Minutos antes de que uno de los narcotraficantes más peligrosos de Michoacán, Servando Gómez Martínez, La Tuta, difundiera el video donde acusa a la hermana de Felipe Calderón de mentirosa y de ser ella quien ha buscado e intentado negociar con Los Caballeros Templarios, recordaba la entrevista que el expresidente concedió al periódico ABC de Asunción, Paraguay, para decir que el gobierno actual está infiltrado por el crimen organizado.
¡Vaya —me dije— que Enrique Peña Nieto ha sabido callar! Tal vez algún día pueda confiar a un periodista lo que ha significado suceder en la Presidencia de la República a Felipe Calderón.
No debe ser lo mismo ir a vivir a una casa donde el inquilino anterior era, cuando menos, limpio y ordenado, a otra en la que salen malos olores, víboras y tarántulas nada más de levantar la alfombra.
Lo importante del video de La Tuta es que aparece en un momento clave. Justo cuando los hermanos Calderón —él desde el extranjero y La Cocoadesde el Senado— conjuraban para desacreditar la estrategia del gobierno federal en contra del narcotráfico.
La campaña de los hermanos prodigio comienza a ser operada casualmente después de que el Ejército, la Marina y la PGR deciden tomar el control del Puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán. Puerta por la que entraban toneladas de precursores químicos para la elaboración de distintas clases de droga, entre las que seguramente se encontraba la seudoefedrina, sustancia que nos trae a la memoria el extraño caso del empresario chino Shenli Ye Gong, vinculado —según trascendió en ese momento— a la campaña del entonces candidato del PAN a la Presidencia de la República, y procesado posteriormente en forma fulminante por el gobierno calderonista.
Varios analistas coinciden en que, a pesar de las evidencias sobre la importación y exportación de droga a través del Puerto de Lázaro Cárdenas, nadie, durante el sexenio pasado, tomó la decisión de clausurar el principal suministro de dinero a la delincuencia.
El video de La Tuta resulta por ello sumamente revelador. Sus dichos van más allá de la coyuntura en que ha estado involucrada Luisa María Calderón, quien, para variar, se vistió de monja carmelita para acusar a sus adversarios políticos en el Senado de tener nexos con los Templarios.
No —le replicó el jefe de la delincuencia michoacana—, quien ha estado en contacto y negociando con nosotros eres tú. Y los dichos de La Tuta pueden sorprender a quienes no viven en el estado, pero para los michoacanos ésa no es noticia.
Para ellos, los Calderón se han convertido en un factor determinante de la violencia, división y confrontación que existe en la entidad.
Por cierto, la Procuraduría General de la República acaba de iniciar una averiguación previa en contra de una serie de testigos protegidos que fueron utilizados durante la pasada administración para llevar a la cárcel a los enemigos políticos del expresidente de México, Felipe Calderón.
El caso más indignante fue la utilización de un narcotraficante —conocido en el mundo del hampa como Jennifer— para culpar al general de división Tomás Ángeles Dauahare de tener vínculos con el narcotráfico. Al señor Calderón le molestó, seguramente en una tarde o noche aciaga, que Dauahare estuviera nominado para encabezar la Secretaría de la Defensa con Peña Nieto.
Pero además del famoso Jennifer, se suman a las líneas de investigación los nombres y apodos de una serie de delincuentes que fueron utilizados para levantar cargos falsos en contra de servidores públicos y empresarios que le amargaban la vida al señor presidente. Apodos que por cierto sabía y recitaba con frecuencia y especial placer el mandatario panista.
Al expresidente le gusta lanzar flemas aunque éstas terminen cayéndole encima. Y vaya que se le regresó lo que declaró al periódico uruguayo. Por lo pronto, el hábito de Luisa María Calderón ya tiene mácula, y es difícil que pueda recuperar su carácter de santa.
Sobre todo, después de haberle prometido a los Templarios —según afirmaciones de La Tuta— estar dispuesta a protegerlos en caso de convertirse en gobernadora del estado de Michoacán.
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