lunes, 16 de enero de 2012

Cartón de hoy por Andrés González: Noroña, el león cobarde.

Ciro - Saldrán a golpear a Josefina como si fuera una enemiga



La forma tan sencilla en que el PAN eligió a Isabel Miranda de Wallace como candidata al Gobierno del DF, así como la mínima notabilidad que parece estar teniendo la precampaña de los candidatos del partido a la Presidencia de la República, confirman lo que en este y otros espacios se dijo con rotundidad desde septiembre: no reconocer que Josefina Vázquez Mota es la pieza lógica para dar la batalla a Peña Nieto y el PRD podría convertirse en un error de graves consecuencias electorales.
Se fueron octubre, noviembre, diciembre y la primera mitad de enero, y Ernesto Cordero, Santiago Creel y la burocracia del PAN siguen haciendo como que no ven, no oyen, no creen. Increíble. Literalmente.
Una a una, las encuestas entre los mexicanos de corazón azul registran que la ventaja de Josefina se ha mantenido estable entre 25 y 50 puntos. Pero Cordero, Creel y la burocracia insisten que otra cosa es lo que militantes y adherentes expresarán en la votación interna.
No recuerdo un caso así de necedad, ceguera electoral. En vez de arropar a su puntera, el partido se aferró a un calendario que, por ejemplo, permitiría que en el debate de mañana Cordero y Creel la tundan como si fuera una plaga, o Peña Nieto, o López Obrador.
De cualquier manera, creo que Josefina obtendrá 50 por ciento de los votos el domingo 5 de febrero (o, en su defecto, superará por más de cinco puntos a los dos contendientes) y será proclamada candidata. Sólo que el PAN habrá malgastado 120 días en que pudo fortalecer a la que, a todas luces, iba a ser su carta para no irse de Los Pinos.
O al menos para no irse con la cola entre las patas.

Marín - Ni a Villalobos... ¡ni a Ciro!



Ciro Gómez Leyva planteó el lunes pasado la interrogante de si Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador habrían leído en Nexos el ensayo de Joaquín Villalobos acerca de los Nuevos mitos de la guerra contra el narco.
El martes, Héctor Aguilar Camín resumió el contenido:
Que la violencia es inevitable y tomará mucho tiempo controlarla, que no hay solución rápida posible ni un único “culpable”; que sólo disminuirá con el fortalecimiento y cambio profundo de las instituciones de seguridad y justicia, y que se requiere un cambio en las mentes ciudadanas respecto del valor de la ley y el orden en una sociedad democrática.
El de Villalobos es un alegato contra “diez soluciones equívocas, impracticables o simplemente falsas para combatir al crimen organizado”. A saber:
1. Que primero debió prepararse la fuerza (equivale a decir “no debimos actuar”). 2. Se debe priorizar la prevención (es precisamente lo que fallaba porque no existía ni existe aún). 3. Se debe usar más la inteligencia policial (que no se tenía y había que crearla). 4. Hay que negociar o acordar una tregua (no hay con quién). 5. Hay que utilizar las tácticas disuasivas que utiliza EU (que tiene las fuerzas policiacas y de seguridad que México no). 6. Se debe perseguir sólo a los cárteles violentos (los menos violentos y más estratégicos son los más desafiantes y acaban imponiéndose). 7. Es un error fragmentar los cárteles (éstos se fragmentan con sus despiadadas guerras internas). 8. Hay que legalizar las drogas (quizá se pueda dentro de diez años pero, ¿y entre tanto qué?). 9. Hay que priorizar el combate a otros delitos, no al narcotráfico (es otra forma de negociar y convivir con el crimen). 10. En todas partes hay policías corruptas y grupos armados (pero no en todas partes hay un Chapo ni las bandas tienen la intensidad homicida de México).
Ciro resaltó que Villalobos “desmenuza la pobreza analítica y el populismo pacifista”; éste “retrata la cultura nacional de la aversión al conflicto para arribar a los 10 argumentos de moda, que presuponen que el regreso del Ejército a los cuarteles mejoraría las cosas como por arte de magia”.
Por ello, instaba a los candidatos a “definir el papel de las fuerzas federales en la lucha contra el crimen organizado”.
Andrés Manuel, sin embargo, sigue soñando que con pagar menos a los funcionarios y con fantasiosos programas de empleo se puede abatir la narcoviolencia.
Y Peña Nieto habló ayer en Monterrey de “hacer del combate frontal a la criminalidad un compromiso que de manera pronta y eficaz dé resultados a los mexicanos”.
Sí, Chucha: tan fácil como que nueve mujeres embarazadas dieran a luz al mes de haber concebido (Von Braun dixit).
Contra quienes afirman que Felipe Calderón “inventó” el combate de las fuerzas federales dizque para “legitimarse”, desde hace más de tres años (lo reveló MILENIO el 28 de noviembre de 2008), el alto mando de la Secretaría de la Defensa Nacional advirtió que el narcotráfico y su desmedida capacidad de violencia “pone en riesgo la viabilidad del país…”.
No más, no menos.

Alemán - Las mentiras de la señora Wallace



Isabel Miranda de Wallace fue —hasta antes de su imposición como candidata al GDF por el PAN— una de las más respetadas lideresas sociales en los últimos años.

Víctima del secuestro y asesinato de su hijo Hugo, la señora Miranda se dio a la tarea de buscar y llevar a prisión a casi todos los responsables del crimen, al tiempo que contribuyó a empujar reformas para contener y castigar con mayor severidad ese flagelo.

Lo curioso del caso es que, mientras crecía su liderazgo entre la sociedad civil, desde las alturas del poder se promovió la imagen de la señora Wallace —desde hace años— en todos los foros, de casi todos los temas, dentro y fuera del país, hasta que en días pasados se cerró el círculo. Y sí, por instrucciones presidenciales fue impuesta como candidata del PAN al Gobierno del DF.

¿Qué significa que una líder social, como la señora Wallace, sea arrebatada del espacio ciudadano y que un partido como el PAN intente llevarla al otro extremo, el de la militancia y el ejercicio del poder?

Significa, en primer lugar, que el PAN fracasó en la construcción de cuadros, en la capital del país, capaces de competir en propuestas, imagen, popularidad y arraigo entre los electores, con los políticos de la izquierda que gobierna. Por eso, ante ese fracaso, el PAN salió a comprar un liderazgo, al nutrido mercado de líderes sociales mexicanos. Se juntaron, en realidad, la demanda y la oferta. El fracaso del PAN y, claro, la ambición desmedida de la señora Wallace. Pero en el camino dejaron un cochinero. ¿Por qué?

Porque a pesar de las ingenuas declaraciones de la señora Wallace —dice que su candidatura marca la hora de los ciudadanos—, todos saben que es candidata por el palomeo de Los Pinos. Porque la imposición de la señora Wallace es una grosera expresión del dedazo al más puro estilo del PRI —aplicado en el PAN—, lo que confirma que doña Isabel ya es parte del mismo sistema político que cuestionó por años y,en cuyas fallas y deficiencias, secuestraron y mataron a su hijo.

Porque es de risa que, mientras la señora Wallace pregona que su candidatura es para impedir “el carro completo del PRI”, ella es ungida por una de las más groseras prácticas de la antidemocracia priista. Más curioso resulta que Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota rechazan que Calderón imponga a Cordero, pero aplauden el dedazo de Wallace.

Alejandro Páez - La señora Wallace no ha traicionado a nadie, como dicen



Empiezo con una frase. No es de hace un año; ni siquiera de hace seis meses. Es del 26 de agosto de 2011, un día después de la tragedia del Casino Royale en Monterrey, Nuevo León.
Quien habla es Isabel Miranda de Wallace, entonces presidenta de la asociación “Alto al Secuestro”:
“Debemos cambiar la política y ver qué hacemos para en realidad proteger a la ciudadanía; si es necesario un toque de queda para tener mayor control. Yo no sé por qué nos da miedo poder hacerlo, si ya los narcotraficantes imponen toque de queda. Hay que buscar un Estado de excepción en los estados más violentos para poder tener control. Es lo más honesto”.
Quiero decir, en este artículo, que Isabel Miranda de Wallace no ha traicionado a nadie. Y para sostener mi argumentación, quiero compartirles una segunda frase de poco antes, de apenas el 10 de junio de 2011. La señora estaba de gira con el presidente Felipe Caderón:
“Siempre he admirado al Presidente de la República. Aunque a veces me critiquen y me digan que lo defiendo, pero creo en esta lucha que él ha emprendido. Creo en sus valores, señor Presidente. Creo que ha luchado contra viento y marea en tiempos difíciles, políticos. Y qué pena que algo tan noble como esto también se lleve a la política”.
Una tercera frase. Ahora es de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal. No ha cumplido aún dos meses de haberse pronunciado; es del 9 de diciembre de 2011:
“México tiene algo muy valioso que es su sociedad… a un país lo transforma su comunidad, y que prueba de ello es lo realizado por Isabel Miranda de Wallace”
¿Por qué, entonces, hay quienes se asombran, pregunto ahora, de que ella sea candidata del PAN al gobierno del Distrito Federal? ¿Por qué hay quienes dicen que ella, Isabel Miranda de Wallace, “traicionó” causas sociales?
Veámoslo con calma.
Ella no era ni es activista por los derechos humanos. Su perfil y sus prioridades expresas dicen todo lo contrario: Ella ha luchado valientemente por la seguridad pública, aún cuando esto signifique ceder en los derechos humanos; aún cuando signifique suspender garantías individuales: su llamado a declarar un toque de queda en México así lo demuestra.
No creo que Isabel Miranda de Wallace haya traicionado a nadie al aceptar la candidatura del PAN a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. En los hechos, ella fue más allá que cualquier panista común y corriente. Era y es una ciudadana del ala más radical de este país: el ala que se identifica con –y en su caso representa al– presidente Felipe Calderón Hinojosa y sus políticas. Aplaudida por Genaro García Luna y por el mismo mandatario, ha apoyado y apoya la estrategia de Calderón, que ha arrojado, según la cifra oficial, unos 50 mil muertos. ¿Cuál traición? Yo sólo veo congruencia.
No creo que haya traicionado “las luchas sociales”. Yo no veo esas supuestas luchas sociales que ella supuestamente ha representado. Fue una mujer valiente que buscó justicia por su propia mano ante la ineficiencia de las autoridades. Y eso se le aplaude. Pero esas no son causas sociales. Isabel Miranda de Wallace se hizo famosa porque representa la lucha de una madre por la justicia. Pero al doblar la esquina, cuando su caso avanzó –gracias a su propio esfuerzo– y logró dar con los criminales, de inmediato se sentó a la mesa del poder. ¿Cuál traición, si lleva todo este sexenio encabezando, junto con Felipe Calderón, actos de gobierno vinculados a la estrategia de guerra? Sólo veo congruencia. Ella había tomado partido hace mucho tiempo.
Congruente con su trayectoria, la señora ha decidido unir formalmente su destino al de esta administración. Ni siquiera el destino de los panistas: el de este gobierno que encabeza Felipe Calderón.
Diría que como política se ha equivocado terriblemente porque andar cerca de Calderón no es garantía de nada desde hace mucho tiempo: Perdió el compadre del presidente en Coahuila, Guillermo Anaya; perdió su hermana Luisa María Calderón, la famosa “Cocoa”,  en Michoacán; perdieron sus dos amigos cercanísimos cuando fueron presidentes del PAN: Germán Martínez y César Nava están prácticamente desaparecidos. Ernesto Cordero, dicen las encuestas, va por el mismo rumbo.
Diría que como política ya perdió: Los calderonistas van de salida, y no porque yo quiera o ustedes quieran; es porque así es: como los foxistas, los zedillistas, los delamadridistas, los lopezportillistas, los echeverristas (con excepción de los salinistas, que esos van representados en Enrique Peña Nieto). Así es la política en México. ¿Por qué unir su destino a Felipe Calderón cuando le quedan unos meses de presidencia? Allí, puedo decir, ya perdió.
Diría, eso sí, que perdió su capital político como líder social. Aunque se veía venir, es ahora cuando podemos decir, con todas las letras, que ella abandonó a la sociedad civil por la política. Y como luchadora de su causa, había ganado simpatizantes de otras causas, y a la sociedad misma. Pero también debe decirse: desde hace mucho tiempo, la mayoría de los activistas o líderes de la sociedad civil serios se le habían distanciado.
Sin embargo, ¿saben qué?, valdría preguntarse si ella quería ser “sociedad civil”.
Hace mucho que no lo era. Y es muy respetable lo que ella decida. Relea las frases.
Ahora sí, discúlpenme, pero yo no veo traición en la señora Isabel Miranda de Wallace. ¿Cuál traición? Es lo que fue durante todo el sexenio: parte del sistema.
Más en http://www.sinembargo.mx/opinion/16-01-2012/4344

Salvador Camarena - Tarahumara, nuevo happening mediático



Hace ocho días, la reportera Marcela Turati informó en Proceso sobre la hambruna que azota en la Sierra Tarahumara. Periodista especializada en pobreza y violencia, Turati no sólo es de Chihuahua sino que ha realizado diversas investigaciones sobre lo que padece el pueblo rarámuri.

Desde hace una semana denunció el gravísimo problema de desnutrición —que ha cobrado la vida de niños y adultos—, el uso político de los programas gubernamentales de “ayuda” y registró que se habla de que “ha habido suicidios de padres de familia que salen de su casa a buscar alimentos y por la desesperación de no encontrarlos se tiran al vacío”, según le declaró Martín Solís, de El Barzón. El trabajo de Marcela es impecable. Pero tuvo que surgir un video donde se llega al extremo de mencionar “50 suicidios” de rarámuris, supuestamente por la desesperación ante la incapacidad para alimentar a sus hijos, para que este domingo ciudadanos se movilizaran en un intento por socorrer a ese pueblo. La buena noticia es que algo de ayuda llegará, la mala es que aún no sabemos cómo lidiar con lo que surge de las redes sociales.

Las alertas no son bienvenidas a cualquier costo. Es bien sabido que pueden ser contraproducentes y hasta peligrosas. Más de una tragedia ha ocurrido cuando ha habido una falsa alarma de emergencia. Sigamos en Chihuahua. “Esto de los tuiteros ya me tiene hasta la madre”, dice una periodista de Ciudad Juárez con la que hablé ayer horas antes de que el gobierno de Chihuahua desmintiera que había una “oleada” de suicidios por hambre en la Tarahumara. A esa colega le tocó padecer uno de los más recientes happenings mediáticos creados por las redes sociales. El 27 de diciembre se esparció un rumor sobre un presunto ataque a población civil en la comunidad El Mimbre, en el Valle de Juárez. Este periodista se desplazó hasta el lugar sólo para comprobar que la “alerta”, que incluso fue recogida por medios periodísticos capitalinos, carecía de sustento. “Anduve como loca, buscando durante horas la supuesta masacre. No había nada. Lo peor es que en las redes sociales no te creen, y se atreven a decir que ocultamos esa ‘matanza’ para ayudar al gobierno”.

Ojalá en los medios de comunicación hubiera más directivos que enviaran a más periodistas al lugar de los hechos y menos editores cachando lo que sale en las redes sociales. La tragedia de los rarámuri es, sin duda ni matiz, tan grave como la imagen que a uno se le forma en la cabeza al pensar en alguien que se arroja al vacío por desesperación ante el hambre. Pero información incompleta o fuera de contexto puede provocar un arranque de ayuda por culpa que no necesariamente contribuye a encontrar soluciones serias como las que se proponen, por cierto, en el trabajo de Marcela de hace una semana y al cual pocos habían prestado atención.

Marcela Turati - La Tarahumara: hambruna al estilo Somalia



La sequía que azota el norte del país causa graves daños por desnutrición y enfermedad a los rarámuris que habitan la Sierra Tarahumara, donde se padece una crisis alimentaria sin precedente. Los gobiernos federal y estatal no han sido capaces de responder adecuadamente ante esta emergencia humanitaria que podría agravarse aún más este año. En 2011, adicionalmente, la falta de lluvias afectó a las cosechas de mariguana y amapola, sostén de muchos pueblos serranos.



BOCOYNA, CHIH.- Cuando la sacaron de las barrancas de Urique y la ingresaron de urgencia en la clínica para rarámuris, Margarita estaba despellejada debido a la desnutrición extrema.
Los médicos batallaron para encontrar dónde colocarle la aguja que pasaría el suero. No sobrevivió. Tenía
tres años.
“Hace mucho que no se nos moría un niño por desnutrición. Este año el número de los que ingresan es similar a otros. La diferencia es que llegan más graves y se quedan hospitalizados más días. Comenzaron
a llegar desde octubre, cosa que no ocurría porque esa es la época de las cosechas.
Pero este año no hubo. Tampoco teníamos adultos con desnutrición grave y ahora hemos tenido 19, sin sumar a los que vienen con tuberculosis asociada a la desnutrición”, explica el jesuita Guadalupe Gasca, director de la clínica Santa Teresita de Creel, donde murió Margarita.

En el recorrido por ese hospital, dedicado a salvar vidas de los indígenas, se observan fotos pegadas en las paredes que datan de su fundación, en los setenta. Muestran niños rarámuris con panzas infladas y las costillas marcadas en la piel. Detrás del vidrio es posible ver esas mismas imágenes en vivo: niños y niñas en
sus cuneros que fueron internados este invierno con los mismos síntomas que sus ancestros: estómagos inflados, huesos marcados en la piel, despellejamiento, palidez, diarreas asesinas, hinchazón general,
inapetencia, llanto de desesperación.

En la sala A, o de terapia, está Adelina, de seis años, que ingresó un día después de Navidad con la piel quebrada. Tres días antes llegó una niña prematura con malformaciones, desnutrida desde que estaba en el útero. Una semana antes entró Luis Carlos, casi sin peso, con diarrea y neumonía, a punto del paro cardiaco.
En la sala B, para niños que salieron de la emergencia, está María Lucía, ahora de un año. Ingresó en septiembre, cuando pesaba tres kilos, dos menos de lo normal.

Fernando llegó hinchado, con 10 engañosos kilos. Cuando se desinflaron los edemas que lo cubrían mostró su peso real: estaba casi en huesos y ahora ya le comienza a salir piel nueva.
Rogelio, de año y medio, ingresó con piernas y brazos encogidos, como si tuviera que protegerse de algo. Lloraba sin cesar y un médico creyó que tenía daño cerebral y poco tiempo de vida; sin embargo, ya se levanta de su cuna y sonríe.



“Esta es Malena. Antes no se podía ni sentar por debilidad. Ahora camina, se ríe. Parece sencillo pero es un logro que quieran comer o que sonrían, pues eso indica que poco a poco han ido agarrando fuerzas.
Porque cuando llegan no piden nada, están acostumbrados a no comer; les tienes que dar poco a poco para no descompensarlos, porque su organismo ya se adaptó, y conforme se van recuperando comienzan a pedir y pedir”, dice la doctora Alejandra González al recorrer el pabellón, mientras acaricia a la niña que se ve sana aunque en noviembre presentaba desnutrición mixta: delgada de la cintura hacia arriba, gorda de la cadera a los pies, diarrea y neumonía.

Cuando estos infantes vuelven a pasar alimentos y recuerdan el sabor de la comida se alborotan desde los cuneros del puro escuchar el ruido que hacen las ruedas del carrito en el que les llevan la leche. Unos se
ponen de pie, los más pequeños arquean la espalda, todos hacen fiesta a su manera.

Los que ya caminan son transferidos al área de nutrición, donde se les ve comer con ansia. Los primeros días roban comida a los otros compañeros hasta que se dan cuenta que alcanza para todos. Sólo a Jacinto –un travieso de siete años– parece que no se le quita el hambre y durante la comida esconde tortillas.

“Cuando vamos a dar de alta a un niño le comenzamos a bajar la cantidad de pollo y de leche, le quitamos la carne, le damos frijol, pastita, tortilla y papa, para que se vaya readecuando a lo que comía antes. Los das de alta cuando juegan, sonríen, tienen la piel y el pelo bonitos y sabemos que pueden resistir el ambiente
que los espera, porque aquí aprendieron a pedir su comida y ya podrán defenderse.
Aunque hay niños que nos dicen que no quieren irse a casa, sienten que no van a tener qué comer”, explica la religiosa que dirige la clínica, Juana Aguilar. Ella está consciente de que 2012 será difícil: la desnutrición se asoma incluso en las comunidades con programas alimentarios de la Fundación Llaguno, donde lleva
el control de talla y peso infantil. Y, como dice, este fenómeno se está agudizando porque la comida comienza a acabarse.
No únicamente en el hospital del Creel se advierten los efectos del hambre. En noviembre pasado, en el Hospital Infantil de Chihuahua murió por desnutrición un niño de tres años llamado Diego. Además, seis
actas de defunción de adultos del municipio de Carichic, expedidas en 2011, refieren la desnutrición como causa de muerte.
Internado en un cuarto con otros adultos se encuentra Candelario, un anciano que calcula tener 80 años, pero las enfermeras saben que apenas tiene 60. Cuando se le pregunta cómo dejó su parcela dice:
“Nada levantó ahora, ta’ seco”.

Fragmento del reportaje de la Revista Proceso 1836

Aguilar - Los muertos de Calderón


Para abreviar, la prensa habla de “los 50 mil muertos de la guerra de Calderón”. La facilidad periodística de la formulación tiende a igualar el hecho con otras siniestras numeralias: los miles de muertos de las guerras de Videla, Pinochet o Milosevic.
Igualar esas muertes es una barbaridad, pero es lo que tiende a suceder, voluntaria o involuntariamente, con la fórmula “los muertos de la guerra de Calderón”.
Se acaba atribuyendo al gobierno una responsabilidad implícita, pero directa, en esas muertes. Como si el gobierno hubiera matado a miles en su guerra, igual que hicieron Videla, Pinochet o Milosevic.
El hecho es que la abrumadora mayoría de las muertes violentas registradas en estos años no son fruto de la acción represiva del gobierno, sino de la espiral homicida de las bandas criminales.
La cifra completa de homicidios vinculados al crimen organizado corresponde precisamente a ejecuciones hechas por esas bandas, no por el gobierno. Según la PGR, entre enero y septiembre de 2011 esos homicidios fueron 12 mil 903.
Sumados a los registrados de 2007 a 2010, dan la cifra que los medios redondean en “los 50 mil muertos de la guerra de Calderón”. (La cifra oficial es 47,515).
La fórmula debería ser, en rigor, “los 47,515 homicidios realizados por las bandas criminales durante el sexenio de Calderón”.
Es exacta, pero demasiado larga, tiene punch, y parece gobiernista, es decir, blanda, condescendiente y oficiosa, cosas que ninguna prensa, y ninguna mirada crítica digna de ese nombre, puede permitirse, aunque renuncie al matiz y, con él, al rigor.
La verdad periodística es una selección escandalosa de la verdad real: una antología de los rasgos extremos o sobresalientes de los hechos. No miente: selecciona con estridencia. Le sube el volumen a la realidad.
Es lo que hace la fórmula “los cincuenta mil muertos de la guerra de Calderón”. Simplifica y condensa, pero también acusa, pues termina atribuyendo la responsabilidad de los muertos al gobierno, no a los homicidas.
Se trata de una fórmula inexacta e injusta, acaba vendiendo la idea de que durante estos años vivimos en México algo parecido a la dictadura argentina o a la dictadura chilena o a limpieza étnica de Milosevic.
Es una barbaridad.

Arpegio - Fotos para reflexionar