jueves, 30 de enero de 2014

Sergio Sarmiento - Desiguales o pobres

"Siempre hay desigualdad en la vida... La vida es injusta".
John F. Kennedy

¿En qué se parecen el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el presidente de Cuba, Raúl Castro? Los dos hablaron esta semana a favor de un combate contra la desigualdad.

En su informe de gobierno del 28 de enero Obama amenazó al Congreso con tomar medidas unilaterales, que no requieran aprobación legislativa, para promover una mayor igualdad. Habló en particular de cobrar nuevos impuestos a las empresas y a los ricos para fortalecer los programas sociales y de elevar el sueldo mínimo, que actualmente se encuentra en 7.75 dólares, que equivalen a 14 mil 500 dólares al año (unos 16 mil pesos mexicanos al mes a 12 pagos por año).






Raúl Castro dijo en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que la riqueza natural de Latinoamérica "debe convertirse en el motor para la eliminación de las desigualdades". No habló, sin embargo, de la pobreza en su país sino de las desigualdades del resto de Latinoamérica.


El salario mínimo en Cuba es de 244 pesos cubanos o 10 dólares estadunidenses que equivalen aproximadamente a 135 pesos al mes.
Tanto Obama como Castro partieron de la misma base ideológica que equipara pobreza y desigualdad. Sin embargo, no son la misma cosa. La pobreza, particularmente la extrema, es un problema de justicia social: es inaceptable que una sociedad que pueda evitarlo permita que un niño tenga hambre.
La desigualdad, en cambio, es un problema de envidia: quizá uno puede sentir rencor ante la riqueza acumulada por alguna persona, pero, en una economía que no es de suma cero, la riqueza de unos no significa la pobreza de otros. La acumulación de riqueza de algunos, de hecho, tiende a subir el nivel de vida de los demás.
China es el ejemplo más evidente de la diferencia entre desigualdad y pobreza. La China comunista de Mao Zedong era más igualitaria que el país capitalista de hoy. Pero era también mucho más pobre. Entre 1958 y 1961 murieron de hambre entre 15 y 45 millones de chinos.
China era más pobre que los países de África. En 1981 dos terceras partes de los chinos vivían con un ingreso menor a un dólar al día, mientras que en África solamente 40 por ciento sobrevivía en este nivel (Martin Ravallion/Banco Mundial, econ.worldbank.org).
Las reformas económicas de Deng Xiaoping establecieron un sistema en buena medida capitalista, que fue continuado por sus sucesores. Esto creó un país mucho más desigual. Hoy hay muchos millonarios en China, los cuales seguramente habrían sido ejecutados por el pecado de tener dinero en los tiempos de Mao, pero sólo 10 por ciento de los chinos vive debajo de la cifra de un dólar al día ajustada por inflación (Ibid).
El capitalismo crea desigualdad, pero ha rescatado a cerca de mil millones de chinos de la miseria. Es el mayor triunfo en el combate contra la pobreza en la historia de la humanidad.
Como el presidente de México, Enrique Peña Nieto, ha recurrido a la demagogia de Castro y Obama al señalar que la desigualdad es el enemigo a vencer, quizá haya que recordarle la experiencia china. Castigar a los ricos o a las clases medias con más impuestos no beneficiará a los más pobres (aunque sí a políticos y burócratas); de hecho, puede hacerlos más pobres al reducir el ahorro y la inversión.
Los pocos países que han logrado escapar a la pobreza, como China, Singapur, Taiwán, Corea del sur o Chile, no lo consiguieron con programas de caridad sino con estrategias para promover la inversión y crear empleos. El problema es que estas políticas no generan gratitud a los políticos.
La verdadera preocupación de quienes hoy dicen preocuparse por la desigualdad no son los pobres sino los votos.
Costoso sueño
El presidente Peña Nieto pudo cumplir ayer su sueño de encontrarse personalmente con Fidel Castro. A los mexicanos nos costó 340 millones de dólares, 70 por ciento que México le condonó a Cuba de una deuda de 487 millones de dólares.
Con razón Raúl Castro ha festejado el retorno del PRI a Los Pinos.

www.sergiosarmiento.com

Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=217069


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