lunes, 16 de enero de 2012

Aguilar - Los muertos de Calderón


Para abreviar, la prensa habla de “los 50 mil muertos de la guerra de Calderón”. La facilidad periodística de la formulación tiende a igualar el hecho con otras siniestras numeralias: los miles de muertos de las guerras de Videla, Pinochet o Milosevic.
Igualar esas muertes es una barbaridad, pero es lo que tiende a suceder, voluntaria o involuntariamente, con la fórmula “los muertos de la guerra de Calderón”.
Se acaba atribuyendo al gobierno una responsabilidad implícita, pero directa, en esas muertes. Como si el gobierno hubiera matado a miles en su guerra, igual que hicieron Videla, Pinochet o Milosevic.
El hecho es que la abrumadora mayoría de las muertes violentas registradas en estos años no son fruto de la acción represiva del gobierno, sino de la espiral homicida de las bandas criminales.
La cifra completa de homicidios vinculados al crimen organizado corresponde precisamente a ejecuciones hechas por esas bandas, no por el gobierno. Según la PGR, entre enero y septiembre de 2011 esos homicidios fueron 12 mil 903.
Sumados a los registrados de 2007 a 2010, dan la cifra que los medios redondean en “los 50 mil muertos de la guerra de Calderón”. (La cifra oficial es 47,515).
La fórmula debería ser, en rigor, “los 47,515 homicidios realizados por las bandas criminales durante el sexenio de Calderón”.
Es exacta, pero demasiado larga, tiene punch, y parece gobiernista, es decir, blanda, condescendiente y oficiosa, cosas que ninguna prensa, y ninguna mirada crítica digna de ese nombre, puede permitirse, aunque renuncie al matiz y, con él, al rigor.
La verdad periodística es una selección escandalosa de la verdad real: una antología de los rasgos extremos o sobresalientes de los hechos. No miente: selecciona con estridencia. Le sube el volumen a la realidad.
Es lo que hace la fórmula “los cincuenta mil muertos de la guerra de Calderón”. Simplifica y condensa, pero también acusa, pues termina atribuyendo la responsabilidad de los muertos al gobierno, no a los homicidas.
Se trata de una fórmula inexacta e injusta, acaba vendiendo la idea de que durante estos años vivimos en México algo parecido a la dictadura argentina o a la dictadura chilena o a limpieza étnica de Milosevic.
Es una barbaridad.

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