Sólo los ignorantes del periodismo –o los periodistas con causa– se atreverían a decir que el escándalo conocido como Panama Papers es “un gran trabajo periodístico”.
Y sólo los bobos –además de apostadores por el descrédito del Gobierno mexicano– pueden creer que un empresario, servidor público, deportista o artista es ladrón, corrupto o traidor a la patria por el hecho de llevar su dinero a un paraíso fiscal. Lo cierto es que el escándalo motejado como Panama Papers no tiene una pizca de periodismo y no
pasa de ser una grosera campaña de propaganda política –global e interesada–, que en México quiere ser vendida como apetitoso manjar para jaurías babeantes del descrédito de figuras públicas; fieras hambrientas del cobro de facturas y sedientas de pingües venganzas.
Lo curioso es que detrás del escándalo mediático –alimentado por la “legión de idiotas”– aparecen las mismas “figuras de siempre”; geniales mujeres y hombres de prensa que no aprenden de sus reiteradas derrotas y que asoman de nuevo sus delirios para engordar su robusto desprestigio.
Y es que a pesar de que ven caer uno tras otro sus teatros y que sus torpezas los exhiben aquí, allá y acullá, vuelven a la noria de la mentira y el engaño con fines inconfesables; el descrédito del gobierno de Peña Nieto, el mexiquense que les arrebató la victoria en 2012 y al que no perdonan y nunca perdonarán. ¿Y quienes son las “figuras de
siempre”? Aquellos que en el gobierno de Felipe Calderón inventaron el cuento de “No más sangre”; que se aventaron fantasías como “los fraudes electorales” de 2006 y 2012; que inventaron que fue “un crimen de Estado” el asesinato de “los 43” y que inflaron la mentira del “hacker maravilla” que habría hecho ganar a Peña Nieto.
Y son los mismos que, en México, le dan cuerda al nuevo golpe fallido llamado Panama Papers.
¿Y por qué es fallido? Porque se trata de una filtración política, con fines de venganza, descrédito y propaganda. Y las filtraciones –como saben aquellos que conocen un poco de periodismo– son todo lo contrario al periodismo.
Y es un escándalo fallido porque sólo se trata de una lista de nombres con inversiones en un paraíso fiscal, sin contexto alguno sobre el estatus de los depósitos; sin saber si son legales o no, si su origen es la empresa privada legítima o provienen del lavado de dinero o del narcotráfico.
Y por lo menos en México no es delito llevar dinero a un paraíso fiscal. El delito se cometería bajo el supuesto de que el dinero que llega a un paraíso fiscal fuese producto de evasión de impuestos, lavado de dinero o narcotráfico. Pero resulta que los “geniales periodistas” mexicanos que alardean del “gran golpe” de Panama Papers no han sido
capaces de levantar un teléfono para preguntar si las personas a las que difaman son empresarios respetables o lavadores de dinero. Eso sí, en su delirio de venganza ya los hicieron aparecer como criminales y hasta arman historias presuntuosas y conspirativas en las que todos son amigos del odiado Peña Nieto. Y entonces todos los amigos del
Presidente son corruptos.
Por lo menos debieran tener el gusto del cine, para aprender una lección que nunca aprendieron y no aprenderán: Spotlight (En Primera Plana). Y es que el suyo es el periodismo basura de Truth, titulada en México como Conspiración y Poder
Al tiempo.
Leído en
http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/panama-papers-grosera-propaganda-enganabobos-1459848093
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