sábado, 29 de diciembre de 2012

Raymundo Riva Palacio - Renacimientos

PRIMER TIEMPO: Más como ONG que como guerrilla. En la Universidad Autónoma Metropolitana en el campus Xochimilco, donde daba clases sobre Diseño Gráfico, le apodaban Cachumbambé, un modismo cubano que significa juego de niños. En ese entonces, Rafael Sebastián Guillén Vicente, se comenzaba a vincular al Frente de Liberación Nacional, que convertido en Ejército Zapatista de Liberación Nacional, fue su vocero en el alzamiento indígena el primero de enero de 1994. Su impacto mediático lo convirtió automáticamente en su cara visible y, quizás, su metamorfosis. A los 11 días de aparecer, el EZLN se convirtió en una especie de ONG, cuando Guillén Vicente, el enmascarado Subcomandante Marcos, anunció aceptarían la oferta del gobierno de Carlos Salinas para negociar la paz. Para un movimiento formado en la doctrina de la Guerra Popular Prolongada, fue un acto bastante reaccionario. Más de 100 cuadros guerrilleros de la vieja guardia se fueron del EZLN y su protagonismo provocó conflictos en la dirigencia del EZLN, que tenía una sola voz pero varios quienes la construían.



Los comunicados lúdicos, poéticos, inspiradores, venían de la pluma de Marcos; los duros, con ideología y programa, de algunas oficinas del campus Iztapalapa de la UAM, donde se ubicaba el equipo de propaganda de la Comandancia General del EZLN, que se fue desvaneciendo por la falta de contundencia armada que obligara al gobierno a negociar, y por frivolidades en la prosa y las actitudes mediáticas de Marcos. Era la guerrilla “buena”, como la caracterizó el ex presidente Ernesto Zedillo, que pudo haberlo detenido, pero no lo hizo, o pudo haberlo matado el Ejército, que lo tenia vigilado, que nunca recibió esa orden. Era innecesario porque Marcos era militarmente inofensivo. Su fuerza estaba en su pluma, que fue perdiendo por sus enfermedades, que lo hicieron dejar la selva para tratarse en la ciudad de México. Marcos reapareció hace unos días con el inicio de la nueva era maya, pero no será más que otro juego pirotécnico. La lucha real no le pertenece a él sino al EPR, la guerrilla “mala”, Zedillo dixit, que nunca se entregó al poder ni a las marquesinas como el espectacular personaje melodramático que ha sido el Subcomandante.

SEGUNDO TIEMPO: Si la vanidad no hubiera sido tan poderosa… Difícilmente se podrá encontrar en la política mexicana muchos con la capacidad intelectual como Porfirio Muñoz Ledo, uno de los secretarios predilectos del presidente Luis Echeverría, que pensó que podría ser su sucesor. Se equivocó, como también falló su lucha por cambiar la dinámica de la sucesión durante el gobierno de Miguel de la Madrid. Junto con Cuauhtémoc Cárdenas encabezó una corriente crítica que partió al PRI y generó una izquierda que con el paso de los años se convirtió en una opción real de gobierno. Tan pronto asumió Miguel Ángel Mancera la jefatura de gobierno del Distrito Federal, incorporó a Cárdenas a su equipo, y esta semana hizo lo mismo con Muñoz Ledo, a quien le encargó la Reforma Política para la ciudad de México, en una reivindicación histórica para los inspiradores del PRD. Muñoz Ledo, político de cepa, diplomático de ocasión, parlamentario como pocos y gran pensador, se encuentra al final de una carrera de enormes luces y múltiples altibajos por la incontenible vanidad de aquél que se sabe con inteligencia superior y que carece de ese pequeño porcentaje de la misma para manejarse como mortal. Pero lo que ha aportado Muñoz Ledo a la vida política mexicana de los últimos 40 años, es más importante que sus debilidades de carácter. Mancera no le dio una beca. Le ofreció el puente de plata para que haciendo lo que mejor conoce, conduzca a un consejo de 12 sabios por el camino que cambie la organización política de la ciudad de México y quede esa medalla, como la última que se cuelgue al pecho.

TERCER TIEMPO: Resurgir, para ¿morir? A los 88 años de edad, vive una bronconeumonía devastadora el último soldado de la Guerra Fría, George H.W. Bush, que como embajador en Naciones Unidas y China fue uno de los operadores del descongelamiento de las relaciones de Estados Unidos con ese país, y que como director de la CIA restauró su imagen tras el espionaje masivo e ilegal sobre ciudadanos estadounidenses. Bush padre, como se le conoce, fue el brazo de Ronald Reagan cuando llevó a la Unión Soviética al máximo desgaste económico que la destruyó, y quien cosechó de la caída del Muro de Berlín. Bush padre ya había estado vinculado a quien fuera director de Pemex, Jorge Díaz Serrano, en negocios petroleros, y como Presidente recibió en Houston al electo Carlos Salinas, con quien trabó una larga amistad. La relación entre los dos fue tan estrecha, que cuando Bush ordenó la invasión de Panamá, Salinas la condenó en público, por razones de política doméstica, pero en privado le dijo que lo respaldaría. El nexo con Salinas pudo haber sido aún mayor con Vicente Fox, a quien introdujo Federico Sada, el empresario regiomontano caído en desgracia, cuya amistad con Bush era casi íntima. Sada le prestaba su avión para moverse por donde quisiera, y en una ocasión lo llevó a Tuxtla Gutiérrez sólo para cenar con el entonces presidente Fox, quien nunca supo qué hacer con ese vínculo. Bush también ordenó la invasión a Irak y llevó a cabo la primera Guerra del Golfo, pero a diferencia de su hijo George W., no derrocó a Saddam Hussein para evitar un vacío de poder y una guerra civil. No deja de ser una paradoja que con toda la atención sobre Bush padre, el comandante de la fuerza invasora a Irak en 1991 y 10 años más joven que él, el general Norman Schwarzkopf, muriera esta semana por neumonía.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter: @rivapa

Leído en http://www.razon.com.mx/spip.php?page=columnista&id_article=153809

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