El Presidente Enrique Peña Nieto cumplió tarde una cita con la historia y la sociedad, pero finalmente llegó. En la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción admitió lo que durante casi dos años negó: que haber comprado su esposa una casa a través de un constructor amigo de él, era un conflicto de interés. “Reconozco que cometí un error”, dijo. “No obstante que me conduje conforme a la ley este error afectó a mi familia, lastimó la investidura presidencial y dañó la confianza en el gobierno. En carne propia sentí la irritación de los mexicanos; la entiendo perfectamente. Por eso, con toda humildad les pido perdón, y les reitero mi sincera y profunda disculpa por el agravio y la indignación que les causé”.
El episodio se le conoce genéricamente como la “casa blanca”, por el color de la ampliación que realizó su esposa Angélica Rivera a su casa original en las Lomas de Chapultepec, el elegante barrio de la Ciudad de México. La “casa blanca” fue un tema de interés público derivado de una investigación periodística del reportero Rafael Cabrera, difundida en el viejo programa de radio de Carmen Aristegui, que tuvo como antecedentes la indolencia del Presidente, la soberbia de su equipo, y el pésimo manejo de crisis en Los Pinos, que sólo ayudó a que se hundiera más la deteriorada imagen de Peña Nieto, que venía en picada desde noviembre de 2013 como consecuencia de la reforma fiscal.