MÉXICO, D.F. (Proceso).- Quizás sólo por hoy me permitirá el lector un acto de candor. Hablar en este espacio de la corrupción sin usar el lenguaje de la indignación ni el de la picardía.
Cuando este lunes recién pasado el presidente Enrique Peña Nieto agradeció al Congreso su aprobación de la reforma energética, no mencionó ni una sola vez la palabra corrupción. Habló en contraste de los cuantiosos beneficios que la reforma traerá al Bien Común y a continuación los medios se saturaron de las mismas promesas de bonanza.
Y sin embargo entre el resto de los mexicanos no hubo festejos, la glorieta del Ángel de la Independencia no fue inundada por miles de mexicanos entusiastas y optimistas, nadie que no fuera político tuiteó ¡Lo hemos logrado!, y la palabra corrupción en cambio apareció en las conversaciones de sobremesa, de forma inevitable.