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RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN
miércoles, 4 de abril de 2012
EL DESENCANTO.
Se trataba de un hombre que nunca había tenido ocasión de ver el mar.
Vivía en un pueblo del interior de la India. Una idea se había instalado con fijeza en su mente: “No podía morir sin ver el mar”. Para ahorrar algún dinero y poder viajar hasta la costa, tomó otro trabajo además del suyo habitual. Ahorraba todo aquello que podía y suspiraba porque llegase el día de poder estar ante el mar.
Fueron años difíciles. Por fin, ahorró lo suficiente para hacer el viaje. Tomó un tren que le llevó hasta las cercanías del mar. Se sentía entusiasmado y gozoso. Llegó hasta la playa y observó el maravilloso espectáculo. ¡Qué olas tan mansas! ¡Qué espuma tan hermosa! ¡Qué agua tan bella! Se acercó hasta el agua, cogió una poca con la mano y se la llevó a los labios para degustarla. Entonces, muy desencantado y abatido, pensó: “!Qué pena que pueda saber tan mal con lo hermosa que es!”
* El Maestro dice: Por ignorancia, cuando tus expectativas no son satisfechas, te desencantas. El ser liberado sólo espera aquello que ocurre.
Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle.
Leído en: http://es.scribd.com/doc/64467643/101-cuentos-clasicos-de-la-India
Puig - La impunidad en números
Cualquier estrategia contra la violencia que azota a varias ciudades y estados del país tiene que partir de castigar a los violentos.
Parece una obviedad, pero si revisamos los números, para quienes nos gobiernan no lo es.
Después de cinco años de estar sumergidos en discursos, acciones y conteos de muertos con relación al crimen y la seguridad, en México, para un asesino, cada vez es más barato asesinar.
Y tal vez ahí esté uno de los nudos que se tendrán que desatorar en el próximo sexenio si en verdad se quiere progresar en la seguridad y reducir la violencia.
La organización México Evalúa acaba de publicar el estudio Seguridad y Justicia Penal en los Estados, 25 indicadores de nuestra debilidad institucional (el estudio completo en www.mexicoevalua.org).
El promedio nacional para homicidios dolosos en 2010 fue de 80.6%. Es decir, 8 de cada diez asesinatos no son castigados. El cálculo se hizo con base en las cifras de homicidios registradas en averiguaciones previas iniciadas por las agencias del Ministerio Público del fuero común.
En algunos estados como Morelos, Guerrero, Sinaloa, Durango y Chihuahua, el promedio de impunidad en homicidios está en 90% y más. Es decir, las instituciones de investigación e impartición de justicia no sirven.
Las cárceles están saturadas, pero en su mayoría de infractores que han cometido delitos menores. Cito el documento: “Una política criminológica focalizada y proporcional debe ser racional y prudente en el uso de recursos. Lo deseable sería que una proporción relativamente alta de los recursos del sistema se dedicara a perseguir, procesar y sancionar con prisión los delitos de mayor impacto. Los delitos menores podrían ser atendidos mediante mecanismos de justicia alternativa o procesos simplificados que implicaran un menor uso de recursos y una reducción de la impunidad en los mismos.
En México, 60 por ciento de las sanciones se asocia con delitos menores y sólo 12 por ciento de las mismas se vincula con delitos graves como homicidio, violación y robo violento. De los delitos graves que causan más daño, los que se sancionan con más de 17 años de prisión (3.6 por ciento del total), 48 por ciento corresponde a homicidios, 19 por ciento a robo, y 11 por ciento a violaciones. De las sanciones de entre siete y 11 años de prisión (5.5 por ciento del total), 54.3 por ciento corresponde a robo, 15.8 por ciento a violación y 9.6 por ciento a homicidio”.
Este desastre de política de seguridad es responsabilidad sobre todo de los gobernadores y presidentes municipales, de sus agencias de seguridad y ministerios públicos.
Habría que preguntar a los candidatos a la Presidencia cómo piensan hacer para que los gobernantes locales se pongan a trabajar. Porque si no, no veo cómo se arregle el entuerto.
Peña Nieto y López Obrador, más parecidos de lo que creen
En materia de seguridad, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador van sobre la misma línea. La estrategia que ambos proponen una vez iniciada la campaña electoral, es similar.
El pasado 2 de abril, los presidenciables participaron en el Foro Agenda México 12.18 Seguridad y Justicia, ante especialistas en la materia de procuración de justicia y seguridad pública, así como integrantes de asociaciones civiles y ciudadanos.
Tanto el mexiquense como el tabasqueño, expresaron que buscarán el crecimiento económico del país. López Obrador llamó a atender “las causas del delito”, reactivando la economía y generando empleos. Insistió en que su propuesta para enfrentar la inseguridad y la violencia, consiste en combatir la pobreza y la desigualdad.
Para el candidato que encabeza la unión PRI-Partido Verde, generar oportunidades de bienestar es una de las acciones preventivas del delito más efectivas. Le suma el recuperar para las familias de algunas zonas del país, la libertad que han perdido ante el temor por la inseguridad que priva en sus calles.
El candidato por la Coalición Movimiento Progresista pugna por atender a los jóvenes que no tienen posibilidad de trabajo ni estudio y el priista urge la generación de oportunidades de empleo para este mismo sector de la población.
López Obrador dice estar dispuesto a no permitir la corrupción entre los encargados de las instituciones de seguridad pública, procuración de justicia y cuerpos policiacos y lograr coordinación entre instancias federales como la Marina, la Policía Judicial y las policías ministeriales, de los estados y municipales.
El candidato de la Coalición “Compromiso por México” señala además crear las 32 policías únicas del país, profesionalizar a los elementos policiacos, que el sistema penitenciario sirva a la rehabilitación de quienes cumplen alguna condena y materializar la oralidad en los juicios penales.
A diferencia de López Obrador y Peña Nieto, Josefina Vázquez Mota, consideró que es necesario que existan más penales de alta seguridad. La panista se enfocó a la necesidad de capacitación, profesionalización, certificación y mejores remuneraciones del personal relacionado con la impartición de justicia.
Pese a que reconoció como fundamentales la cultura, la educación y la generación de oportunidades a los jóvenes, se dijo convencida de que la mayor urgencia es acelerar la disponibilidad de infraestructura para el sistema de justicia penal y que éste sea evaluado.
Urgió a recuperar el control territorial en los penales y desarrollar sanciones alternativas basadas en trabajo comunitario a quienes sólo cometen delitos menores para evitar sobre cupo en los penales.
De llegar a la presidencia, manifestó que los jueces tendrán a su cargo vigilar la actuación de las autoridades administrativas encargadas de la ejecución de sanciones.
Se debe concluir desde su punto de vista, la implementación del Sistema de Justicia para Adolescentes y un nuevo Código Federal de Procedimientos Penales. Puso énfasis en el desarrollo de la Ley de Victimas del Delito para establecer un Sistema Integral de Protección y Asistencia a las Victimas del Delito.
Sin embargo, en una cosa distaron. Peña Nieto manifestó su deseo de firmar los compromisos a los que se refirió, en tanto que López Obrador no señaló una acción de este tipo. Para Vázquez Mota, este es el momento de pasar a una segunda fase en la lucha contra el crimen organizado.
Riva Palacio - Mitos geniales
La muerte del ex presidente Miguel de la Madrid volvió a darle aire a la candidatura de Manuel Bartlett al Senado por el Partido del Trabajo, y a las críticas a Andrés Manuel López Obrador por haber avalado a quien señalan como el responsable de haber “tirado el sistema” en las elecciones presidenciales de 1988. Quienes dicen eso de Barteltt, tienen toda la razón, pero quienes piensan que con ello se consumó un fraude electoral, viven en el mundo de lo irreal.
Bartlett era el secretario de Gobernación de De la Madrid en 1988, y hay testimonios que juran cómo, cuando llegaban los primeros resultados de la elección procedentes del Distrito Federal, que daban una clara ventaja a Cuauhtémoc Cárdenas sobre Carlos Salinas, ordenó, inclusive de manera violenta, que apagaran las computadoras. Ese momento, dice la historia popular, es donde se consumó el fraude.
Sin embargo, hay un pequeño, pero monumental detalle. En ese entonces, como hasta hoy en día, el cómputo oficial de los votos no se hace mediante una computadora, sino es manual, voto por voto, en cada casilla y ante los representantes de todos los partidos. La hoja de resultados firmada por todos se pega en la puerta de la casilla. Ese es el único dato que vale, no lo que aparezca en las computadoras.
Es decir, si los colaboradores de Bartlett callaron las computadoras a patadas, como algunos testigos narran ese momento, fue totalmente irrelevante para el resultado, pues lo que escupían esas máquinas no alteraría el cómputo final. Pero sí fue importante para la construcción de la leyenda del hombre que “cayó al sistema” para llevar a Salinas a Los Pinos. Bartlett, un secretario de mano muy dura, tiene muchos otros aspectos para ser criticado –como la operación contra el PAN en Chihuahua en 1985 y contra la disidencia del PRI en 1987 y 1988-, pero por haber sido arquitecto de fraude, no.
Este episodio de 1988 es uno de los grandes mitos que apasionan al imaginario colectivo mexicano. Otro es el que se refiere a “las dos horas” en las cuales el entonces procurador general, Diego Valadés, “le prestó” al entonces gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, a Mario Aburto, la misma noche en que asesinó a Luis Donaldo Colosio.
Beltrones viajó a Tijuana tras el asesinato por una petición del presidente Salinas, quien quería tener en el lugar del atentado a un político con experiencia que, pese a su amistad con el candidato, le pudiera informar sin pasiones sobre el entorno y las primeras informaciones de las autoridades. El dato que Beltrones estuvo solo con Aburto –que salió de sus enemigos en Los Pinos-, sirvió para que se consolidara la versión de un complot y que el ahora senador fue a interrogar a Aburto para silenciarlo. La realidad fue diferente. Beltrones nunca estuvo solo con Aburto, y Valadés nunca perdió de vista al asesino.
La teoría del complot se fue alimentando rápidamente. Empezó con una declaración apresurada del procurador de que era un asesino solitario, y con un mal peritaje de la autoridad local que estableció erróneamente la ubicación del cuerpo, que dio origen al giro de 180 grados de Colosio al recibir los dos impactos. Siguió con una fotografía de Aburto con gotas de sangre en la cara y otra limpio, de donde nacieron “los dos Aburtos”.
La mente conspiracionista es compañera de viaje de las mayorías en las sociedades del mundo. En México, toma fuerza viral porque la inteligencia emocional supera con creces la inteligencia racional. Siempre es más divertido, pero es más inútil. Es más entretenido y juega contra el ocio, pero no llega a ningún lado. La percepción nunca es más real que en estos casos. Y luego se preguntan por qué los políticos siguen burlándose de los electores, sin entender que esa vulnerabilidad se debe a las creencias en la sociedad, que prefieren lo imposible sobre lo real. Estos dos mitos son, apenas, pequeños botones de muestra.
Marín - Para no marearse
Los que saben dicen que lo sucedido antier a Josefina Vázquez Mota no constituye un problema de salud.
Como dijo ayer Andrés Manuel López Obrador, “son condiciones que se presentan: fatiga, estrés; problemas que tenemos todos como seres humanos. Por eso no se debe hacer escarnio con la situación de ninguna persona en particular…”.
La baja presión es común entre la población pero, desde el punto de vista clínico, sólo por excepción es un síntoma de alguna patología.
En cambio, la hipertensión o presión alta refleja un problema clínico; tanto que requiere de tratamiento médico, en ocasiones de por vida, para evitar los infartos, por ejemplo.
Levantarse de manera súbita de la cama puede provocar mareo y basta con acostarse y alzar las piernas para recuperar el equilibrio.
No desayunar, comer mariscos o pollo, pueden hacer que disminuya la glucosa y sobrevengan mareos.
Los médicos cirujanos que permanecen de pie más de lo recomendable se exponen a lo mismo que la candidata, a menos que a ratos se paren de puntas para evitar la “hipertensión postural”.
Vázquez Mota, pues, goza de cabal salud.
Juan Ignacio Zavala - Los ojos que ven, el corazón que siente
Por lo que se ha visto de la campaña de Peña Nieto deja en claro que es un maniquí, un adorno del PRI en sus propósitos, y para eso de manipular gente el PRI no tiene límites, por lo que traen al pobre hombre de un lado para otro. Ora con su vestimenta de chamula, ora con su traje elegante, ora con su gorra, ora con su chamarra roja, ora lo sacan bailando en Veracruz, ora camina por Guanajuato vestido de “totalmente palacio”. En su fiebre publicitaria, el otro día difundieron una foto de sus zapatos con lodo. A ver qué se les ocurre la siguiente semana.
Parece que nada escapa a la era del espectáculo. El priismo engallado no duda en echar mano de todo y de todos. La señora Gaviota no es la excepción y la pusieron a realizar una especie de Big Brother en campaña. Se trata de una serie de cápsulas grabadas con un celular titulada: lo que mis ojos ven, lo que mi corazón siente. El objetivo es difundir diversos aspectos de la campaña y algunos de corte más íntimo. Para lograr el efecto deseado, se hace una especie de guión de telenovela —la especialidad de la casa: ella habla suavecito para explicar que se trata del primer día de la campaña de su marido, de pronto se oye un grito: “Amooor, ¿ya nos vamos?”. Luego las preguntas en el recorrido: “¿Cómo te sientes?”, “la familia es lo más importante”, dicen mientras sale una escena de las hijas. El que ve estas cápsulas se pregunta qué pasa por la cabeza de esta pareja, pero si ve el resto de las cápsulas se convence de que no pasa nada por esas cabezas.
Otra escena grabada por doña Gaviota: “Estamos en San Juan Chamula: un momento muy importante”. Parece que la campaña va ser conmovedora y llena de “momentos importantes” que captará la doña, metida de lleno —legítimamente, eso sí— en la campaña. “Ya viste los rostros de los niños?”, pregunta el candidato con esa amplitud de vocabulario que le han dejado las múltiples lecturas (¿quién cuando habla dice “rostros”?). Pero como a la gente de la televisión nada le basta, hay que llevar la cámara al interior de la casa y, pero cómo no, sacar a las hijas en pijama. Dar el toque íntimo total: las hijas en su recámara, el beso de buenas noches y la camisa con el logo del PRI. ¡Qué emoción: estamos hasta dentro de la casa de los Peña Nieto! Toma de los dos y ella dice que se “van a bañar y a dormir”. Qué padre, qué higiénicos y, claro, después de saludar a tanta gente pues hay que bañarse, ¿verdad? No vaya a ser que se pescara algo…
En otra ciudad en Chiapas, nueva filmación. Gritos, porras, saludadera, el teléfono-cámara se acerca repentinamente al ojo que lo ve: se trata del gaviotojo que todo lo graba. “Es increíble el cariño que nos dan”, dice la candidata consorte. Y así todo por el estilo: ven y sienten, pero no se sabe si piensan.
Twitter: @juanizavala
Rocha - Arrancan
Apenas es el sexto día de campañas y la caballada da mucho de qué hablar.
De mayor a menor, Enrique Peña Nieto parece estar instalado en sus 50, con una cómoda ventaja de al menos 20 puntos sobre sus perseguidores. Para cualquier observador el mantenerse así hasta el final sería un escenario óptimo. Pero los priistas quieren más: creen que todavía puede subir tres, cuatro y hasta cinco puntos en dos meteóricos meses y hacerse, entonces sí, inalcanzable; es más, los peñistas furibundos tienen como objetivo no sólo ganar la elección, sino hacer historia e imponer un nuevo récord de votación para un candidato a la Presidencia. Más de los 22 puntos que sacó Zedillo a Diego.
Por lo pronto, los expertos en “imagenología” establecen que los spots de Peña Nieto son los más eficaces en cuanto a sus efectos propagandísticos y calidad de producción. En paralelo, sus actos de campaña son un reflejo de la experiencia acumulada de décadas de una casi perfecta maquinaria priista. Ahí la lleva.
En cambio, si nos atuviéramos a aquella definición ranchera de La Caballada, Josefina Vázquez Mota saldría perdiendo. Pero si nos fuéramos al comparativo con aquel Caballo Blanco del gran José Alfredo, los símiles serían lapidarios y hasta de mal gusto. Dejémoslo así. La candidata del PAN lleva atrapada 25 días en el pantano. Desde el aciago 11 de marzo en el azul semivacío, resbala una y otra vez. Y lo peor, se hunde en las arenas movedizas del fondo: sus enredos lingüísticos y pésimos chistes entre el ITAM, la Ibero y la UNAM para quedar mal con todos; el dislate del “lavado” de dinero que la deja en ama de casa; la falta de oficio de su equipo que en lugar de ponerla a dialogar con los ex-empleados de Mexicana cancelan el acto como si se la fueran a comer; y lo peor, los mareos del lunes que la muestran como una mujer frágil y con un precario estado de salud; así que cuando su equipo explica que todo se debe a la presión, uno se pregunta si a la sanguínea o a la política, porque no es la primera vez que le pasa. Para colmo, su estrategia familiar en medios ha sido un fracaso y habrán de rehacerla por completo.
Apenas el lunes comenzaron las cancelaciones —una comida en Baja California— y empezaron también los descensos de uno o dos puntos en las encuestas. No son caídas dramáticas, pero Josefina desciende y la pregunta es si podrá evitar la pendiente. Dicho de otro modo, si tiene la energía suficiente para los golpes de timón que le han sugerido propios y extraños en su equipo y en el PAN.
En una situación similar, pero en sentido inverso se ubica Andrés Manuel López Obrador. El candidato de las izquierdas libra una dramática batalla contra el tiempo y la distancia. El desafío se antoja gigantesco, aun cuando parece haber dejado el congelamiento de los 18 puntos y rebasado la barrera de los 20. Aun así, le quedan apenas 88 días y 30 puntos de diferencia.
Parece paradójico que el candidato que más entusiasmo genera en las plazas públicas no tenga el mismo impacto entre el resto de los electores. La incógnita es si sus spots del amor y el perdón le pueden generar intenciones de votos, si pasarán inadvertidos o si incluso provocan el efecto no buscado de restarle adeptos.
Otra interrogante seguramente más efectista es quién —Peña Nieto o Andrés Manuel— se vería más beneficiado por un debilitamiento —en cualquier sentido— de Josefina Vázquez Mota.
En pocas palabras si la contienda se convierte en cosa de dos y no de tres.
Aunque alguien estará levantando la mano diciendo que, en realidad, es de cuatro o de Quadri. Y en este caso habría que reconocer que don Gabriel ya entiende su papel. Más relajado y sin el peso de los interrogatorios forzados sobre la maestra, empieza a levantar centésimas para alcanzar algunas décimas que lo lleven a los dos ansiados puntitos que le permitan acariciar la meta para la que fue convocado. Ni más, ni menos.
Así las cosas con los caballitos; los grandotes y los chiquitos.
PD: Como dirían los franceses un beau geste el del Presidente Calderón. Frente a la mezquindad de Vicente Fox cuando la muerte de López Portillo, decidió hacerle un funeral de Estado a Miguel de la Madrid. Sobre todo en estos tiempos de crispación, habrá que reconocérselo.
Leído en http://opinion.informador.com.mx/Rotonda/2012/04/04/%C2%A1aarraancaan/
De mayor a menor, Enrique Peña Nieto parece estar instalado en sus 50, con una cómoda ventaja de al menos 20 puntos sobre sus perseguidores. Para cualquier observador el mantenerse así hasta el final sería un escenario óptimo. Pero los priistas quieren más: creen que todavía puede subir tres, cuatro y hasta cinco puntos en dos meteóricos meses y hacerse, entonces sí, inalcanzable; es más, los peñistas furibundos tienen como objetivo no sólo ganar la elección, sino hacer historia e imponer un nuevo récord de votación para un candidato a la Presidencia. Más de los 22 puntos que sacó Zedillo a Diego.
Por lo pronto, los expertos en “imagenología” establecen que los spots de Peña Nieto son los más eficaces en cuanto a sus efectos propagandísticos y calidad de producción. En paralelo, sus actos de campaña son un reflejo de la experiencia acumulada de décadas de una casi perfecta maquinaria priista. Ahí la lleva.
En cambio, si nos atuviéramos a aquella definición ranchera de La Caballada, Josefina Vázquez Mota saldría perdiendo. Pero si nos fuéramos al comparativo con aquel Caballo Blanco del gran José Alfredo, los símiles serían lapidarios y hasta de mal gusto. Dejémoslo así. La candidata del PAN lleva atrapada 25 días en el pantano. Desde el aciago 11 de marzo en el azul semivacío, resbala una y otra vez. Y lo peor, se hunde en las arenas movedizas del fondo: sus enredos lingüísticos y pésimos chistes entre el ITAM, la Ibero y la UNAM para quedar mal con todos; el dislate del “lavado” de dinero que la deja en ama de casa; la falta de oficio de su equipo que en lugar de ponerla a dialogar con los ex-empleados de Mexicana cancelan el acto como si se la fueran a comer; y lo peor, los mareos del lunes que la muestran como una mujer frágil y con un precario estado de salud; así que cuando su equipo explica que todo se debe a la presión, uno se pregunta si a la sanguínea o a la política, porque no es la primera vez que le pasa. Para colmo, su estrategia familiar en medios ha sido un fracaso y habrán de rehacerla por completo.
Apenas el lunes comenzaron las cancelaciones —una comida en Baja California— y empezaron también los descensos de uno o dos puntos en las encuestas. No son caídas dramáticas, pero Josefina desciende y la pregunta es si podrá evitar la pendiente. Dicho de otro modo, si tiene la energía suficiente para los golpes de timón que le han sugerido propios y extraños en su equipo y en el PAN.
En una situación similar, pero en sentido inverso se ubica Andrés Manuel López Obrador. El candidato de las izquierdas libra una dramática batalla contra el tiempo y la distancia. El desafío se antoja gigantesco, aun cuando parece haber dejado el congelamiento de los 18 puntos y rebasado la barrera de los 20. Aun así, le quedan apenas 88 días y 30 puntos de diferencia.
Parece paradójico que el candidato que más entusiasmo genera en las plazas públicas no tenga el mismo impacto entre el resto de los electores. La incógnita es si sus spots del amor y el perdón le pueden generar intenciones de votos, si pasarán inadvertidos o si incluso provocan el efecto no buscado de restarle adeptos.
Otra interrogante seguramente más efectista es quién —Peña Nieto o Andrés Manuel— se vería más beneficiado por un debilitamiento —en cualquier sentido— de Josefina Vázquez Mota.
En pocas palabras si la contienda se convierte en cosa de dos y no de tres.
Aunque alguien estará levantando la mano diciendo que, en realidad, es de cuatro o de Quadri. Y en este caso habría que reconocer que don Gabriel ya entiende su papel. Más relajado y sin el peso de los interrogatorios forzados sobre la maestra, empieza a levantar centésimas para alcanzar algunas décimas que lo lleven a los dos ansiados puntitos que le permitan acariciar la meta para la que fue convocado. Ni más, ni menos.
Así las cosas con los caballitos; los grandotes y los chiquitos.
PD: Como dirían los franceses un beau geste el del Presidente Calderón. Frente a la mezquindad de Vicente Fox cuando la muerte de López Portillo, decidió hacerle un funeral de Estado a Miguel de la Madrid. Sobre todo en estos tiempos de crispación, habrá que reconocérselo.
Leído en http://opinion.informador.com.mx/Rotonda/2012/04/04/%C2%A1aarraancaan/
Edgar Allan Poe - El retrato oval.
Edgar Allan Poe (1809-1849) |
El retrato oval.
El castillo en el cual mi criado se le había ocurrido penetrar a la fuerza en vez de permitirme, malhadadamente herido como estaba, de pasar una noche al ras, era uno de esos edificios mezcla de grandeza y de melancolía que durante tanto tiempo levantaron sus altivas frentes en medio de los apeninos, tanto en la realidad como en la imaginación de Mistress Radcliffe. Según toda apariencia, el castillo había sido recientemente abandonado, aunque temporariamente. Nos instalamos en una de las habitaciones más pequeñas y menos suntuosamente amuebladas. Estaba situada en una torre aislada del resto del edificio.
Su decorado era rico, pero antiguo y sumamente deteriorado. Los muros estaban cubiertos de tapicerías y adornados con numerosos trofeos heráldicos de toda clase, y de ellos pendían un número verdaderamente prodigioso de pinturas modernas, ricas de estilo, encerradas en sendos marcos dorados, de gusto arabesco. Produjerónme profundo interés, y quizá mi incipiente delirio fue la causa, aquellos cuadros colgados no solamente en las paredes principales, sino también en una porción de rincones que la arquitectura caprichosa del castillo hacia inevitable; hice a Pedro cerrar los pesados postigos del salón, pues ya era hora avanzada, encender un gran candelabro de muchos brazos colocado al lado de mi cabecera, y abrir completamente las cortinas de negro terciopelo, guarnecidas de festones, que rodeaban el lecho. Quíselo así para poder, al menos, si no reconciliaba el sueño, distraerme alternativamente entre la contemplación de estas pinturas y la lectura de un pequeño volumen que había encontrado sobre la almohada y que trataba de su crítica y su análisis.
Leí largo tiempo; contemplé las pinturas religiosas devotamente; las horas huyeron, rápidas y silenciosas, y llegó la media noche. La posición del candelabro me molestaba, y extendiendo la mano con dificultad para no turbar el sueño de mi criado, lo coloqué de modo que arrojase la luz de lleno sobre el libro.
Pero este movimiento produjo un efecto completamente inesperado. La luz de sus numerosas bujías dio de pleno en un nicho del salón que una de las columnas del lecho había hasta entonces cubierto con una sombra profunda. Vi envuelto en viva luz un cuadro que hasta entonces no advirtiera. Era el retrato de una joven ya formada, casi mujer. Lo contemplé rápidamente y cerré los ojos. ¿Por qué? no me lo expliqué al principio; pero, en tanto que mis ojos permanecieron cerrados, analicé rápidamente el motivo que me los hacía cerrar. Era un movimiento involuntario para ganar tiempo y recapacitar, para asegurarme de que mi vista no me había engañado, para calmar y preparar mi espíritu a una contemplación más fría y más serena. Al cabo de algunos momentos, miré de nuevo el lienzo fijamente.
No era posible dudar, aun cuando lo hubiese querido; porque el primer rayo de luz al caer sobre el lienzo, había desvanecido el estupor delirante de que mis sentidos se hallaban poseídos, haciéndome volver repentinamente a la realidad de la vida.
El cuadro representaba, como ya he dicho, a una joven. Se trataba sencillamente de un retrato de medio cuerpo, todo en este estilo, que se llama, en lenguaje técnico, estilo de viñeta; había en él mucho de la manera de pintar de Sully en sus cabezas favoritas. Los brazos, el seno y las puntas de sus radiantes cabellos, perdianse en la sombra vaga, pero profunda, que servía de fondo a la imagen. El marco era oval, magníficamente dorado, y de un bello estilo morisco. Tal vez no fuese ni la ejecución de la obra, ni la excepcional belleza de su fisonomía lo que me impresionó tan repentina y profundamente. No podía creer que mi imaginación, al salir de su delirio, hubiese tomado la cabeza por la de una persona viva. Empero, los detalles del dibujo, el estilo de viñeta y el aspecto del marco, no me permitieron dudar ni un solo instante.
Abismado en estas reflexiones, permanecí una hora entera con los ojos fijos en el retrato. Aquella inexplicable expresión de realidad y vida que al principio me hiciera estremecer, acabó por subyugarme. Lleno de terror y respeto, volví el candelabro a su primera posición, y habiendo así apartado de mi vista la causa de mi profunda agitación, me apoderé ansiosamente del volumen que contenía la historia y descripción de los cuadros. Busqué inmediatamente el número correspondiente al que marcaba el retrato oval, y leí la extraña y singular historia siguiente:
"Era una joven de peregrina belleza, tan graciosa como amable, que en mal hora amó al pintor y, se desposó con él. El tenía un carácter apasionado, estudioso y austero, y había puesto en el arte sus amores; ella, joven, de rarísima belleza, todo luz y sonrisas, con la alegría de un cervatillo, amándolo todo, no odiando más que el arte, que era su rival, no temiendo más que la paleta, los pinceles y demás instrumentos importunos que le arrebataban el amor de su adorado. Terrible impresión causó a la dama oír al pintor hablar del deseo de retratarla. Mas era humilde y sumisa, y sentóse pacientemente, durante largas semanas, en la sombría y alta habitación de la torre, donde la luz se filtraba sobre el pálido lienzo solamente por el cielo raso.
El artista cifraba su gloria en su obra, que avanzaba de hora en hora, de día en día. Y era un hombre vehemente, extraño, pensativo y que se perdía en mil ensueños; tanto que no veía que la luz que penetraba tan lúgubremente en esta torre aislada secaba la salud y los encantos de su mujer, que se consumía para todos excepto para él. Ella no obstante, sonreía más y más, porque veía que el pintor, que disfrutaba de gran fama, experimentaba un vivo y ardiente placer en su tarea, y trabajaba noche y día para trasladar al lienzo la imagen de la que tanto amaba, la cual de día en día. tornábase más débil y desanimada. Y, en verdad, los que contemplaban el retrato, comentaban en voz baja su semejanza maravillosa, prueba palpable del genio del pintor, y del profundo amor que su modelo le inspiraba.
Pero, al fin, cuando el trabajo tocaba a su término, no se permitió a nadie entrar en la torre; Porque el pintor había llegado a enloquecer por el ardor con que tomaba su trabajo, y levantaba los ojos rara vez del lienzo, ni aun para mirar el rostro de su esposa. Y no podía ver que los colores que extendía sobre el lienzo borrábanse de las mejillas de la que tenía sentada a su lado. Y cuando muchas semanas hubieron transcurrido, y no restaba por hacer más que una cosa muy pequeña, sólo dar un toque sobre la boca y otro sobre los ojos, el alma de la dama palpitó aún, como la llama de una lámpara que está próxima a extinguirse. y entonces el pintor dio los toques, y durante un instante quedó en éxtasis ante el trabajo que había ejecutado; pero un minuto después, estremeciéndose, palideció intensamente herido por el terror, y gritando con voz terrible:
-¡En verdad esta es la vida misma!
Volvióse bruscamente para mirar a su bien amada, ... ¡estaba muerta!".
Leído en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/poe/retrato.htm
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