30 Ene. 14
· DOS REALIDADES
De inicio, la pregunta que encabeza esta columna puede parecer absurda. ¡Claro que el Estado existe! De lo contrario, ¿quién tendría el poder de ofrecer a los inversionistas extranjeros la riqueza petrolera mexicana? No es Enrique Peña Nieto, se asegura, es el Estado mexicano, pues la energética es "política de Estado", de ese Estado que en 1938 arrebató esa riqueza a los poderosos petroleros extranjeros pero que ahora se las devuelve porque así conviene en la época de la globalización. Es el Estado quien garantiza el sistema de gobierno que tenemos y el que provee el marco para el juego del mercado. Finalmente, el Estado hace lo que hace porque se supone que él encarna el interés general.
Y sin embargo, si uno vuelve la mirada a Michoacán, encuentra algo muy diferente: una sociedad a merced del crimen organizado, donde las organizaciones delictivas han dispuesto del tiempo para dar forma a una amplia red de intereses económicos y de apoyo, ponen autoridades, financian campañas políticas, cobran impuestos, manejan a la policía, confiscan bienes, destruyen comercios, ordenan y ejecutan sentencias de muerte. Y todo, mientras las estructuras del Estado dan muestra de una perfecta inutilidad, inexistencia o subordinación a los dictados de individuos que son los auténticos poderes de la región mientras el "interés general" brilla por su ausencia.