La forma tan sencilla en que el PAN eligió a Isabel Miranda de Wallace como candidata al Gobierno del DF, así como la mínima notabilidad que parece estar teniendo la precampaña de los candidatos del partido a la Presidencia de la República, confirman lo que en este y otros espacios se dijo con rotundidad desde septiembre: no reconocer que Josefina Vázquez Mota es la pieza lógica para dar la batalla a Peña Nieto y el PRD podría convertirse en un error de graves consecuencias electorales.
Se fueron octubre, noviembre, diciembre y la primera mitad de enero, y Ernesto Cordero, Santiago Creel y la burocracia del PAN siguen haciendo como que no ven, no oyen, no creen. Increíble. Literalmente.
Una a una, las encuestas entre los mexicanos de corazón azul registran que la ventaja de Josefina se ha mantenido estable entre 25 y 50 puntos. Pero Cordero, Creel y la burocracia insisten que otra cosa es lo que militantes y adherentes expresarán en la votación interna.
No recuerdo un caso así de necedad, ceguera electoral. En vez de arropar a su puntera, el partido se aferró a un calendario que, por ejemplo, permitiría que en el debate de mañana Cordero y Creel la tundan como si fuera una plaga, o Peña Nieto, o López Obrador.
De cualquier manera, creo que Josefina obtendrá 50 por ciento de los votos el domingo 5 de febrero (o, en su defecto, superará por más de cinco puntos a los dos contendientes) y será proclamada candidata. Sólo que el PAN habrá malgastado 120 días en que pudo fortalecer a la que, a todas luces, iba a ser su carta para no irse de Los Pinos.
O al menos para no irse con la cola entre las patas.
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