PRIMER TIEMPO: Más como ONG que como guerrilla. En la Universidad Autónoma Metropolitana en el campus Xochimilco, donde daba clases sobre Diseño Gráfico, le apodaban Cachumbambé, un modismo cubano que significa juego de niños. En ese entonces, Rafael Sebastián Guillén Vicente, se comenzaba a vincular al Frente de Liberación Nacional, que convertido en Ejército Zapatista de Liberación Nacional, fue su vocero en el alzamiento indígena el primero de enero de 1994. Su impacto mediático lo convirtió automáticamente en su cara visible y, quizás, su metamorfosis. A los 11 días de aparecer, el EZLN se convirtió en una especie de ONG, cuando Guillén Vicente, el enmascarado Subcomandante Marcos, anunció aceptarían la oferta del gobierno de Carlos Salinas para negociar la paz. Para un movimiento formado en la doctrina de la Guerra Popular Prolongada, fue un acto bastante reaccionario. Más de 100 cuadros guerrilleros de la vieja guardia se fueron del EZLN y su protagonismo provocó conflictos en la dirigencia del EZLN, que tenía una sola voz pero varios quienes la construían.
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RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN
sábado, 29 de diciembre de 2012
Isidoro Blaisten - Victorcito, el hombre oblicuo
Isidoro Blaisten 1933 - 2004 |
Victorcito, el hombre oblicuo
"Por ser oblicuo, no pude tener ninguna experiencia amorosa. Si quería besar, o siquiera saludar
a una muchacha, siempre besaba a un viejo que venía atrás"
***
De chico yo ya pintaba que iba a ser oblicuo. Mi madre, al ver que en vez de mamadera le chupaba siempre el dedo pulgar, decía:
-Este chico va a ser oblicuo.
Octavio Paz - El Ogro Filantrópico
Octavio Paz Lozano 1914 - 1998 |
El ogro filantrópico
Adspice sim quantus! Non est hoc corpore major ]upiter in coelo...
Ovidio (Met. XIII).
Ovidio (Met. 13).
Los liberales creían que, gracias al desarrollo de la libre empresa, florecería la sociedad civil y, simultáneamente, la función del Estado se reduciría a la de simple supervisor de la evolución espontánea de la humanidad. Los marxistas, con mayor optimismo, pensaban que el siglo de la aparición del socialismo sería también el de la desaparición del Estado. Esperanzas y profecías evaporadas: el Estado del siglo XX se ha revelado como una fuerza más poderosa que la de los antiguos imperios y como un amo más terrible que los viejos tiranos y déspotas. Un amo sin rostro, desalmado y que obra no como un demonio sino como una máquina. Los teólogos y los moralistas habían concebido al mal como una excepción y una transgresión, una mancha en la universalidad y transparencia del ser. Para la tradición filosófica de Occidente, salvo para las corrientes maniqueas, el mal carecía de substancia y no podía definirse sino como falta, es decir, como carencia de ser. En sentido estricto no había mal sino malos: excepciones, casos particulares. El Estado del siglo XX invierte la proposición: el mal conquista al fin la universalidad y se presenta con la máscara del ser. Sólo que a medida que crece el mal, se empequeñecen los malvados. Ya no son seres de excepción sino espejos de la normalidad. Un Hitler o un Stalin, un Himler o un Yéjov, nos asombran no sólo por sus crímenes sino por su mediocridad. Su insignificancia intelectual confirma el veredicto de Hannah Arendt sobre la "banalidad del mal".
El Estado moderno es una máquina pero es una máquina que se reproduce sin cesar. En los países de Occidente, lejos de ser la dimensión política del sistema capitalista, una superestructura, es el modelo de las organizaciones económicas; las grandes empresas y negocios, a imitación suya, tienden a convertirse en Estados e imperios más poderosos que muchas naciones. En los últimos cincuenta años hemos asistido no a la esperada socialización del capitalismo sino a su paulatina pero irresistible burocra-tización. Las grandes compañías transnacionales prefiguran ya un capitalismo burocrático. Frente a ellas, las burocracias totalitarias del Este europeo. Allá el proceso ha sido más rápido y feroz. La sociedad civil ha desaparecido casi enteramente: fuera del Estado no hay nada ni nadie. Sorprendente inversión de valores que habría estremecido al mismo Nietzsche: el Estado es el ser y la excepción, la irregularidad y aun la simple individualidad son formas del mal, es decit de la nada. El campo de concentración, que reduce al prisionero al no-sen es la expresión política de la ontología implícita en las ideocracias totalitarias.
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