martes, 8 de julio de 2014

Federico Reyes Heroles - Sin regateos

No es hora de escatimar méritos. La reforma en telecomunicaciones es un gran paso para México. Durante meses hemos visto una enconada discusión, lo cual no debe espantar a nadie, así operan las democracias. Una discusión que nos enfrentó con nuestra historia, pero también con la dinámica empresarial. Todo empresario busca comerse porciones mayores de sus mercados. Ese empresario voraz es algo deseable en una economía de mercado. La voracidad puede tener consecuencias positivas, como la generación de nuevas tecnologías, desde el queroseno y los ductos impulsados por Rockefeller hasta las aportaciones de Microsoft. Pero la concentración termina por afectar a la célula del mercado: el consumidor.
 
Todos somos consumidores. Ese fue el gran avance cualitativo en la discusión, el eje fue el consumidor. Si esa lógica priva en las leyes secundarias de la reforma energética, iremos por buen camino.
 
 
 
 
 
 
 

Ese tránsito hacia la post-ideología es un gran logro político para México. La reforma impulsada por Peña Nieto y después cobijada en el Pacto, cambió las coordenadas de la discusión. Cómo beneficiar al consumidor, cómo eliminar costos de la vida cotidiana -la larga distancia, casi 20 mil mdp- al año, la portabilidad del servicio, el desbloqueo de los equipos, la defensoría de las audiencias, la radio comunitaria, la atención a débiles auditivos, todo ello llegará en meses. Pero también está el largo plazo, cómo garantizar competencia informativa, ámbito sustancial de libertad en una sociedad abierta. Son varias libertades que están de por medio.

Lo triste del capítulo es que durante meses vimos desfilar batallones de odio que enturbiaron la discusión. También hubo connivencia de intereses, desinformación sistemática, alianzas vergonzosas. Muchas discusiones de la plaza pública se construyeron con la mira puesta en el daño al odiado. Ambos consorcios -Telmex/Telcel y Televisa- pierden espacios de control indebido. El Estado mexicano se fortalece con las nuevas funciones del IFT. No sólo fue juego de vencidas entre magnates sino, sobre todo, de recuperación de fuerza del Estado. La “guerra” de consorcios desnudó los excesos y arbitrariedades resultado de la falta de competencia y regulación. Un empresario nunca se pone límites a sí mismo, predomina el negocio, no la ética.

¿Sector o servicio como eje para fijar la preponderancia? Los odios hacia Televisa llevaron a hablar de regalos concedidos en la ley al emporio. De no haber quedado sector en la Constitución hubiera sido muy difícil entrar a los terrenos de Telmex/Telcel, que en conjunto controla alrededor del 80% de las telecomunicaciones. Ese mercado es cuatro veces más importante (alrededor de 40 mil mdd) que el de la TV, afecta los de por sí mermados bolsillos de decenas de millones de mexicanos y además sangra la productividad del País. Telecomunicaciones no podía escapar a la reforma. “Preponderancia” y “poder sustancial” llegaron para quedarse. Los servicios mutan con gran rapidez, debe ser el órgano regulador el que los persiga en su fuga hacia el futuro.

El fortalecido IFT podrá determinar “preponderancia” por servicios. Habrá alegatos jurídicos y buscarán llegar a la Corte. Pero si el eje del razonamiento -beneficiar al consumidor y ampliar libertades- se mantiene en el Congreso, las batallas se ganarán. En las economías modernas son los servicios los que más empleos generan y por mucho. Las telecomunicaciones son el sistema circulatorio de los servicios. Imposible imaginar una sociedad del conocimiento sin telecomunicaciones abiertas y un mercado muy competitivo. Fin del indebido cobro de larga distancia, derechos para los usuarios, mayor cobertura y mejoría en el servicio en celulares. ¡Ya nos acostumbramos a que las fallas sistemáticas sean lo normal! Es un gran avance.

Más TV abierta para poder optar por interpretaciones y posturas no sólo noticiosas, sino de diversión e incluso estéticas, lo cual amplía la libertad del consumidor. Extensión del servicio de internet y mayor velocidad en banda ancha. La red puede ser un gran instrumento de justicia social o de injusticia. Si los niños de Oaxaca, Chiapas, Guerrero o de cualquier zona serrana no acceden a ella, será imposible que compitan laboralmente con aquellos que sí lo tuvieron. Hoy es una batalla contra un privilegio. Por supuesto hay medidas en la ley secundaria que deberán ser observadas muy de cerca para confirmar que fomentan competencia e inversión. La “preponderancia” podría tener otros asideros que no fueran el tamaño. Las normas secundarias nunca son definitivas.

Esta es la primera reforma “estructural” que llegará a los bolsillos de los mexicanos en un periodo relativamente corto. Qué tristeza que el PRD no haya cosechado las múltiples modificaciones que ellos propusieron y que al final del camino la miopía ideológica haya aparecido en el Senado para imponer línea. Si no saben cosechar ni sus propios logros, qué futuro les puede esperar. Bien por México, sin regateos.


Leído en http://www.am.com.mx/opinion/leon/sin-regateos-10284.html




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