Una de las batallas más feroces de la campaña 2012 se está librando en una esquina de Doctor Vértiz, saliendo de la glorieta SCOP, o glorieta Vértiz, del lado izquierdo rumbo al centro. Colonia Narvarte, Ciudad de México.
Cada tarde que paso por ahí veo una escena distinta, depende de qué bando haya ganado el combate. Me refiero a uno de esos anuncios plastificados pegados a la pared, pero a ras de banqueta, que los mercadólogos llaman vallas publicitarias. Las primeras tardes brillaba la foto de la candidata de las izquierdas al Senado por el DF, Alejandra Barrales. Su sonrisa de dientes blanquísimos y perfectos.
Pero una mano hostil pintó de negro un incisivo central y dejó blanco el otro, un incisivo lateral y dejó blanco el otro, un colmillo y dejó blanco el otro. La sonrisa del millón devino horrible boca de chimuela.
Pobre Alejandra, pensé, así se quedará hasta julio. Para mi sorpresa, una o dos tardes después, la dentadura nívea había reaparecido. Le pintaron entonces un parche de pirata, que a las pocas tardes desapareció. Deduzco que hay un pelotón de tiempo completo que defiende la esquina de Vértiz para que no caiga en manos del agresor.
Lo de ayer fue otra cosa. Sobre el rostro de Alejandra grafitearon una frase que liquidó la picaresca: “No votes por esta puta taurina mierdera”.
La esquina dejó de ser divertida. El graffiti es una alerta de que los instintos lúgubres del 2006 no han sido eliminados, un porrazo para acordarnos de aquellos que quieren humillar, causar el mal. ¿Quién en mi ciudad puede odiar tanto a esa mujer?
Ojalá su pelotón de pintado y despintado se mueva. Rápidamente. No hay de otra.
Leído en http://www.vanguardia.com.mx/novotesporestaputataurina%E2%80%A6-1274027-columna.html
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