Manlio y las ideas de Peña
Jorge Fernández MenéndezLas encuestas, como la publicada ayer por Ulises Beltrán en Excélsior, confirman lo que los números del PRI ya daban: que el voto de Manlio Fabio Beltrones en la elección priista vale, aproximadamente, cinco por ciento. Lo que las encuestas no pueden mostrar es cuánto vale lo que está haciendo Beltrones en el proceso del PRI. Y creo que vale mucho.
Enrique Peña Nieto será, salvo que ocurra algo demasiado extraño, el candidato priista. Es un buen candidato: popular, con presencia y que genera expectativas positivas en la gente. Decir, como algunos creen, que Peña Nieto es meramente un producto televisivo, es una tontería. Por supuesto que Peña tiene detrás suyo una estructura de imagen como no la ha tenido jamás ningún otro aspirante presidencial. También es verdad que sin una estrategia de imagen definida y exitosa no se ganan elecciones. Pero lo que llama profundamente la atención en todo el proceso de crecimiento de Peña (incluido ese punto de inflexión clave en el mismo que fue la designación del candidato para el Estado de México, donde Peña hizo una demostración de pragmatismo e institucionalidad, valorando la militancia y a la nueva generación política del PRI), es sobre todo la forma muy clara en que están llevando las cosas sin cometer errores.
Sin embargo, esa lógica que busca conservar hasta julio próximo una ventaja que es muy amplia, tenía un punto débil que aquí señalamos muchas veces: faltaban propuestas que fueran más allá de la declaración. Y si a eso se sumaba la parálisis legislativa, la gente estaría votando por Peña sin saber qué piensa Peña, cómo quiere gobernar. Y extrapolar el Estado de México al país no tiene sentido. Muchas veces insistimos en ese tema y finalmente Peña ha comenzado a mostrar sus cartas, aunque sea con timidez. Y eso se debe en muy buena medida a Beltrones.
Como están las cosas hoy, Beltrones no es un adversario que pueda competir con los índices de popularidad de Peña. Pero Beltrones se ha convertido en los últimos años, desde su posición en el Senado, en una usina de ideas en el priismo, ideas que han logrado permear en muchos otros sectores de la sociedad. Algunas pueden ser muy compartibles, con otras se puede tener diferencias, pero por lo menos desde los preámbulos de las elecciones federales de 2009, Beltrones ha presentado propuestas enmarcadas en un lema que es lo que terminará atrayendo (o no) al voto independiente al priismo: “¿Para qué queremos regresar a Los Pinos?” La pregunta es fundamental y las respuestas determinarán en buena medida lo que ocurra una vez que las candidaturas estén definidas.
El peso político de Beltrones y esa insistencia fueron claves para que Peña tuviera que comenzar a mostrar cartas. Y las ha jugado bien: el tema de Pemex y la idea, que no es novedosa (ninguna lo es, nadie inventa el hilo negro en una campaña electoral), de abrir la paraestatal a inversiones privadas sin perder el control público, es sin duda atractiva viniendo del PRI, que siempre se negó a ello. La de una reforma hacendaria de fondo, también, aunque no se nos diga cómo.
La reducción de cien diputados plurinominales es una muestra de cómo se estudian en ese equipo los temas: Peña quiere tener la gobernabilidad que da un sistema presidencialista. En ese sentido se propuso resucitar la cláusula de gobernabilidad, un intento que está destinado al fracaso. Por eso no apoyó lo de la ley de coaliciones, porque lo que allí se está proponiendo es de alguna forma diluir el sistema presidencialista. Ahora Peña propone reducir en cien el número de plurinominales. Es difícil oponerse porque existe la convicción en amplios sectores de la población de que los plurinominales no deberían existir en un Congreso con demasiados integrantes, gastos excesivos y muy baja productividad. Quién sabe si ello se aprobará, aunque no sería para la próxima elección sino hasta la de 2015. Pero lo cierto es que, si se aprueba, se estará accediendo a una demanda popular (no entre los partidos políticos a los que la propuesta no les gusta nada), que al mismo tiempo consolidará las posibilidades de gobernabilidad y fortalecerá el régimen presidencialista precisamente en la óptica de Peña Nieto.
¿Por qué? Por una razón sencilla: hoy, sobre todo el PRD y los partidos pequeños, tienen representatividad por el porcentaje tan amplio de plurinominales. En un esquema de diputados por mayoría, su porcentaje se diluiría dramáticamente. Y el PRI y el PAN se fortalecen porque tienen mayor capacidad de ganar distritos. Si hoy fueran esos comicios, con ese esquema, el PRI podría presumir de mayoría absoluta en el Congreso.
Pero esas definiciones se debieron sacar a la luz, quizás antes de lo planeado, porque Peña tiene enfrente a un interlocutor ante el que debe mostrar más que imagen y operación en corto. Ojalá Manlio siga en todo este proceso, porque será clave para mostrar, para bien o para mal, las otras caras de Peña.
Lo mismo en http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=777304
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