domingo, 21 de junio de 2015

Denise Dresser - De una madre de familia a otra*

Sin duda la corrupción es uno de los problemas prioritarios del país. Las encuestas revelan que un tema que era subsidiario se ha vuelto central. Algo que no incidía en la credibilidad o en el funcionamiento del gobierno en México, ahora lo hace. La corrupción como ácido corrosivo que corre por el andamiaje del Poder Ejecutivo, las gubernaturas, las presidencias municipales, las cortes, los policías, el Congreso y también los partidos. La Casa Blanca y la casa de Luis Videgaray y la casa de Malinalco y las licitaciones inexplicables y el papel del Grupo Higa y OHL y las ilegalidades del Partido Verde deben ser vistos como una sacudida. Como un serio llamado de atención. Como un recordatorio de que el mal uso de un puesto público para la obtención de una ganancia privada tiene efectos negativos para el país.

André Comte- Sponville - El alzheimer

André Comte-Sponville   (1952)

El alzheimer

Mi padre ya no me reconoce. Ya no reconoce a nadie. Esto empezó con unos trastornos de la memoria inmediata: olvidaba la pregunta que acababa de hacer, la respuesta que le acababan de dar, volvía a hacer la misma, la olvidaba en seguida, volvía a hacerla… Era como un disco rayado, que seguía girando. Esto divertía a los niños, pero inquietaba a los adultos. Luego los trastornos se acentuaron, llevándose fragmentos cada vez más importantes de un pasado cada vez menos reciente. Recordaba muy bien su infancia, su juventud, pero los últimos meses, incluso los últimos años, casi se le habían borrado. Los médicos hablaron de la enfermedad de Alzheimer, hicieron las pruebas habituales, confirmaron el diagnóstico… Lo que él pesaba, no lo sé muy bien. Tenía, tiene aún, una mujer admirable, que lo sostenía sin flaquear. Él hacía lo que podía, me imagino, para sostenerla a ella también, para disimular, para no añadir a demasiada desgracia a la desgracia. Sin embargo, la cosa se volvió cada vez mas difícil, cada vez más dura, cada vez más triste. Incontinencia. Trastornos del habla. Trastornos del comportamiento. Se volvió agresivo contra esa mujer a la que ya no reconocía, que se obstinaba en permanecer allí, que él tomaba por otra ( mi madre, fallecida hacía años). ¿Se reconocía al menos él mismo? Tenía justo la conciencia suficiente para darse cuenta de que cada vez tenía menos, para verse morir a pedazos, para asistir vivo a su propio naufragio. Un día dejó de comer, de beber. Se estaba dejando morir. Hospitalización, perfusión, rehidratación… No morimos como queremos. Los médicos, que no podían curarlo, no querían tampoco renunciar del todo a cuidarlo. No les reprocho nada. Hicieron su trabajo, su deber quizás. ¿Quién podría hacerlo si no ellos? Los hijos no tienen que decidir acerca de la vida de su padre. Y él tampoco podía decidir nada. Todo continuó, luego empeoró. Nuevo hospital, que ya no abandonó. Un día me pidió noticias de mi padre: había olvidado que yo era su hijo. Más tarde del suyo, muerto cuarenta años antes. Luego dejó de preguntar. Cada vez menos palabras, luego ninguna. Pronto cumplirá 87 años. Él, que fue tan fuerte, tan lleno de vida, tan radiante a su manera, helo aquí inmóvil y mudo en su sillón, como apagado, como hundido en sí mismo.