Empiezo con una frase. No es de hace un año; ni siquiera de hace seis meses. Es del 26 de agosto de 2011, un día después de la tragedia del Casino Royale en Monterrey, Nuevo León.
Quien habla es Isabel Miranda de Wallace, entonces presidenta de la asociación “Alto al Secuestro”:
“Debemos cambiar la política y ver qué hacemos para en realidad proteger a la ciudadanía; si es necesario un toque de queda para tener mayor control. Yo no sé por qué nos da miedo poder hacerlo, si ya los narcotraficantes imponen toque de queda. Hay que buscar un Estado de excepción en los estados más violentos para poder tener control. Es lo más honesto”.
Quiero decir, en este artículo, que Isabel Miranda de Wallace no ha traicionado a nadie. Y para sostener mi argumentación, quiero compartirles una segunda frase de poco antes, de apenas el 10 de junio de 2011. La señora estaba de gira con el presidente Felipe Caderón:
“Siempre he admirado al Presidente de la República. Aunque a veces me critiquen y me digan que lo defiendo, pero creo en esta lucha que él ha emprendido. Creo en sus valores, señor Presidente. Creo que ha luchado contra viento y marea en tiempos difíciles, políticos. Y qué pena que algo tan noble como esto también se lleve a la política”.
Una tercera frase. Ahora es de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal. No ha cumplido aún dos meses de haberse pronunciado; es del 9 de diciembre de 2011:
“México tiene algo muy valioso que es su sociedad… a un país lo transforma su comunidad, y que prueba de ello es lo realizado por Isabel Miranda de Wallace”
¿Por qué, entonces, hay quienes se asombran, pregunto ahora, de que ella sea candidata del PAN al gobierno del Distrito Federal? ¿Por qué hay quienes dicen que ella, Isabel Miranda de Wallace, “traicionó” causas sociales?
Veámoslo con calma.
Ella no era ni es activista por los derechos humanos. Su perfil y sus prioridades expresas dicen todo lo contrario: Ella ha luchado valientemente por la seguridad pública, aún cuando esto signifique ceder en los derechos humanos; aún cuando signifique suspender garantías individuales: su llamado a declarar un toque de queda en México así lo demuestra.
No creo que Isabel Miranda de Wallace haya traicionado a nadie al aceptar la candidatura del PAN a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal. En los hechos, ella fue más allá que cualquier panista común y corriente. Era y es una ciudadana del ala más radical de este país: el ala que se identifica con –y en su caso representa al– presidente Felipe Calderón Hinojosa y sus políticas. Aplaudida por Genaro García Luna y por el mismo mandatario, ha apoyado y apoya la estrategia de Calderón, que ha arrojado, según la cifra oficial, unos 50 mil muertos. ¿Cuál traición? Yo sólo veo congruencia.
No creo que haya traicionado “las luchas sociales”. Yo no veo esas supuestas luchas sociales que ella supuestamente ha representado. Fue una mujer valiente que buscó justicia por su propia mano ante la ineficiencia de las autoridades. Y eso se le aplaude. Pero esas no son causas sociales. Isabel Miranda de Wallace se hizo famosa porque representa la lucha de una madre por la justicia. Pero al doblar la esquina, cuando su caso avanzó –gracias a su propio esfuerzo– y logró dar con los criminales, de inmediato se sentó a la mesa del poder. ¿Cuál traición, si lleva todo este sexenio encabezando, junto con Felipe Calderón, actos de gobierno vinculados a la estrategia de guerra? Sólo veo congruencia. Ella había tomado partido hace mucho tiempo.
Congruente con su trayectoria, la señora ha decidido unir formalmente su destino al de esta administración. Ni siquiera el destino de los panistas: el de este gobierno que encabeza Felipe Calderón.
Diría que como política se ha equivocado terriblemente porque andar cerca de Calderón no es garantía de nada desde hace mucho tiempo: Perdió el compadre del presidente en Coahuila, Guillermo Anaya; perdió su hermana Luisa María Calderón, la famosa “Cocoa”, en Michoacán; perdieron sus dos amigos cercanísimos cuando fueron presidentes del PAN: Germán Martínez y César Nava están prácticamente desaparecidos. Ernesto Cordero, dicen las encuestas, va por el mismo rumbo.
Diría que como política ya perdió: Los calderonistas van de salida, y no porque yo quiera o ustedes quieran; es porque así es: como los foxistas, los zedillistas, los delamadridistas, los lopezportillistas, los echeverristas (con excepción de los salinistas, que esos van representados en Enrique Peña Nieto). Así es la política en México. ¿Por qué unir su destino a Felipe Calderón cuando le quedan unos meses de presidencia? Allí, puedo decir, ya perdió.
Diría, eso sí, que perdió su capital político como líder social. Aunque se veía venir, es ahora cuando podemos decir, con todas las letras, que ella abandonó a la sociedad civil por la política. Y como luchadora de su causa, había ganado simpatizantes de otras causas, y a la sociedad misma. Pero también debe decirse: desde hace mucho tiempo, la mayoría de los activistas o líderes de la sociedad civil serios se le habían distanciado.
Sin embargo, ¿saben qué?, valdría preguntarse si ella quería ser “sociedad civil”.
Hace mucho que no lo era. Y es muy respetable lo que ella decida. Relea las frases.
Ahora sí, discúlpenme, pero yo no veo traición en la señora Isabel Miranda de Wallace. ¿Cuál traición? Es lo que fue durante todo el sexenio: parte del sistema.
Más en http://www.sinembargo.mx/opinion/16-01-2012/4344
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