Como se corrobora con las prácticas de extorsión por parte de la poderosa Federación de Estudiantes de Guadalajara, que desembocaron en el asesinato de cinco personas en la capital jalisciense, la expresión “crimen organizado” no es atribuible sólo a las bandas que se dedican al narcotráfico.
Una gran variedad de grupos delincuenciales operan detrás de fachadas en apariencia respetables o inocuas, tanto de carácter civil (políticas, estudiantiles, magisteriales, sindicales, empresariales…) como religioso y de gobierno.
Con el hallazgo de los cadáveres (tres enterrados en la propia sede y dos más descubiertos en las inmediaciones) aflora el dato vil de que la FEG es una mafia de “líderes estudiantiles” que cobra “derecho de piso” a vendedores callejeros de comida.
Membretes como ese cometen sus delitos de manera soterrada, rara vez llegan al asesinato, y no aparecen como tales ni con frecuencia en los diarios y noticiarios.
¿Cuántas agrupaciones como la temible FEG son en realidad empresas criminales a las que ningún gobierno local o federal se atreve a enfrentar?
Leído en http://impreso.milenio.com/node/9080275
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