El arranque nada terso del debate sobre la Reforma Hacendaria del gobierno, que empezó con el rechazo de empresarios, las protestas de la clase media y las promesas oficiales de ampliar el gasto social y disminuir la informalidad, es apenas el comienzo de lo que será un intenso jaloneo social y político por la propuesta fiscal de Enrique Peña Nieto.
Si en los medios, las redes sociales y los foros públicos se reproducen ya las dudas, exigencias y reclamos por el alza de algunos impuestos y el establecimiento de gravámenes a nuevos servicios, lo más fuerte está por venir cuando inicie la discusión en el Congreso donde no sólo se confrontarán posiciones políticas, sino que a las diferencias entre partidos, un casi seguro bloque del PRI-PRD contra el PAN, habrá que sumar las presiones que desatarán varios actores económicos afectados por la reforma que mandarán a las Cámaras a sus cabilderos, polémicos personajes con la encomienda de buscar modificar impuestos y leyes que les afectan.