La violencia repunta ante la presencia cada vez más frecuente del CJNG.
“Es una ilusión eso de que ya estamos tranquilos”, me dice desde Michoacán una voz informada. Y no le falta razón: ni la salida de
Fausto Vallejo ni la intervención federal han logrado pacificar al estado. Hoy por hoy, la preocupación crece ante la presencia cada vez más frecuente del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
El enrarecimiento del clima michoacano es detonado por varios sucesos.
Primero, la ejecución de
José Santiago Valencia y de su familia: su esposa y sus tres hijos —16, 14 y 11 años de edad—, convertida en la información principal en
The Washington Post, después de una entrevista que el prestigiado diario, vía el reportero
Joshua Partlow, le hizo a
Santiago, un exempleado de
Los Caballeros Templarios en Tepalcatepec, y mutado a
autodefensa.