Como la de los mexicanos migrantes que hacen los trabajos que ni los negros quieren hacer, la última de Vicente Fox es tan sabia como profética: dijo que, de volverse legal, él sembraría mariguana en su rancho. Será ese modo que tiene el ex presidente que le roba un poco a Cantinflas y otro poco al Piporro, pero no le veo al tema lo gracioso ni lo ridículo: casi la mitad de los estados de la unión americana —18, hasta hoy— han legalizado su uso para fines medicinales y la tendencia no parece decaer. De sus propiedades antiansiolíticas, antieméticas y analgésicas y sus relativamente pocos efectos secundarios resultará fácil prever la cantidad de médicos que, en lugar del Ativán o la Dramamina, se inclinarán por recomendar el ocasional carrujito a sus pacientes adultos, pacientes que quizá padezcan desde estrés simple hasta pérdida de apetito y mareos por quimioterapia.
Si el parámetro son las posturas de Gustavo Madero y de Jesús Zambrano, el Pacto por México —emblema, escudo y puntal del gobierno de Peña Nieto— estaría viviendo ya sus últimos días. El Pacto agoniza entre abusos preelectorales de gobernadores priistas y desconfianzas políticas mutuas. Siete de julio sería su epitafio.
Imposible mantener una alianza política con el partido en el gobierno (PRI) cuando el presidente del PAN, Gustavo Madero, atiza: “No tengo frente a mí a un gobierno federal comprometido con la democracia, la transparencia y el combate a la impunidad”.
Imposible mantener una alianza política con el partido en el gobierno (PRI) cuando el presidente del PAN, Gustavo Madero, atiza: “No tengo frente a mí a un gobierno federal comprometido con la democracia, la transparencia y el combate a la impunidad”.