miércoles, 2 de noviembre de 2011

El ofendido Juan Ignacio Zavala


Las conferencias de prensa de Moreira recuerdan cada vez más a esas imágenes en las que son presentados peligrosos criminales. Por ejemplo, recordemos a La Barbie sonriente ante los medios de comunicación o a cualquiera de ellos que sueltan sus dicharachos y chistoretes en alguna entrevista o presentación mediática.
En sus conferencias, Moreira ha terminado por exhibirse como lo que es: un irresponsable, falsificador, endeudador y mentiroso. A eso él responde con un reclamo abierto en el que advierte que se siente “ofendido”. Es curioso que el “ofendido” no sea el estado de Coahuila, que fue saqueado por el presidente del PRI y sus secuaces. Pero bueno, para los priistas todo se trata de una campaña en contra, de una campaña sucia, de una denuncia con tintes electorales.
Ahí estaba Moreira —“corazón valiente” como le dice su compañera de fórmula— con su sonrisita cínica poniendo apodos, soltando gracejadas, intentando detener “el robo del siglo” —porque los coahuilenses, más de tres millones de personas, están siendo estafados por este señor y sus compinches. Y se defiende, nada más y nada menos, que desde la presidencia del PRI, que le ha servido de fuero y de tapadera.
No renuncio, ha dicho el presidente priista. Y la verdad, no tiene por qué. ¿Cuándo se supo que Alí Babá renunciara a los 40 ladrones? Ahí están todos y entre ellos se protegen, se cuidan, se apapachan, que para eso está el partido. ¿Cometiste delito? Quédate aquí y no hagas ruido. ¿Llevaste tu estado a la miseria y la banca rota? Denuncia una campaña en contra y toma un cargo en el partido.
A mí sólo me quita el candidato, anunció Moreira en una revelación que ya todos sabíamos: ahí manda Peña, a él lo puso Peña y lo quitará Peña. Faltaba más. Si Peña no lo quita, pues se irá, según él, después del triunfo a descansar por el esfuerzo y a gozar de su dinerito que tanto trabajo le ha costado.
Hay quienes se preguntan cómo es posible que Moreira siga al frente del PRI. Es, ciertamente, una pregunta ociosa. Humberto Moreira fue seleccionado como presidente de ese partido por Peña Nieto y seguramente, en la inmensa sabiduría del candidato, consideró que Moreira era un gobernador exitoso, un hombre preparado para las grandes lides a nivel nacional. Lo vio con amplio manejo del chistorete, ocurrente, presto para la tontera, el vacilón y un consumado bailador. “Este es el hombre que necesito en el PRI”, se ha de haber dicho Peña. El resultado está a la vista.
En realidad Moreira es un gran presidente del PRI. Pocos representan a ese partido tan fielmente como él.

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