Cuando en 2009 se anunciaba a Barack Obama como ganador del Premio Nobel de la Paz, muchas voces en el mundo, sobre todo aquellos opositores a la intervención de Estados Unidos en Irak, alzaron la voz. Una de las decisiones más polémicas de los últimos años. Pocas veces un nombramiento así, generaba tal polémica. Eran más las voces que lo cuestionaban que aquellas que lo aplaudían. Y es que, aunque la decisión de intervenir Irak no fue de Obama, las tropas de Estados Unidos permanecían en ese territorio a pesar de que, en campaña, el hoy Presidente estadunidense había prometido retirarlos a la brevedad. Incluso dos años después del famoso reconocimiento sueco, Barack
Obama salía en televisión nacional para anunciar la muerte de Osama bin Laden. Muerte que consideró una victoria para su país.
Obama salía en televisión nacional para anunciar la muerte de Osama bin Laden. Muerte que consideró una victoria para su país.
Ése es, el Premio Nobel de la Paz más polémico que recuerdo en los últimos años. Aunque por ahora “se maneja” una nominación que está haciendo mucho más ruido que el premio de Obama.
Leímos hace unos días que la Academia Internacional de la Unión de la Naciones del Mundo propone a Vladimir Putin, presidente ruso, al mismo reconocimiento que recibió Barack Obama en 2009. Basan esta nominación en el papel que el gobierno de Putin ha realizado en conflictos recientes, como en los que aún protagonizan Estados Unidos y Siria.
Habrá quien diga que por su gesto al conceder asilo aEdward Snowden también le abre camino para aspirar al Nobel. Y hasta Nicolás Maduro declaró que apoya totalmente la posibilidad del premio a Putin.
Sus razones tendrán para nominarlo, pero también razones hay para pensar como descabellada la idea. Así, nada más, recordando sus más escandalosos y penosos incidente: la coartada a la libertad de expresión del grupo Pussy Riot, que criticó la labor del gobierno del presidente ruso. Dos de sus integrantes, fueron condenadas a dos años de prisión.
Una de ellas, se encuentra hoy en un hospital debido a su mal estado de salud. Tal vez aquí Putin no fomentó una guerra, pero sí dio una muestra de la intolerancia de su gobierno: prisión a quien se atreva a criticarlo.
Peor aún, porque con respecto a lo que en Rusia ha acontecido contra los homosexuales, sí se fomenta el odio y la segregación.
La ley promulgada por el gobierno ruso que prohíbe “propaganda sobre relaciones sexuales no tradicionales”, desató una serie de ataques (muchos de ellos graves) a homosexuales en distintas partes de aquel país.
En redes sociales circulan varios videos donde se observa cómo ciudadanos irracionales agreden violentamente a otros con distinta preferencia sexual.
Pensaríamos en actitudes dignas de la barbarie, pero gracias a Vladimir Putin, los agresores justifican sus actos.
Y es que gracias a aquella ley, se han desencadenado algunas otras, pero todas dirigidas a coartar las libertades y derechos de los homosexuales rusos.
Si el premio a Obama sorprendió, la mera nominación dePutin es un absurdo.
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