Ahora que estamos discutiendo si hacer o no una reforma energética de fondo, aparece una noticia que no está relacionada directamente con el tema, pero que da cuenta de cómo los parches no resuelven los problemas. Me refiero a la saturación de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Se trata de un ejemplo típico de cuando el gobierno opta por un paliativo para ganar tiempo "pateando" el problema hacia delante.
Por mi trabajo, viajo mucho por el país. Todavía recuerdo aquellas épocas en que el AICM era una verdadera pesadilla. Larguísimas colas para pasar la seguridad, continuos retrasos por falta de salas de abordaje, eternas esperas en los aviones y espeluznantes líneas para conseguir un taxi. Pero lo que en particular me desesperaba más era cuando en el avión se anunciaban dos palabras malditas: "sala móvil". Esto significaba que había que esperar en un lugar remoto del aeropuerto a que llegara alguno de esos espantosos camiones donde empacaban a los pasajeros como sardinas para llevarlos, a paso de tortuga, a la terminal principal. No exagero cuando digo que el traslado por "sala móvil" podía durar más tiempo que el vuelo hacia el Distrito Federal.