lunes, 23 de julio de 2012

Contestando a Helena... por Tepozteco.

Primeramente, mis más sinceras felicitaciones, por haber escrito un artículo en este foro, que ha ido quedando en el olvido de muchos de los estimados foristas, como es su caso, mismos que, en ocasiones, enriquecen nuestros puntos de vista y, en otras nos presentan una muy buena oportunidad para esgrimir nuestros propios argumentos en contra de lo expuesto por ellos, en una polémica respetuosa y benéfica para ambos pues, nos ayuda a encontrar la verdad o, cuando menos, acercarnos a ella.


Difiero del enfoque general de su escrito, en donde el PRI aparece como el malo de la película y el PRD y el PAN, como blancas palomitas, ojalá el análisis fuera tan sencillo y, si así fuera, desde hace tiempo, el PRI habría dejado de existir y, los demás partidos, no seguirían escogiendo a la gran mayoría de sus candidatos, entre los priistas que no han podido alcanzar sus pretensiones, debido a la limitación en los puestos más importantes de ese partido, y aceptan gustosos las ofertas de los partidos rivales. Tampoco el PRI se hubiera recobrado de sus dos derrotas presidenciales (que reconoció de inmediato, sin impugnaciones), recobrando cada vez más puestos de elección popular y, muy posiblemente, la Presidencia de la República. En consecuencia, los hechos desmienten a su percepción personal, muchos millones de mexicanos piensan diferente y así lo demuestran en las encuestas, en donde, en la tranquilidad de sus hogares, expresan su preferencia, sin influencias externas, por consiguiente, ese es el medio más confiable para conocer el sentir real de la población, lógicamente, no de todos piensan igual pues, en un régimen democrático existen diferentes simpatías. La única gran diferencia, que pone en duda la legitimidad de la elección,  es la esperada inconformidad del candidato del PRD quien, nuevamente no acepta su derrota e inventa falsedades, cada vez más exageradas, para acusar, ahora al PRI (en el 2006 fue  al PAN), de serias irregularidades, siendo inconcebible para muchos  de nosotros que, ya conociéndolo, le den crédito a las mismas, sin embargo, es justo reconocer, que lo que ha perdido en la elección lo ha ganado en propaganda mediática, irónicamente, pues una de sus quejas es (y sigue siendo) en contra de los medios de comunicación, mismos que han colaborado, con la difusión de sus quejas, al convencimiento de, no podría definir, cuantos ciudadanos, incluida usted entre los mismos, de que existió una compra masiva de votos, por parte del PRI.

La situación actual es muy diferente a la del 2006, en la que él y sus allegados eran los únicos quejosos, ahora se están sumando grupos radicales, yosoy132 y el EZLN, que amenazan con actuar en el caso de la “imposición” de EPN, siendo muy preocupante y difícil de prever, hasta que punto cumplirán sus amenazas y las consecuencias, que sufriremos todos, al ser prácticamente inminente, si se actúa conforme a derecho, la declaratoria de  EPN como residente Electo y, posteriormente, como Presidente.
 Afortunadamente, no es complicado desmentir una violación a la libre voluntad de los electores de tal magnitud, únicamente basados en los hechos y lo ilógico e irrazonable de que los resultados obtenidos en la elección fueran debidos a una compra masiva de votos (primero 3 millones pero, al darse cuenta AMLO que, de cualquier manera hubiera ganado EPN, tranquilamente, los aumentó a 5 millones). Según usted afirma “Es indiscutible que estas elecciones son las más sucias que el PRI ha protagonizado”, a lo cual yo le diría que, lo indiscutible, en todo caso, es que fueron las elecciones más limpias y vigiladas de nuestra historia y, para ello, lo único que requiero demostrar es la falsedad sobre la compra de 5 millones de votos, labor relativamente sencilla porque, me supongo que estamos de acuerdo en que la depuración lograda en la recepción y suma de votos, por ciudadanos independientes, con la asistencia de los representantes de todos los partidos y observadores nacionales e internacionales, garantizaron la legalidad de la elección, en este aspecto, así como también, que fueron correctos los resultados obtenidos con el Conteo Rápido, los del PREP y los correspondientes al conteo oficial de los votos en los 300 Consejos Distritales. Mi primera pregunta sería: ¿Estamos, efectivamente, de acuerdo, en lo que menciono, que todo fue correcto si excluimos, por el momento, la compra de 5 millones de votos? Desde luego, salvo las compras de votos  acostumbradas, en baja escala, por todos los partidos y algunas otras irregularidades que no influyen en los resultados.
Desde antes de la elección, era ya perfectamente predecible quien sería el ganador, según las encuestas, 5 de las cuales sobreestimaron su ventaja, pero acertaron en los porcentajes del segundo y tercero lugares y a quienes les correspondían, y 6  atinaron los porcentajes y los lugares  de todos los candidatos. Según AMLO, las encuestas se utilizaron como propaganda y el PRI compró a las empresas encuestadoras, lo cual no merece muchas explicaciones para desmentirlo, al haber atinado todas en las posiciones de los contendientes y la mayoría en todos los porcentajes de los mismos. En donde sí estamos de acuerdo con él es en la utilización, solamente como propaganda,  de la encuesta en que tenía una ventaja de dos puntos sobre EPN, sin aclarar cuál fue  la empresa responsable, si realmente existió. ¿Estamos de acuerdo en esto?
EPN ganó la Presidencia pero no la mayoría del Congreso, evidencia irrefutable de que los ciudadanos emitieron un voto razonado, y decidieron no otorgarle dicha mayoría.  Si tenemos evidencia de que un mismo ciudadano, al emitir su voto, escogió a un partido para la Presidencia y a otro para el Congreso, ¿Podría esto suceder si los votos fueran comprados?, tercera pregunta.
A pesar de haber ganado el PRI, hubo votos de castigo en tres Estados: Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz, en los tres  ganó el PAN. ¿Sería esto posible con votos comprados?, cuarta pregunta.
Si supusiéramos, por un momento, que el triunfo de EPN se debió a la compra de 5 millones de votos, y aceptáramos lo dicho por AMLO, que él hubiera ganado en el caso de no haberse comprado, y suponiendo que si así fuera, esos 5 millones de votos se le restarían a EPN y se repartirían, la mayor parte a AMLO y el resto JVM, desquiciando todas las encuestas, ¿Será posible que todas las empresas encuestadoras se equivocaran en los porcentajes de todos los candidatos y en los lugares ocupados por dos de ellos?, cuarta pregunta.
En su escrito menciona a empresarios que aportan su “dinerito” a cambio de prebendas pero, las quejas a este respecto las ha acumulado el PRD. Una muy difundida, conocida como “el charolazo” de 6 millones de dólares, si recuerdo bien y, aunque no se concretó, se aceptó el intento de recabar fondos de esa manera. También existe la denuncia del PRI sobre el donativo de 110 millones de pesos del dueño de Villa Acero y la denuncia de la aportación del SME, adicionalmente, el no rendir cuentas de las aportaciones de varias de las organizaciones controladas por AMLO, algunas de las cuales, ni siquiera están registradas en Hacienda. Yo no recuerdo ninguna denuncia en contra del PRI en este particular. ¿Estamos de acuerdo? Quinta pregunta. 
Analicemos ahora si la mayor parte de los millones de votos supuestamente comprados se realizó con las tarjetas de Soriana.
En mi opinión, que coincide, parcialmente, con la suya, se trató de un recurso desesperado para demostrar una compra masiva, inexistente, de votos, sin prever la facilidad con que se podía demostrar su falsedad. Según el Director Comercial de Soriana, desde que AMLO ocupara la jefatura de gobierno del D.F., tenía un convenio con ellos para distribuir  dinero para las personas de la “tercera edad” a través de tarjetas de Soriana. Dichas tarjetas, como aclaró dicho funcionario, si eran susceptibles de recibir dinero, no siendo así las correspondientes a un acuerdo que tenían con la C.T.M., 3500 de ellas fueron exhibidas por AMLO, las cuales eran solamente de descuento y no admitían que se les cargara efectivo. Posiblemente, AMLO supuso que las otras tarjetas también tenían la misma característica de las de su convenio, y se le ocurrió utilizarlas como prueba de compra masiva de votos, a través de las mismas.
Unos días después de las elecciones, en una de las tiendas de Soriana, ubicada en el D.F., un grupo numeroso de supuestos “compradores” vació de mercancía, casi por completo, varios estantes, estando “casualmente” presente un fotógrafo de La Jornada, quien tomó las fotográficas incriminatorias. Según Soriana, los supuestos “compradores”, efectivamente llenaron los carritos de mercancías pero, los dejaron regados en el interior de la tienda, sin acceder a las cajas. La tienda fue posteriormente clausurada, a pesar de haber operado aproximadamente 10 años sin ningún problema y, posteriormente, se clausuró otra de ellas.  Lo más extraño es que, la “compra” de pánico sucedió solamente en una de las 600 tiendas que tiene Soriana, distribuidas en la República y, desde luego, tampoco en ninguna otra de las que operan en el D.F. Para cualquiera, supongo, se trató solamente de un burdo “montaje”. ¿Usted qué opina? Sexta pregunta.
Esta empresa ha sufrido considerables pérdidas y, los directivos habían decidido demandar a AMLO pero, al estar ya sufriendo manifestaciones en su contra y previendo lo que sucedería si lo hacían, han preferido aguantar sin quejarse de todo lo sucedido y solamente presentar toda la información requerida por las autoridades.
En las elecciones pasadas, en el D.F.,  el candidato del PRD “arrasó” con una ventaja considerable con respecto a las demás contendientes, y los porcentajes obtenidos, por cada uno de ellos, fueron los previstos en las encuestas, lo cual no hubiera sucedido si hubiera existido una compra masiva de votos, inclusive, Marcelo Ebrard, aseguró que en el D.F. no se había dado esa pretendida compra. ¿Usted cree que si hubo compra masiva de votos en el D.F.? Séptima pregunta.
Independientemente de no ser posible cargar efectivo a las tarjetas que obran en poder de AMLO, su sola existencia no prueba nada y no fue presentada ninguna prueba de que millones de ellas fueran utilizadas para la compra de votos, lo cual se comprueba en la conclusión de IFE remitida al Tribunal Electoral:
“En su extensa argumentación, el organismo electoral desvirtúa cada uno de los agravios que esgrime el Movimiento Progresista, entre ellos el uso de las polémicas tarjetas de Soriana y los monederos electrónicos Monex, de los que solicita sean desestimados como valor probatorio de la compra y coacción del voto. De su presentación no se desprenden circunstancias de modo, tiempo y lugar, por lo que su valor es meramente indiciario.
Referente a las aproximadamente 2 mil 345 tarjetas Soriana, en relación con las denuncias del rebase de los topes de gastos de campaña, deben de igual forma desestimarse en cuanto a su valor probatorio, cuya emisión no se acredita que corresponda a Soriana, toda vez que no existen elementos de prueba que adminiculados hagan evidente su autoría (...) No existe la certeza de que efectivamente las mismas hubieran sido recibidas por los medios que ellos refieren y su simple existencia no revela tampoco que su entrega haya sido condicionada, bajo qué supuesto y menos aún que contuviera dinero o algún tipo de prestación”.
Al abundar en la entrega de estos instrumentos –Soriana, Monex y otros–, el órgano electoral agrega elementos para desestimarlos como prueba: “No ha sido comprobado y por tanto no puede hacer prueba plena (que el) otorgamiento de las tarjetas de ‘beneficios’ hayan sido con el objeto de presionar o coaccionar a los electores a emitir su voto a favor de determinada coalición y con ello se acredite la vulneración del derecho del voto libre, con independencia de que ese hecho sea determinante o no en el cómputo de la votación”.
Aquí es muy importante mencionar la manipulación que están haciendo AMLO y sus allegados, en lo referente a las pruebas que deben presentarse, según expresa el derecho: “el peso de la prueba corresponde a la parte acusadora”, tal y como se observa en los párrafos anteriores, ellos no están presentando pruebas, sino suposiciones, para ser investigadas por la autoridad, engañando a la sociedad al decir que la autoridad no investiga pero, la función de la autoridad es investigar la validez de las pruebas presentadas, no la de investigar suposiciones. ¿Está de acuerdo con esto? Octava pregunta.
Es tan deficiente la presentación de pruebas, por parte del PRD que, en las que presentó, posteriormente, ante el Tribunal Electoral, con espectacular desfile de cajas, impresionando por su gran volumen, el escritor de izquierda, Sergio Aguayo, quien votó por AMLO, y analizó las pruebas presentadas, terminó un artículo, escrito en días pasados, de la manera siguiente: “Como votante de izquierda también espero que los partidos de esa corriente sustenten recursos jurídicos con evidencia sólida. Ya basta de improvisaciones y novatadas; es tiempo de que dejen de actuar como aficionados”.
Antes de analizar lo correspondiente a Monex, en donde la denuncia inicial del PAN no era por compra de votos, sino por exceder los montos de campaña, adornada, posteriormente, por el PRD y ese partido con la suposición de utilización de dinero “ilícito”, me gustaría preguntarle si, después de lo expuesto en estos párrafos, continúa suponiendo que existió una compra de 5 millones de votos y, en el caso de ser así, ¿En qué se funda y como lo lograron? Novena pregunta. 
En otra parte del fallo del IFE se expresa lo siguiente:
“Sobre Monex y las facturas de Grupo Comercial Inizzio SA y Comercializadora Epfra –que el Movimiento Progresista aporta para sostener que hubo dinero ilícito en la campaña de Enrique Peña Nieto–, el instituto considera que la queja debe ser infundada, toda vez que parte de la premisa errónea de que la mera presentación de las facturas acredita la infracción aducida. Refiere que en la queja del PAN al respecto, la Unidad de Fiscalización deberá valorarlas de manera adminiculada con la totalidad de indicios aportados”.

Este último punto aclara la gran diferencia en las denuncias presentadas por el PAN y por el PRD. El 25 de junio, el PAN presentó una denuncia ante el IFE, aduciendo que el PRI había rebasado, por más del doble, los topes en los gastos de campaña. El 15 de julio, el Movimiento Progresista presenta al IFE facturas de cuentas en Monex, por 179 millones 639 mil 71 pesos, presuntamente relacionadas con la compra y coacción del voto. Por ese motivo, inicialmente Madero aclaraba que hubo irregularidades  de parte del PRI (exceder los gastos de campaña) pero no acompañaban al PRD en solicitar la anulación de la elección (al no ser éste motivo de anulación de la misma).

Para algunos puede resultar extraño el comportamiento del dirigente del PAN, al ir cambiando sus pronunciamientos iniciales e  irlos haciendo cada más graves, en contra del PRI: que sí hubo compra de votos, que ganó gracias a un “billetazo” y, por último, en compañía del PRD, que el PRI había utilizado recursos ilícitos, pero se trata simplemente de su temor a ser substituido, en la próxima Asamblea del PAN, siendo muy diferente hacerlo responsable de su terrible derrota a justificarla, por haber ganado el PRI de manera ilegal.
AMLO tenía programada una sala de prensa para el 18 de junio, en la noche, en donde expondría su Plan Nacional de Defensa de la Democracia pero, precisamente, ese día en la mañana se publicó el fallo del IFE sobre sus denuncias: http://www.jornada.unam.mx/201..., con lo cual podía, prácticamente, considerar que sus quejas tampoco iban a progresar ante el Tribunal Electoral, en consecuencia, se requería una razón más poderosa para seguir justificando su petición de la anulación de la elección, la solución fue acusar al PRI de utilizar recursos “ilícitos”, presumiblemente, lavado de dinero. Modificó el tema de su sala de prensa y presentó la acusación correspondiente, acompañada de gráficas en donde aparecían diferentes empresas, supuestamente involucradas en dicho ilícito. Esa demostración la vimos todos por televisión, pero no la sección posterior de preguntas y respuestas. Según el periodista y columnista, Alemán (perdón pero no sé su nombre de pila), cuando le preguntaron a Jaime cárdenas, encargado de hacer la demostración: ¿Dónde están las pruebas que vinculan a esas empresas y sus malos manejos, con la campaña de Peña Nieto y del PRI?, bajó la cabeza, pensó unos segundos y confesó: ¡No hay ninguna!

Afortunadamente para el PRI, el PAN y el PRD, presentaron una denuncia ante la PGR, a lo cual el PRI presentó otra por difamación de esos dos partidos, digo afortunadamente porque la investigación, seguramente, terminará en un corto plazo, aclarándose por completo a quien le corresponde la razón.

Aquí termino con este kilométrico escrito y, aunque la preguntas van dirigidas a Helena, mucho les agradecería a los demás foristas, si a bien lo tienen, participar en la respuestas pues, no se trata de una “imposición” (término de moda) de mis argumentos, tan solo de una presentación de los mismos, sujetos a ser refutados por quien lo estime conveniente.

Un cordial saludo a Helena y a todos los demás foristas, invitándolos, nuevamente, a no dejar morir este foro.

Tercos como mulas. Recomendado por Andrés González.


Por Fernanda De La Torre.


"La necedad es la madre de todos los males”, dice una frase atribuida a Marco Tulio Cicerón. No sé si de todos, pero sin duda lo es de muchos. Yo no sé si hay algo en los astros y andamos todos más necios, pero a últimas fechas he percibido altos niveles de necedad.
Por ejemplo, hace unos años se cambió el sentido de la calle donde vivo —dejó de ir en una sola dirección para ser de ida y vuelta—, para permitir a los habitantes de esa cuadra salir sin hacer vuelta. No sé si es por la fuerza de la costumbre o la necedad de los automovilistas, pero cuando ven a un auto tratar de salir de la colonia, se niegan a esperar en la parte más ancha de la calle para que el otro coche pase. Por el contrario, se avienta y aceleran. Como se imaginarán, su negativa de ceder el paso ocasiona un pequeño infierno. Poseídos de un espíritu justiciero gritan: “Va en sentido contrario” acompañado, claro está, de varios insultos.
Cuando esto me sucede, dependiendo del humor que esté y la prisa que tenga, generalmente freno, me bajo del auto y les explico a estos “vengadores de tránsito anónimos” que hay un señalamiento de doble sentido y les muestro la señal. Las reacciones son diversas. El otro día una señora que me había insultado bien y bonito a pesar de que llevaba a sus hijos en el asiento trasero, me dijo: “Ah, pero esa señal es falsa”. No lo podía creer. ¡Ahora resulta que la mujer sabe distinguir si los señalamientos de tránsito son autorizados o piratas! Me rindo. Sí, la necedad humana puede ser enorme. La falta de civilidad, también.
La obstinación juega en contra de todos los involucrados. El maniobrar en reversa en la parte estrecha toma mucho más tiempo y se hacen nudos de tránsito, así que todos perdemos tiempo y nos ponemos de mal humor. Ante la necedad de uno, todos salimos perdiendo.
Cuando una persona es terca y obstinada no hay mucho que hacer. Pueden ver el letrero que les dice que efectivamente es doble sentido y prefieren pensar que este es falso antes de reconocer que no tienen la razón. Ojalá la única necedad que existiera fuera la de mi calle. La obstinación y la imposibilidad de ver el punto de vista de otros está por todas partes. El problema es que la necedad nos vuelve inamovibles y hace imposible encontrar soluciones. Si alguien está de obstinado (en “necio-mode”, podríamos decir) y no piensa escuchar y valorar razones, las cosas difícilmente pueden cambiar.
La historia de la humanidad está plagada de ejemplos de grandes necios y de las terribles consecuencias que han sufrido sus pueblos por ello. La terquedad es una característica de la soberbia. Deberíamos saber a estas alturas del partido que no podemos obtener resultados diferentes si hacemos siempre lo mismo. ¿Entonces por qué ser tan tercos? ¿Cómo podemos pretender que algo se solucione si estamos en una posición inamovible?
La terquedad no es exclusiva de la historia mundial. Nuestra historia personal también está plagada de ella. Algunas veces nosotros hemos sido los necios y otras veces los demás. Dolorosamente hemos aprendido que nada bueno se obtiene de esa obstinación. Solo dolor, tristeza y frustración. Como recompensa a nuestra obstinación, nos quedamos atorados en el mismo problema, pero ahora es aún mayor.
El que muchos piensen igual, no mejora la situación. “Una necedad, aunque la repitan millones de bocas no deja de ser una necedad”, decía Anatole France. Por eso considero que es indispensable aprender a ser más críticos ante las verdades inamovibles que repite todo mundo. Hay que leer más, informarnos sobre un tema y después formar nuestra propia opinión. Puede coincidir o no con la de los demás. Eso no es lo importante. Lo fundamental es que hayamos reflexionado y valorado esa opinión.
El martes pasado tuve una buena lección sobre la terquedad. Estaba muy ilusionada con una idea para un proyecto. Mi “fabulosa” idea no fue tan bien recibida. Al principio me ofendí y los otros se enojaron. El proyecto casi termina en el basurero. Afortunadamente, pude entender las razones de la contraparte y ellos las mías. Empezamos a negociar y posteriormente, llegamos a un acuerdo. Con uno poco de ganas logramos que triunfara la razón sobre la necedad. Finalmente, aunque muchas veces no nos percatemos, vivimos en una democracia, no una autocracia; y por mucho que nos guste la canción de El Rey de José Alfredo Jiménez, nuestra palabra no es la ley. Tenemos que aprender a ponernos en los zapatos de otros y dejar nuestra necedad a un lado.
“Sería una necedad pretender que el pueblo no puede cometer errores políticos. Puede cometerlos, y graves. El pueblo lo sabe y paga las consecuencias, pero comparados con los errores que han sido cometidos por cualquier género de autocracia, estos carecen de importancia”. John Calvin Coolidge.



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ENTIENDAN NECIOS, AMLO NO GANO.

¿ Que sucede en México ?

Este articulo lo recomienda José Enrique de Sara Sefchovich.


 Una y otra vez los sicólogos y sociólogos insisten en que la violencia engendra 

violencia. Un niño que crece en un hogar donde el padre o la madre son
golpeadores, lo será también. Una sociedad en la cual se pretende evitar la
violencia usando la violencia, además de intensificarla, hará que ella sea
internalizada por los ciudadanos como la forma de enfrentar la vida y resolver
los problemas.

Eso es lo que nos está sucediendo en México. Un grupo de personas roba una
tienda y se lleva montones de electrodomésticos. La policía va a rescatar la
mercancía y se enfrentan con ella armados de palos y piedras. Y no contentos con
defender lo que consideran “suyo” a pesar de que fue robado, salen a la calle a
asaltar a automovilistas que pasaban por allí, a los que agreden con violencia.

Un grupo de jóvenes viene a un concierto y de repente empiezan a asaltar a
pasajeros en el Metro y a destruir las instalaciones, y no contentos con eso,
salen a la calle a asaltar a automovilistas y patean porque sí a un policía. Y,
sin embargo, la sociedad no parece condenarlos. Ningún medio ni ningún opinador
lo hizo: sólo hubo descripción de los hechos. ¿Por qué? A unos, porque se supone
que son pobres y en la cultura política mexicana eso es carta de perdón para lo
que sea. Y a otros porque son jóvenes y también eso es por definición derecho a
la disculpa. Y más todavía: muchos los defienden. Allí estaban los vecinos de
Tepito protegiendo a los suyos y los padres de los jóvenes esperando a sus hijos
en lo que la policía los soltaba, perdonándolos cuando no justificándolos,
mientras que el jefe de la policía era el que tenía que dar explicaciones por
haberse “atrevido” a mandar a detenerlos.

¿Qué nos pasa? ¿No debería ser al revés y que fueran los que cometieron los
desmanes quienes se tuvieran que disculpar? ¿No deberían ser los padres y
vecinos quienes condenaran esa manera de ser?

Que quede claro que no estamos hablando de delincuentes, de ésos como los que
atacaron a los jóvenes del campamento en Chalco, porque ésos son de otra calaña,
de otra especie que no es precisamente la humana. Estamos hablando de personas
que se supone son normales, pero que pierden la cabeza cuando están en bola,
como mostraron desde Elías Canetti hasta Walt Disney, pues la masa genera una
sensación de poder, de fuerza, de invulnerabilidad, e incluso de impunidad (por
aquello de Fuenteovejuna) que a su vez les da permisividad para los
comportamientos violentos.

Y en un país como el nuestro, esto se exacerba porque la violencia se ha
convertido en la forma de vivir. En una encuesta llevada a cabo por la
Universidad Nacional el año pasado, una buena mayoría de jóvenes de entre 15 y
17 años se manifestó “en favor de la tortura y la pena de muerte para combatir
la violencia, haciendo evidente una inclinación por el combate a la violencia
con la violencia”, y en varios foros y estudios se ha visto que “muchos niños
quisieran ser como El Chapo: el que más mata, el que más chinga, el más cabrón”.

A mi gusto, el secretario de Seguridad Pública del DF, Manuel Mondragón y Kalb,
nos ha dado una lección: por una parte ha sido enfático en que no se pueden
permitir estas acciones, en que es imprescindible parar el vandalismo, pero por
otro, ha demostrado que ello es posible sin violencia, “sin un rasguño”, como
dijo en una entrevista.

Por supuesto esto no siempre se puede hacer de manera tan limpia, porque muchas
veces los ciudadanos están demasiado agresivos y violentos e incluso armados.

Y es que a la sociedad mexicana, que mucho ha avanzado en la protección de los
derechos humanos, le falta aprender que eso no es algo que sólo debe hacer la
fuerza pública o los funcionarios, sino también los ciudadanos. También nosotros
tenemos que respetar los derechos humanos, incluidos los de quienes visten
uniforme.

sarasef@prodigy.net.mx

www.sarasefchovich.com

Escritora e investigadora en la UNAM


Fuente: http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2012/07/59633.php




Sergio Ramírez - La derrota de las ilusiones

Sergio Ramírez
La descarnada metamorfosis de los revolucionarios que se alzan contra la opresión, en lucha por la libertad, y una vez en el poder terminan siendo lo que combatieron, es una vieja propuesta de la literatura desde La comedia humana de Balzac: los antiguos combatientes de las barricadas en la revolución francesa terminan convertidos en prósperos burgueses, dueños de la riqueza que con las armas arrebataron de otras manos. Es como si la ley de la historia fuera ésa, que los ideales sólo pudieran subsistir en tiempos de lucha, y empezaran fatalmente a revertirse, pervertidos por el ejercicio del poder que tiene sus propias reglas, la peor de ellas, convertir a los oprimidos en opresores.

Mandar no puede ser un acto temporal, limitado, sino para siempre; ni siquiera hasta la muerte, porque de por medio está la idea de la inmortalidad que obnubila al más cuerdo. Mejor caudillos ungidos por la mano divina que presidentes electos limpiamente por los ciudadanos. Una sola voluntad que lo rija todo, mejor que la voluntad de todos que termina por no regir nada. El fantasma de la anarquía que sólo puede ser disuelto por la mano firme desde el trono imperial, tentación que no fue ajena aun a Bolívar.

Es la manera en que Alejo Carpentier nos introduce en el mundo de sus novelas. Lo maravilloso, y lo desconcertante, lo que tiene capacidad de despertar sorpresa y asombro, es esa contradicción constante de la historia, la peor de sus dialécticas, que hace de los revolucionarios tiranos, todo resultado de la convivencia de un mundo rural, antiguo, anacrónico, ecos de esclavos y gritos de encomenderos, con las pretensiones del mundo moderno, el mundo legal que fracasa siempre bajo el peso del caudillo enlutado, o adornado de charreteras. La supervivencia de aquel mundo viejo, al que nunca se come la polilla, produce el asombro. El desajuste es lo maravilloso, y es maravilloso porque es real.

En las páginas de El siglo de las luces suena el clarín de una batalla, la batalla por los derechos del hombre que encandilará la imaginación de ese héroe confuso que es Víctor Huges. La revolución francesa viene a proclamar la abolición de todos los privilegios reales, y los de casta, a anunciar algo tan peligroso y disolvente como el fin de la esclavitud. Y Huges la abolirá en Cayena y Guadalupe bajo el directorio, agente fiel de Robespierre, y la restablecerá sin parpadeos bajo el consulado, agente fiel de la restauración. Más que un agente del cambio, será en adelante un agente del poder.

El ideal resulta en desilusión porque Huges, el héroe, ahora montea con perros a los esclavos que una vez liberó. Las revoluciones son hechos históricos que desbordan la suerte de los personajes. Un péndulo que va y viene, de la luz hacia la oscuridad, repitiendo el mismo viaje desde siempre. El poder, que se vuelve contra los ideales que lo engendraron. Las revoluciones terminan en fracasos éticos y devoran a sus propios hijos, como Saturno. Y las palabras hermosas que acompañaron el despertar de los ideales siguen siendo las mismas, pero ya no significan lo mismo y terminan cayendo en el vacío. No significan ya nada.

¿Es un proceso que tiene fin, o se trata de una repetición dialéctica hasta la eternidad, sin síntesis posible? ¿Son las utopías sueños imposibles porque están hechas por seres humanos imperfectos? ¿Puede surgir la perfección de la imperfección? Sí, las revoluciones son hechas por seres humanos y, por tanto, condenadas a la imperfección, es hasta ahora la única lectura posible. Los seres humanos que no pueden librarse del orgullo, la arrogancia, el sectarismo ideológico, la ambición capaz de llevarlos al crimen para mantenerse en la cima. Esa dialéctica fatal no puede dejar de repetirse en la historia, es la lección de esta novela. Las reglas del poder son milenarias y funcionan lo mismo bajo cualquier sistema como queda explícito en los dramas de Sófocles y en los de Shakespeare, bajo las tiranías griegas o bajo el feudalismo, bajo la revolución francesa o bajo la revolución cubana, o la fenecida revolución nicaragüense.

No libra Carpentier a las revoluciones de su sino trágico. Las revoluciones son deidades mudas, como la guillotina embozada que navega en las aguas del Caribe sobre la cubierta de un barco, en viaje desde las costas de Francia hacia las Antillas, traída por Huges. La guillotina es el símbolo del poder total, el instrumento de ajuste de cuentas para crear el orden nuevo que necesita librarse de estorbos: traidores, contrarrevolucionarios, espíritus dudosos, tibios, sin suficiente fe en la causa, que por eso mismo se convierten en un peligro. Nadie puede librar su cabeza de ese péndulo con filo de guillotina que es el destino.

Una revolución no se discute, se hace, proclama Víctor Huges, y eso es lo que hemos venido escuchando desde siempre. No hay revoluciones moderadas, porque entonces no serían revoluciones verdaderas. Las revoluciones son radicales por naturaleza, porque tienen que cortar todo de raíz. ¿Y después?

El siglo de las luces es una novela deslumbrante sobre el poder y sobre las mutaciones del individuo cuando el ideal se convierte en poder. Los juicios de Carpentier sobre la naturaleza de ese poder se vuelven intemporales y cubren el pasado lo mismo que el presente. Hay en ellas un principio ético, un espíritu de libertad, una dimensión crítica que no pueden ser soslayados. Es la literatura la que habla por él. Sus novelas son sus juicios. Y no puede haber excepciones.

No hay que olvidar lo que él mismo dijo acerca de ora novela suya, que también es un estudio sobre el poder,El reino de este mundo: Lo real maravilloso forma una perspectiva más de la historia, no es necesariamente una ficción. Es la historia transmutada en ficción. La realidad nunca miente, ni dentro de una novela. Y tanto la historia como la ficción funcionan para crear un arquetipo inmutable, y una gran alegoría del poder.

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Leído en: http://www.jornada.unam.mx/2012/07/22/opinion/013a1pol

Sin Embargo - AMLO es "un tipo loco, violento y embustero, no le conviene a los pobres y a México".

Diego Fernández de Cevallos
Querétaro.- Diego Fernández de Cevallos, ex candidato presidencial, dijo este día Andrés Manuel López Obrador “siempre me ha parecido que es un tipo loco y violento, un embustero, un falsario agazapado que no le conviene a la izquierda ni a México”. Diego asistió al Tercer Informa de Gobierno del gobernador del PRI José Calzada Rovirosa. “Ese quiere que le regalen la Presidencia con el argumento de que o se la dan gratis o les apesta el pueblo. Eso no es honorable, no es honesto y no es democrático”, agregó. “Eso no le conviene a los pobres y eso no puede servir a México”. También dijo que, durante el informe del gobernador, fue uno de los que se abstuvo de aplaudir cuando el mandatario estatal hizo referencia a Enrique Peña Nieto como el próximo presidente de México. “Yo en lo personal no le aplaudí porque me parece que muchos mexicanos preferimos esperar a que haya un pronunciamiento del Poder Electoral y cuando lo decidan diremos que es el próximo presidente”, agregó. Fernández de Cevallos dijo entender que el Gobernador Calzada haya hecho ese pronunciamiento como priísta, pero él prefiere esperar a lo que diga el tribunal y una vez que queden firmes los resultados electorales “hay que apoyar a los ganadores”. Habló también sobre la manifestación Yo Soy 132 que se dio cita a las afueras del Auditorio Josefa Ortiz de Domínguez donde se llevaba a cabo el acto y luego de asegurar que se han infiltrado en el movimiento lamentó que se haya perdido la esencia original de esta agrupación juvenil que tenía “una idea de inconformidad y de lucha en el ámbito legal y pacifico”. “No los tengo ubicados, pero es evidente que si entran todo tipo de inconformes a las manifestaciones y luego los del 132 se deslindan de lo que dicen y lo que hacen esos grupos, a mi me queda claro que son infiltrados, quiénes son quien sabe, pero de que se les han metido hasta la otra orilla”, dijo.

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Jorge Volpi - La desaparición de México



Jorge Volpi

-¿De México?

-Sí.
-Entonces dígame: ¿qué pasó con su país? La sensación es que México desapareció del mundo.

Aunque malévola, la sentencia del viejo diplomático francés es compartida por la mayor parte de los observadores de la escena internacional desde hace más de una década. Tras la derrota del PRI en el 2000, celebrada por tirios y troyanos, México parecía destinado a convertirse en uno de los actores más relevantes del planeta: se trataba del mayor país de habla hispana, con una larga tradición de liderazgo latinoamericano, una economía apta para una sólida etapa de crecimiento, una enorme cohesión social -comparada con otras naciones de la zona- y una reluciente democracia. No pasaron ni dos años antes de que estas grandes esperanzas comenzasen a malbaratarse sólo para que, al cabo de 12 años, se revelasen como un lamentable naufragio. La culpa es, en buena medida, de la impericia de las dos administraciones del PAN, sumada a la irresponsabilidad, el egoísmo y la falta de visión del conjunto de nuestra clase política.

Durante el gobierno de Vicente Fox, México desperdició todas las oportunidades posibles. A un vigoroso inicio de gestión, marcado por una sincera voluntad de cambio, la aspiración de poner en marcha un gobierno plural y el deseo de acabar con las prácticas corruptas y corporativas del ancien régime, le sucedió una ominosa parálisis institucional -debida en buena medida a la inmovilidad del PRI en el Congreso y los estados-, la salida del gobierno de los cuadros menos conservadores, una vida pública marcada por la frivolidad del Presidente y de su esposa, y el desmantelamiento de nuestra posición de privilegio en América Latina. Hasta entonces, México había logrado balancear su política exterior entre la irremediable cooperación con Estados Unidos y la independencia expresada en el apoyo prestado a Cuba. Al convertirnos en una democracia de pleno derecho, la relación con la dictadura de Castro tenía por fuerza que modificarse pero, en el ínterin, México fue incapaz de hallar el nuevo lugar que le correspondía en el concierto internacional. Al regateo del apoyo a Estados Unidos tras el 11-S le sucedió una enemistad cada vez más ruidosa con otros países de la región. Así, mientras en el interior Fox se concentraba en perseguir a López Obrador, en el exterior su secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, no eludía la ocasión de incomodar a nuestros aliados estratégicos. Por otro lado, mientras Jorge Castañeda había impulsado una vigorosa diplomacia cultural, capaz de extender nuestra influencia a través de un organismo semejante al Instituto Cervantes español -el efímero Instituto de México, copiado por Gabriel Quadri al proponer el Instituto Octavio Paz-, Derbez desarticuló el proyecto sin contemplaciones sólo para llevarle la contraria a su antecesor.

El conflicto postelectoral del 2006 acabó por arruinar la imagen de México en el mundo justo cuando Brasil no sólo consolidaba su ascenso político y económico, de la mano de Lula, sino su marca internacional: una imagen de solvencia financiera, visión social y pericia internacional que acabó por borrar del mapa a un México que entonces se lanzaba desmañadamente en una "guerra contra el narco" que, tras seis años de combates y más de 
60 mil muertos, se ha revelado como un gigantesco fracaso.

Nunca como ahora la idea de México en el mundo ha estado tan devaluada: frente a la admiración que continúa despertando la variedad y riqueza de su cultura, se anteponen las imágenes de violencia e impunidad asociadas con las mujeres de Ciudad Juárez, las cabezas cortadas y los cuerpos desnudos en los puentes, las narcomantas y los narcobloqueos y, sobre todo, la abrumadora incapacidad del gobierno en materia de seguridad pública. Para colmo, según estadísticas recientes, ni siquiera en términos económicos el PAN ha alcanzado el menor éxito en 12 años. De los 18 países evaluados en América Latina, México ocupa el lugar 17 en términos de crecimiento en la última década, sólo por arriba de El Salvador. Y, lo que es más grave: es de los pocos, al lado de El Salvador, República Dominicana y Costa Rica, donde el número de pobres ha aumentado (un 1.3% según datos de CEDLAS y el Banco Mundial).

El regreso del PRI al poder en el 2012 no ha contribuido a mejorar esta imagen, no sólo por su largo historial de corrupción y autoritarismo, recordado por todos los diarios del mundo, sino por las denuncias de compra y coacción al voto. Es una lástima, porque otra vez existen condiciones para que nuestro país recupere su sitio en el mundo: posee una economía estable, las perspectivas de crecimiento se mantienen a la alza y, frente a la debacle de España, tendría la ocasión de asumir el liderazgo de las naciones hispanohablantes. Pero, mientras nuestra clase política se mantenga tan ciega y torpe como hasta ahora, no podemos esperar que México deje de representar otra cosa que una gloria pasada y una oportunidad perdida.
 
Leído en: http://noticias.terra.com.mx/mexico/jorge-volpi-la-desaparicion-de-mexico,268ec62d8fea8310VgnVCM3000009acceb0aRCRD.html

Enrique Krauze - Concordia o discordia


Enrique Krauze

A principio de 1994, en otra hora difícil de México, releí el ensayo "Del Imperio Romano", de José Ortega y Gasset. Sus reflexiones en torno a la Concordia -tema central del mundo clásico, de Aristóteles a Cicerón- me parecían contemporáneas:

"La concordia ... cimiento último de toda sociedad estable, presupone que en la colectividad hay una creencia firme y común, incuestionable y prácticamente incuestionada, sobre quién debe mandar ... Cuando esa realidad, única cosa que disciplina y limita a los hombres ... se desvanece ... quedan sólo las pasiones en el ámbito social. El hueco de la fe tiene que ser llenado con el gas del apasionamiento".

Habíamos perdido la Concordia, "el mejor y más apretado vínculo de todo Estado" (Cicerón). Y habíamos entrado en la zona minada de la discordia, la profunda disensión que en Roma llevó a la guerra civil. El viejo sistema político mexicano había perdido legitimidad y se resistía a morir. A los pocos días estalló el levantamiento zapatista y más tarde el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, las turbulentas elecciones, el asesinato de Ruiz Massieu, el error de diciembre. A principios de 1995, un sector mayoritario de la clase política (incluido el Presidente Zedillo) extrajo por fin la conclusión que debía haber sacado al menos una década antes: la única manera de construir la Concordia era abrir paso a la democracia mediante la plena autonomía del IFE y el respeto al voto.

El país transitó por esa vía a partir de 1997. Tras las elecciones intermedias de ese año, el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y Cuauhtémoc Cárdenas llegó el Gobierno del D.F. Tres años más tarde la alternancia alcanzó al Poder Ejecutivo. En un gesto histórico, el gobierno de Fox, decepcionante en tantos sentidos, distendió el conflicto en Chiapas e invitó a los zapatistas a la capital. Parecía que, en efecto, México había resuelto su transición democrática en un marco de Concordia basado en una premisa universalmente asumida: debe gobernar quien obtenga la mayoría de votos.

Muy temprano en el sexenio tomó fuerza la precandidatura de Andrés Manuel López Obrador. Su estilo personal de acaudillar, sus frecuentes apariciones en los medios, el espinoso tema del desafuero fueron construyendo un liderazgo nacional. Los mexicanos discutiremos hasta el fin de los tiempos sobre la existencia o no del "fraude" sobre el cual AMLO edificaría su posterior estrategia política. En lo personal, siguiendo estudios de analistas respetables afines al propio líder, creo que no lo hubo. Al declararse Presidente legítimo, López Obrador impidió que la colectividad recobrara la "creencia firme y común, incuestionable y prácticamente incuestionada, sobre quién debe mandar". México dijo adiós a la Concordia.

Pasaron seis años. Algunos quisieron (quisimos) ver en su "República Amorosa" un llamado a restablecer la Concordia. (Por mi parte, hice el encomio público de su vocación social y anuncié que consideraría votar por él). Su actitud, ahora sabemos, fue una sagaz estrategia de campaña para atraer a la clase media. La medida funcionó pero no logró revertir la imagen disruptiva del conflicto postelectoral de 2006.

El notable desempeño de la izquierda en las recientes elecciones abrió una nueva oportunidad para la Concordia. Pero López Obrador decidió inconformarse con los resultados y, haciendo uso de sus derechos, ha pedido la nulidad e invalidez de la elección presidencial. Muchos mexicanos concuerdan con sus argumentos sobre la inequidad fundamental de la elección, otros no. La última palabra la tendrá el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Cualquiera que sea la decisión, en el instante mismo de conocerla debemos recobrar la Concordia, es decir, el acuerdo sobre quién -lo repudiemos o no- tiene el legítimo derecho de ocupar por los próximos seis años el Poder Ejecutivo. He dicho repetidamente que no celebro la victoria del PRI pero mi crítica a ese partido (que comenzó en el 68, ha sido continua y lo será en el futuro) no me llevará, en su caso, a negar la legalidad de su triunfo. Por las mismas razones, no negaré la victoria jurídica de López Obrador si el Tribunal se la concede.

La Concordia -es importante subrayarlo- no significa armonía. No podemos ser una sociedad armónica cuando hay tantas cosas deplorables en nuestra vida política: la corrupción y el despilfarro de los gobiernos estatales del PRI, el dominio inadmisible sobre bienes y servicios públicos por parte de los grandes sindicatos, la persistencia de grandes monopolios privados y públicos, la opaca relación entre el poder y los medios, las lagunas en la legislación electoral. Pero los cambios en todos estos ámbitos deben propiciarse en el marco de nuestras leyes, libertades e instituciones. Y respetando, en todos los niveles del poder público, la voluntad del ciudadano expresada en el voto.

Si el veredicto del Tribunal es adverso a López Obrador y éste vuelve a repudiarlo, introducirá la discordia permanente. El hecho inmenso del 1 de julio son los cincuenta millones de votantes. No menos significativo es que el voto adverso a López Obrador (33 millones) duplica el voto favorable (15.9 millones). No hay duda de que un gran sector del pueblo está con él. Pero no es mayoritario. Y en una democracia -con respeto pleno a las libertades de las minorías- las mayorías mandan. Éste es el sustento fundamental de la Concordia.

Sería justo conmemorar el 22 de febrero, centenario del sacrificio de Madero, en un estado de Concordia.


Rolando Cordera Campos - El descontento general.

Rolando Cordera Campos
La política se encargó de que algunos temas fundamentales pasaran al archivo muerto de nuestros descuidos históricos. Uno de estos pendientes es el de la desigualdad inicua que caracteriza nuestra vida moderna y marca como hierro nuestra convivencia.

El cambio verdadero postulado por la izquierda encabezada por Andrés Manuel López Obrador, puso en segundo término su valiosa consigna de que por el bien de todos están primero los pobres, pero ahí estuvieron muchos de estos votando por su candidato hasta causar pánico en las filas del conservadurismo y la reacción. Pero el tema no estuvo en el juego de la retórica democrática y los otros partidos y candidatos prefirieron darlo por sabido. Nos dedicamos a la política normal de supuestos iguales, cuando el escenario sigue manchado por la irregularidad social, la inseguridad patente y el abuso del poder cuando quiera que se puede o se supone que se debe, como es el caso del presidente Calderón, cuyos usos y costumbres de despedida del cargo rayan en el exceso obsequioso o el desplante bravero de otros tiempos.

Otras voces y otros ámbitos, decía Truman Capote, pero no es nuestro beneficio. Por alguna razón que los sicólogos dilucidarán a destiempo, la sociedad mexicana abierta y global de esta época es a la vez una comunidad omisa y olvidadiza que, como las buenas familias de otros y pasados tiempos, opta por el silencio sobre las cuestiones fundamentales. Las buenas conciencias de Carlos Fuentes reclaman sus fueros como si no hubiéramos crecido y cruzado el mundo de la posmodernidad derrochando recursos básicos que ahora se ponen a la venta sin pudor ni recato, como prueba de madurez o mayoría de edad.

Los senderos de la modernidad mexicana se han cruzado pero no anuncian la llegada pronta a una nueva grandeza, de la que Novo o Balbuena pudieran enorgullecerse. Lo que parece ofrecerse es la medianía, cuando el tamaño de la sociedad y, a pesar de todo, de su economía, no puede sino demandar desarrollo en grandes números para por lo menos seguir en pos del progreso y el bienestar que postularan los antiguos como meta nacional compartida. En estas estamos y decepcionantemente la democracia, con sus mitos y ritos, parece empeñada en convertirlos en dogma del quehacer nacional y hasta popular.

El reto de este momento, signado por el cambio de los poderes y el ascenso y descenso de las elites gobernantes, no puede ser otro que el de superar la pobreza de masas y avanzar civilizadamente en el camino de la igualdad. Para eso y no para otra cosa es que los modernos inventaron la democracia y sus seguidores la convirtieron en máquina distribuidora de bienes, ingresos y oportunidades. Después de aquella revolución de la madrugada de la que hablara Gilly y Rafael Galván buscara actualizar con la lucha organizada de los trabajadores, lo que le queda a los mexicanos de la globalidad es ajustar los cinturones para un vuelo incierto de modernización, desarrollo e igualitarismo.

Ojalá que la izquierda que nos queda se ponga las pilas pronto y se arriesgue a dibujar un nuevo curso y un discurso acorde con sus tradiciones más valiosas. Sería la mejor manera de volver a exigir un lugar de honor en el mundo que dolorosamente se gesta al calor de tanta crisis y tanta hipocresía. Nos guste o no, ese es el camino a andar en este verano del descontento general.

Leído en: http://www.jornada.unam.mx/2012/07/22/opinion/020a1pol

Rosalía Vergara - Marchan miles contra EPN, el IFE, la compra de votos y Televisa



México, D.F. (proceso.com.mx).- Enarbolando la bandera de la izquierda, miles de personas marcharon desde distintos puntos para exigir al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federal (TEPJF) la invalidez de la elección presidencial ante el cúmulo de evidencias sobre la compra y coacción del voto el 1 de julio.
Con gritos como “¡IFE, cobarde, corrige el pinche fraude!”, jóvenes, adultos mayores, familias completas, niños, estudiantes, amas de casa, empleados caminaron desde Los Pinos, el Ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución, al Zócalo capitalino gritando: “¡Peña, entiende, el pueblo no te quiere!”, “¡Se ve, se nota, tu cola de ratota!” y “¡Peña, culero, descubrimos tu lavadero!”.
Espontáneos, con altavoces, corearon las consignas, le hablaban al pueblo del fraude, de su rechazo a la guerra contra el narcotráfico, de la masiva compra de votos el día de la elección “porque México unido contra la imposición”.
Los jóvenes del movimiento #YoSoy132 cubrieron con bolsas de plástico negras los monumentos históricos sobre Paseo de la Reforma. La gente se pegó en la espalda las pancartas y llevaban sus cartulinas con consignas en rechazo a lo que llamaron “otro fraude electoral”.
Dibujos de un copete con un círculo cruzado en señal de rechazo, aludían a la imagen del candidato priista. En banderitas, los inconformes agitaban esta figura mientras gritaban el clásico: “¡El que no brinque es Peña, el que no brinque es Peña!”.
La palabra revolución fue repetida durante todo el recorrido, como advertencia a una “imposición” de Peña Nieto como presidente de la República.
Los manifestantes expresaron su deseo por un “México, sin PRI”. Otros ondearon una bandera mexicana teñida de negro, unos más otra con un enorme signo de paz.
En los balcones del centro de la ciudad la gente se asomó a brindar su apoyo a los manifestantes. Los grababan con sus celulares, les tomaron fotografías.
Las consignas se extendieron: “Yo sí leo, no veo Televisa”, cantaban y rechiflaban.
“Aquí se ve, aquí se ve que Peña Nieto presidente no va ser”, gritaron unos jóvenes mientras corrían hacia la Plaza de la Constitución después de contar hasta ocho.
En el Zócalo se instalaron dos mesas para recabar firmas para impugnar la elección presidencial “porque México no se vende” ni quieren que les impongan a “otro pelele como presidente que sólo responde a los intereses de la oligarquía”, argumentaron.
Las mesas se instalaron junto a una carpa “en memoria de las resistencias y la infamia”, colocada frente a la Catedral Metropolitana.
Ahí también esta la carpa de Reyes Flores que lleva 11 días en huelga de hambre contra el fraude electoral del PRI y Peña Nieto.
Según sus cuentas, el PRI compró 12 millones 500 mil votos que si se restan a los 19 millones 226 mil 784 sufragios que obtuvo según el Instituto Federal Electoral (IFE), Peña Nieto sólo obtuvo 6 millones 726 mil 784 votos efectivos. “Apenas unos puntos arriba de Quadri”, sentenció Reyes.

Anónimo - La casa encantada



La casa encantada
Cuento anónimo europeo

Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín. Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano, con una larga barba blanca. En el momento en que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño en tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a comenzar su conversación con el anciano.

Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a una fiesta de fin de semana. De pronto, tironeó la manga del conductor y le pidió que detuviera el auto. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño.

-Espéreme un momento -suplicó, y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole alocadamente.

Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos menores detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondía a su impaciente llamado.

-Dígame -dijo ella-, ¿se vende esta casa?

-Sí -respondió el hombre-, pero no le aconsejo que la compre. ¡Un fantasma, hija mía, frecuenta esta casa!

-Un fantasma -repitió la muchacha-. Santo Dios, ¿y quién es?

-Usted -dijo el anciano, y cerró suavemente la puerta.

Leído en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/otras/anon/occiden/casaenca.htm

Cartones de hoy...