La lectora y el lector conocen la historia. La maestra Idalia Hernández del Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial de Ciudad Madero, Tamaulipas, fue removida de su puesto temporalmente y las autoridades analizan las sanciones que se le impondrán. Gil lo leyó en su periódico La Razón. Se sabe: Gamés se arrodilla ante la curiosidad. En Youtube se puede ver el breve episodio. En un mundo donde desaparece la privacidad, todo es público.
La maestra de Relaciones Públicas entra al salón de clases y le habla a los alumnos adolescentes de un tema importante: las redes sociales. Pedrito, qué son las redes. No sé maestra. Juanita, dile a Pedro lo que son las redes, y Juanita expone correctamente. La clase avanza hasta que la maestra Idalia dice: en tuiter se pueden cometer delitos, ¿cierto? Siiiímaeestraa. Muy bien, Juanita.
En el video, la maestra Idalia se acerca a una alumna y le dice con el celular en la mano: ¿por qué escribiste esto? Sin violencia, Idalia le muestra la pantalla del celular. La chica había mandado un tuit en el cual decía que la maestra Idalia era una perra y una puta.
La chica responde con voz de mosca muerta: perdón. La maestra le dice que no aceptará esa ofensa y esos insultos y mucho menos que Sutano reenvíe el tuit de la chica: esto llegará hasta las últimas consecuencias. La maestra le exige una disculpa pública y ella pide perdón. Todo ha sido grabado por celulares y etcétera. Hasta aquí la petite histoire.
El resultado: la maestra fue cesada de su cargo y ubicada en un cargo administrativo, la chica obtuvo una breve suspensión y volvió a su salón, el amigo que reenvió el mensaje fue expulsado de la escuela porque debía varias materias, no por una falta en especial. Así de fácil, la maestra ofendida separada del aula.
Ah, si la maestra Delfina de Gamés viviera, ella hubiera puesto en orden este enredo a la brevedad. Le habría costado el empleo, pero nada le hace. Que la niña insultó probadamente a la maestra: expulsada y, aquí entre nos, con dos varazos en las nalgas. Aquí no se le dice a nadie ni perra ni puta, muchachita impertinente, y sanseacabó, el asunto arreglado. ¿Cómo ven la pedagogía de Gil? ¿Un poco rústica?
Los malquerientes de Gil, que los tiene, dirán que quiere golpear a la niñez y la juventud. Nada más cierto: no, en serio: a la maestra, que no cometió ninguna falta le quitaron su trabajo en el aula. Gil protesta desde esta página del fondo. Y la niña malcriada que la insultó toma sus clases sin problema alguno. Caracho.
Gamés se ha percatado (percatar, gran verbo) de que esa visión de los hechos, esa forma de ser políticamente correcto ha humedecido los muros de nuestra vida diaria.
La tendencia de opinión de algunos comentaristas afirma que los maestros de la CNTE han sido linchados por los habitantes de la ciudad y algunos medios de comunicación, se parece un poco, oh, sí, al caso de la maestra Idalia: la insultan, la ofenden y, al final, la corren de su trabajo por reclamarle a una alumna sus insultos. Los maestros de la Coordinadora irrumpen en la vida diaria de la Ciudad de México, colapsan las principales calles del DF. Conclusión: no linchen a los maestros. No jalen porque cobijan. Sólo ha faltado que le retengan el salario a todos los trabajadores que han llegado tarde a sus empleos por los bloqueos. ¿Estamos locos?
La máxima de Albert Camus espetó dentro del ático: “Si el hombre fracasa en conciliar la justicia y la libertad, fracasa en todo”.
Gil s’en va
gil.games@razon.com.mx
Twitter: @GilGamesX
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