PRIMER TIEMPO
La idea la incubó el Diablo
Qué dolores de cabeza le dio al presidente Enrique Peña Nieto cumplir su promesa de campaña de crear la Gendarmería, que dijo que sería una policía de proximidad que en 2012 ansiaban miles de mexicanos –afectados realmente por la violencia-, y millones más –que sólo sentían que iban a morir cada día-, para sentirse seguros. Peña Nieto la había prometido como Presidente electo y nadie en su equipo entendía exactamente qué era lo que quería. Era natural. La Gendarmería no fue un proyecto que saliera de las filas de sus asesores, ni una idea generada en su equipo. La Gendarmería era un viejo proyecto del entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, quien en una reunión con Peña Nieto, semanas antes de que asumiera la Presidencia, se la platicó y lo convenció de que ese nuevo cuerpo policial que le ayudara también a ir sacando al Ejército y la Marina de las tareas policiales, era algo que necesitaba. García Luna le entregó el documento ejecutivo de la Gendarmería, y el Presidente electo se la entregó a Miguel Ángel Osorio Chong, quien era el responsable de temas políticos y de seguridad en el equipo de transición. A quién se lo entregó el hoy secretario de Gobernación para que lo analizara, no se sabe.
Lo que sí se conoce es que nunca le pidieron a García Luna el documento completo de su proyecto. Cuando Peña Nieto lo anunció, muchos arquearon los ojos. Los estadounidenses le reclamaron a García Luna que hubiera pensado en los franceses –que tienen un cuerpo que se llama Gendarmería y es rural-, porque hace buen tiempo los ven para abajo y piensan que sus cuerpos policiales dejan mucho qué desear. Los franceses, que tampoco sabían de qué se trataba, ofrecieron sus servicios, a través de las vías diplomáticas, para asesorar al equipo de Peña Nieto en la estructura, organización y trabajo de sus gendarmes. Los españoles se sintieron desplazados. Después de todo, ¿qué no le gustaba a los mexicanos su Policía Nacional? La realidad es que la Gendarmería no estaba inspirado en la francesa. Lo dijo García Luna a quien se lo preguntaba. El nombre era para conectar el imaginario mexicano con el gendarme, la figura de policía de proximidad que existió hace algunos años, como un símbolo de identidad y una marca que no estaba desgastada ni corrompida. Pero nadie supo nada de nada. Hasta hoy, el documento completo de la Gendarmería descansa en sus archivos.
SEGUNDO TIEMPO
¿Para qué rayos quieren una Gendarmería?
En el largo periodo de transición que tuvo Enrique Peña Nieto como Presidente electo, su equipo de seguridad visitó varias veces el búnker de lo que era la Secretaría de Seguridad Pública cerca de Chapultepec. El búnker tenía lo más avanzado en tecnología –inclusive dentro de los parámetros estadounidenses- para poder realizar operaciones que en tiempo real eran transmitidas a un salón ultra secreto, y operaba Plataforma México, que dentro del equipo de Peña Nieto –reflejando lo que muchos decían afuera-, no servía para nada. El secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna era seguramente el miembro del gabinete del presidente Felipe Calderón más odiado de todos en la opinión pública, ánimo que se reflejaba en varios de los colaboradores del Presidente electo. Por eso, cuando les abrieron el salón más secretos de todos para ver una persecución en tiempo real de un avión procedente de Panamá con drogas, uno de los visitantes ignoró lo que tenían frente a sus ojos transmitido por satélites, y preguntó si no se podían ver también los “topones” –choques- en las carreteras o las puertas de los antros cuando sacan a los borrachos. Ese ánimo contra García Luna en esa parte del equipo de Peña Nieto nunca se eliminó, por lo que no debería de extrañar que cuando el Presidente electo les dio el resumen ejecutivo del proyecto de la Gendarmería, lo ignoraran. Pero eso, al final de cuentas, podía haber sido lo de menos. La Gendarmería era una promesa presidencial que tenía que cumplirse a como diera lugar. Al desinterés, sin embargo, se le añadió la tarea de zapa en su contra dentro del área que debía haberla concretado, la Comisión de Seguridad, que sustituyó, degradada administrativamente, a la Secretaría de Seguridad Pública. El primer comisionado, Manuel Mondragón, era un enemigo declarado de la Gendarmería. No la entendía pero, con mayor fuerza, la descalificaba. Que fuera mandato presidencial le daba igual. Él no la haría. En 2013 le dieron el presupuesto para ella, pero se lo gastó en uniformes que desechados antes que alguien se los pusiera y en armamento para la Policía Federal. O sea, los dineros para la Gendarmería los utilizó para otros fines. Mondragón salió, por razones no vinculadas al sabotaje de ese nuevo cuerpo, pero su renuncia que entre otras cosas provocó que esa promesa presidencial, finalmente se cumpliera.
TERCER TIEMPO
¿Y qué rayos se inventa para llamarle Gendarmería?
Con la salida del comisionado de Seguridad, Manuel Mondragón, se abrió la puerta para que dentro de la Policía Federal se trabajara en la construcción de la Gendarmería. El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, le encargó al comisionado de la Policía Federal, Enrique Galindo, que trabajara el proyecto y se lo presentara para llevarlo a aprobación al presidente Enrique Peña Nieto. Galindo recurrió al método, y se apartó de una decisión intuitiva. ¿Qué puede hacer la Gendarmería que no exista? En un principio se retomó el concepto de policía de proximidad, pero no sabían cómo trasladarlo a la práctica sin replicar ningún cuerpo en funciones. Luego, se habló de que sería una policía rural, pero el secretario de la Defensa, general Salvador Cienfuegos, dijo que si era así, tenían que estar bajo el mando del Ejército, toda vez que desde el cardenismo existen dentro de la institución castrense los guardias rurales. Galindo fue revisando las funciones y alcances de cada uno de las seis divisiones que tenía la Policía Federal y encontró, quizás un poco forzado, que donde había una ventana de oportunidad era si desarrollaban una policía económica, que cuidara de todo el aparato productivo y de los trabajadores. La idea vino cuando en vísperas del Super Bowl, el día que más aguacate se consume en Estados Unidos y deja una derrama para los agricultores michoacanos de 40 millones de dólares, tuvo que diseñar un operativo para que los aguacates salieran en de Michoacán sin ser detenidos por el narcotráfico, y escoltarlos por todo el país hasta que dejaron México por Nuevo Laredo. La derrama de esa exportación produjo de inmediato una inyección en la economía michoacana, permitiendo a los jornaleros del aguacate ganar más dinero que como halcones de Los Caballeros Templarios. Si el fenómeno del aguacate era el mismo que el del sorgo, analizó Galindo, ¿en dónde más hay una situación similar? En todo el país. Agricultores y maquiladores. Fábricas y proveedores. Todos habían sido afectados por la inseguridad. El diseño fue aprobado por Osorio Chong y le gustó al Presidente. La Policía Federal tendría una séptima división que se llamaría la Gendarmería. No es lo que originalmente tenía en mente Genaro García Luna, pero es algo que, sin lugar que debe funcionar.
twitter: @rivapa
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