este mundo.

En los pueblos de Oaxaca, por ejemplo, los miembros de la comunidad practican sus creencias religiosas y, al mismo tiempo, trabajan en obras públicas y en cargos de gobierno, sin recibir salario o sueldo, motivados por el principio moral de que se debe servir a los demás, a la colectividad. No domina el individualismo; la persona no vale por lo que tiene o por los bienes materiales que acumule, sino por el prestigio que logra después de probar su vocación de servicio, su rectitud y el amor a sus semejantes, y esa es su mayor recompensa en la tierra.

Luego entonces, el propósito es contribuir en la formación de mujeres y hombres buenos y felices, con la premisa de que ser bueno es el único modo de ser dichoso. El que tiene la conciencia tranquila duerme bien, vive contento. Debemos insistir en que hacer el bien es el principal de nuestros deberes morales. El bien es una cuestión de amor y de respeto a lo que es bueno para todos. Además, la felicidad no se logra acumulando riquezas, títulos o fama, sino estando bien con nuestra conciencia, con nosotros mismos y con el prójimo.

La felicidad profunda y verdadera no consiste en los placeres momentáneos y fugaces. Ellos aportan felicidad sólo en el momento que existen y después queda el vacío de la vida que puede ser terriblemente triste y angustioso. Cuando se pretende sustituir la entrega al bien con esos placeres efímeros puede suceder que éstos conduzcan a los vicios, a la corrupción y que aumente más y más la infelicidad humana. En consecuencia, es necesario centrar la vida en hacer el bien, en el amor, y a su vez, armonizar los placeres que ayudan a aliviar las tensiones e insatisfacciones de la vida. José Martí decía que el autolimitarnos, la doma de sí mismo, forja la personalidad, embellece la vida y da felicidad. Pero en caso de conflicto o cuando se tiene que optar, inclinarse por el bien ha de predominar sobre los placeres momentáneos. Por eso es muy importante una elaboración libre, personal, sobre lo que constituye el bien para cada uno de nosotros, según sea nuestra manera de ser y de pensar, nuestra historia vital y nuestras circunstancias sociales.

Sin embargo, existen preceptos generales que son aceptados como fuente de la felicidad humana. Alfonso Reyes, en su Cartilla Moral, los abordadesde el más individual hasta el más general, desde el más personal hasta el más impersonal, podemos imaginarlos, dice, como una serie de círculos concéntricos, comenzamos por el interior y vamos tocando otro círculo más amplio. Según Reyes, son seis preceptos básicos los que forman parte del código del bien: el respeto a nuestra persona en cuerpo y alma; el respeto a la familia; el respeto a la sociedad humana en general, y a la sociedad en particular; el respeto a la patria; el respeto a la especie humana; y el respeto a la naturaleza que nos rodea.

Mucho antes, León Tolstoi en su libroCuál es mi fe, sostenía que son cinco las condiciones para la felicidad terrenal admitidas generalmente por todo mundo: el poder gozar del cielo, del sol, del aire puro, de toda la naturaleza; el trabajo que nos gusta y hemos elegido libremente; la armonía familiar; la comunión libre y afectuosa con todos los hombres; la salud, y la muerte sin enfermedad.


Peña Nieto- La gran esperanza

¿No leen y escriben? ¿Leen lo que sus asesores escriben y corrigen?  ¿En verdad escriben?   Foro Paralelo pone a su consideración fragmentos de libros o propuestas escritas por los tres pre-candidatos presidenciales con mayor número de preferencias en las encuestas de voto.


El día de ayer presenté “México, la gran esperanza. Un Estado Eficaz para una Democracia de Resultados”, un libro sobre la condición en la que se encuentra  nuestro país, y en el que expreso hacia dónde creo que podemos transitar en los próximos años. Una obra que aborda los que, a título personal, considero los mayores desafíos, retos y oportunidades de México.
Publico este libro porque me parece congruente y necesario que al lado de mi aspiración de convertirme en el candidato de mi partido en la contienda interna, y ser presidente de todos los mexicanos, exista un punto de partida en el que se conozcaqué pienso, qué creo y qué visualizo para este país. No se trata de una oferta política y mucho menos es una propuesta de gobierno, este libro es respetuoso de la legislación electoral y únicamente reúne mis ideas y creencias.
Sé que un proyecto por sí mismo no transforma la realidad de un país, pero también sé que si no se tiene claridad en los objetivos y en el rumbo, no se puede llevar a México a mejores estadíos. Este libro es sólo un referente, porque estoy plenamente convencido que si logramos definir con apertura y transparencia los objetivos a alcanzar en los próximos años, y alineamos los esfuerzos institucionales y colectivos para alcanzar estos objetivos, en un mediano plazo, nuestro país puede conquistar mejores horizontes
Con una vida dedicada a la política, sé que ésta es el medio para transformar positivamente la realidad. En cada niño desnutrido, en cada mujer que muere por no tener atención médica, en cada joven que se ve obligado a dejar ir sus sueños, ahí está la principal razón de ser de la Política.
Ahí están los grandes retos, las que debieran ser las grandes metas nacionales: en primer lugar, que los derechos de todos los mexicanos no sean sólo aspiraciones plasmadas en la Constitución, sino que en verdad los disfrutemos en la vida cotidiana; que pasen del papel a la práctica.
No hay que olvidar que el principal resultado de la Revolución Mexicana, fue la 1ª Constitución social del siglo XX. En ella se estableció el gran anhelo del país, una justicia social basada en distintos derechos. Casi cien años después, el reto es hacer realidad esa aspiración.
Es lograr un verdadero derecho a la seguridad pública, aprender lo que se ha hecho en esta materia, para reforzar lo que aún nos falta por hacer; es que el acceso a la salud y a la seguridad social sean una realidad para todos mexicanos; que todos los niños, sin importar su origen,reciban una educación de calidad y tengan acceso a las nuevas tecnologías ; que ningún joven abandone la preparatoria por falta de recursos, o que se quede sin ir a la universidad porque no hay lugares suficientes para todos.
En segundo lugar, es hacer que México vuelva a crecer. Crecer debe ser la prioridad económica del próximo Presidente. En esta década, México ha tenido el crecimiento económico más bajo de los últimos ochenta años: 1.7% en promedio anual.[1] Ya he presentado en este mismo espacio un decálogo de propuestas para impulsar el crecimiento económico, pero debo recalcar la gran ventaja de oportunidad que significaría el impulso de una nueva reforma energética para dinamizar, así como aumentar la productividad y transparencia de Petróleos Mexicanos (PEMEX).
Para impulsar el crecimiento económico y construir una democracia de derechos plenos es necesaria una Reforma Fiscal Integral. Somos los países con los menores niveles de recaudación. Si México no logra financiar su desarrollo a través de una reforma hacendaria integral, cualquier proyecto de transformación se quedará en el papel y nunca pasará a la práctica.
Finalmente, México debe recuperar su liderazgo en el contexto internacional. Su destacado papel como potencia emergente. Es claro que sólo con solidez al interior se puede tener credibilidad y liderazgo al exterior. Como consecuencia, esta solidez la alcanzaremos cuando los derechos sean una realidad cotidiana y cuando crezcamos a nuestro verdadero potencial económico.
Estamos ante una gran oportunidad. La oportunidad de comprometernos, la de lograr el cumplimiento de las grandes metas nacionales que señalo en este libro. Estas metas implican transformaciones profundas, y nos invitan a ser audaces para renovar y fortalecer nuestras instituciones.
Estoy convencido que sí se puede seguir construyendo a México. Sí se puede tener una democracia de resultados. Sí se puede crecer y ser más competitivos frente al mundo. Sí se puede tener un México, aún más grande. Vamos por un México sin complejos, un México seguro de sí mismo.
Los invito a conocer estas ideas. Insisto, es tiempo de comprometernos con México, pero sobretodo, es hora de cumplirle a México.

Negro sobre Blanco

Cobrarán “Mes 13” diputados de ALDFSe asignan bono adicional a aguinaldo, salario y prerrogativas. Este diciembre sus ingresos serán de $401 mil y de $378 mil en enero
http://www.eluniversal.com.mx/primera/38310.html
Clara, injerencia de crimen organizado en comicios: FCH
En una ceremonia para recordar a las víctimas del accidente del helicóptero ocurrido el 11 de noviembre, dijo que es “prueba palmaria” de la injerencia del crimen el desplegado periodístico publicado antes de las elecciones “probablemente por quienes asesinaron” al edil Guzmán.


AMLO excluye a "Chuchos" de equipo de campaña
Ricardo Monreal encabeza la lista como coordinador de campaña; ningún integrante de Nueva Izquierda fue requerido   http://www.razon.com.mx/spip.php?article101746
Ernesto Cordero define plan de seguridad 
El aspirante a la candidatura presidencial del PAN ofreció que en 2015 retirará al Ejército de la lucha contra el crimen.   http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=especial-nacional-los-presidenciables&cat=289&id_nota=792378


Perdonan a Casino Royale; niegan responsabilidad de dueños y funcionarios 
Las autoridades, tanto estatales como federales, determinaron que el casino contaba con las medidas de seguridad adecuadas; comparan ataque al centro de juego con el perpetrado a las Torres Gemelas
Pide la Cámara a Calderón separar de su cargo al titular de la SFP
La PGR investiga a la esposa de Vega Casillas por extorsión a gasolineras
Les solicitan declaración patrimonial; ambos tienen cuentas mancomunadas
http://www.jornada.unam.mx/2011/12/07/politica/022n1pol