Con su fina pluma y su ojo avisor, José Enrique colabora con una reflexión sobre otro sector de la sociedad que pocas veces - o nunca- volteamos a ver.
Que nos cargue el diablo y la vergüenza a todos.
El jale empieza, todos los días, desde la cuatro de la mañana, para los “diableros de la Central de Abasto del Distrito Federal; hay Mixes, Chontales, Zapotecos, Otomíes, etcétera; vienen de todos lados y son miles. Algunos son jovencitos, casi niños; otros ya son grandes, más bien viejos; estos se la llevan “bolseando” apenas sacan para lo del “diablo”; la mayoría son jóvenes, ellos si ganan bien, en verdad muy bien; hasta quinientos pesos diarios. Llegan a cargar más de media tonelada en un solo viaje, que al bajar de las rampas de casi cinco metros toman una velocidad “endiablada” y es mejor quitarse, que “hay va el golpe”, y te puede “cargar el diablo”.
Los diableros están agrupados en varias cooperativas, que les cobran el alquiler del diablo; no son “empleados”, por eso no tienen ningún tipo de prestación, salario o derecho laboral, no importa su edad; son “afiliados” y cabalmente representados por los dirigentes de estas cooperativas, que están debida y políticamente afiliadas a organizaciones del PRI y el PRD. Esta excepcional relación contractual, no produce o crea derecho laboral u obligación patronal alguna; para trabajar el diablito, tienen que dejar en garantía un depósito, que nunca sabe a dónde va y tampoco es devuelto.
Son provincianos humildes, que vienen de las regiones donde la pobreza extrema, es un eufemismo; llegaron solos y sin dinero, y que más o menos se la van llevando entre paisanos. La ciudad los recibe con el puño cerrado, y al mismo tiempo, los devoran las costumbres y los vicios de la Ciudad; alcoholismo, drogadicción y delincuencia; muchos no hablan bien el castellano, cuando ya son “caneros” y adictos al Crack. No es que sean “malandros”, cuando se tiene hambre se hace cualquier cosa por un pan, la necesidad de integrarse, los lleva hacia el lado más siniestro de la ciudad que los atrapa; la cantidad de droga, alcohol y prostitución de la Central de Abasto, solo se compara con la de Tepito.
Si alguien pensó que después de los “asalariados de mierda” no había nada, está equivocado, todavía más abajo están los diableros de la Central, estos indios “tlaxcaltecas”, “oaxacos” o “pueblotas”; son casi los mismos indios decimonónicos de antes de la Revolución. Están desde antes de que Xochitl Gálvez, se hiciera cargo de los indígenas y nunca se entero que existían; la Central de Abasto depende del Gobierno del Distrito Federal, y ya estaban con Manuel Camacho Solís, y siguieron después de Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Encinas. Desde luego que Marcelo Ebrard, sabe que existen; el Director General de la Central de Abasto es el Ingeniero Raymundo Collins, personaje cercanísimo al jefe de gobierno. Pero estos cargantes de la central no son sujetos de Derecho alguno, no luce tomarse la foto con ellos, ni siquiera son de aquí, son “indios”.
Ojala que se los lleve el diablo.